Los estudiantes de Serbia redoblan la presión contra el presidente Vucic tras siete meses de protestas

Serbia vive en un “limbo”, “sin salida” a la vista. Así es como describen varios analistas consultados el panorama desde que el 1 de noviembre se derrumbara parte de la estructura del techo de la estación de tren de Novi Sad, segunda mayor ciudad del país. Aquel día fallecieron 14 personas, que con el correr de los meses ascendieron a un total de 16, tras la muerte de dos heridos de gravedad. Los estudiantes perciben en esa tragedia el resultado de muchos años de corrupción y clientelismo por parte del gobernante Partido Progresista Serbio (SNS).

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 El mandatario, apoyado por Rusia, considera “terroristas” a los universitarios, que se manifiestan desde el accidente del pasado noviembre que mató a 16 personas en la estación de Novi Sad  

Serbia vive en un “limbo”, “sin salida” a la vista. Así es como describen varios analistas consultados el panorama desde que el 1 de noviembre se derrumbara parte de la estructura del techo de la estación de tren de Novi Sad, segunda mayor ciudad del país. Aquel día fallecieron 14 personas, que con el correr de los meses ascendieron a un total de 16, tras la muerte de dos heridos de gravedad. Los estudiantes perciben en esa tragedia el resultado de muchos años de corrupción y clientelismo por parte del gobernante Partido Progresista Serbio (SNS).

Los universitarios empezaron exigiendo una investigación transparente y responsabilidades políticas. Pero al cabo de siete meses, las protestas se han vuelto más directas contra el Gobierno, y reclaman elecciones anticipadas. Y el Ejecutivo también se ha vuelto más tajante en sus acciones. El sábado 28 de junio, los estudiantes convocaron una gran manifestación en Belgrado a la que acudieron más de 100.000 personas. Al final de la protesta se produjeron choques con la policía y hubo 77 detenidos. Al día siguiente, los estudiantes comenzaron a cortar puentes y carreteras en varias ciudades de Serbia. La policía desbloqueaba los cortes, y los universitarios volvían a sentarse en otros cruces y autopistas.

Aleksandar Vucic, que ejerce como primer ministro desde 2014 y presidente desde 2017, considera “terroristas” a los estudiantes, y se niega a adelantar los comicios. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha expresado esta semana a Vucic su apoyo y ha advertido a Occidente de que no trate de interferir en Serbia, un gesto que el presidente serbio le ha agradecido.

Vladan Djokic, de 62 años, rector de la universidad de Belgrado, la mayor del país, con 90.000 estudiantes y 6.000 profesores y empleados, se encuentra en el ojo del huracán. Mediante entrevista por videoconferencia, Djokic explica que él apoyó las protestas desde su inicio y que los altos cargos del Gobierno y los medios de comunicación afines le tachan de “terrorista”. “Me culpan de que no haya clases en la universidad. Me han denunciado en los tribunales con tres cargos delictivos, entre ellos el de tener la intención de destruir el Estado”.

Las clases fueron suspendidas por estudiantes con el inicio de las protestas y desde entonces no se han reanudado. El rector intenta organizar este verano clases por internet para que los estudiantes no pierdan el curso.

Djokic asume que no ve una salida clara para la situación del país. El partido de Vucic ganó las elecciones en 2023 y las próximas se celebrarían en 2027. “En Serbia casi ningún Gobierno cumple el mandato de cuatro años, se suelen anticipar siempre las elecciones. Si ahora no lo hace es porque tal vez cree que no tiene la mayoría garantizada”. Djokic, a pesar de todas las incertidumbres, vaticina: “Creo que antes o temprano habrá elecciones adelantadas”.

En caso de que hubiese comicios, el factor clave del cambio vendrá de la mano del movimiento estudiantil. En ese ámbito, el rector se ha convertido en una figura unificadora para universitarios y sectores de la sociedad civil, donde se especula sobre un posible papel de liderazgo. Pero de momento, el Gobierno no cede, llegan las vacaciones y Djokic cree que las “cosas se ralentizarán un poco”. “Pero en la mente de la gente los motivos de la protesta persistirán”, vaticina.

El pasado 8 de junio se celebraron elecciones municipales en dos pequeños municipios, Zajecar y Kosjeric. Eran los primeros comicios celebrados tras las protestas iniciadas el 1 de noviembre. Hasta entonces, el Partido Progresista Serbio (SNS) solía vencer incluso por el 80%. Esta vez, sin embargo, ganó por los pelos.

Vuk Vuksanovic, investigador sénior del Centro de Política de Seguridad de Belgrado (BCSP, en sus siglas en inglés), explica mediante conversación telefónica que el partido tuvo que movilizar una cantidad enorme de recursos económicos y mediáticos para ganarlas con escaso margen. “Esos comicios le han hecho ver al Gobierno que no tiene garantizado un resultado favorable en unas elecciones”. Vuksanovic estima que el Gobierno está dando síntomas de nerviosismo y no sabe cómo sacar al país del “limbo” en el que vive. “En cualquier caso, desde el 1 de noviembre ya nada será lo mismo en este país. Será muy difícil resetear la sociedad. Está muy polarizada”, advierte.

Por su parte, el profesor Dusan Janjic, de la universidad de Belgrado, señala mediante videoconferencia que el Gobierno no tiene capacidad para sofocar las protestas. “La policía no puede espiar todo, arrestar a todos. Cada vez que arrestan a alguien se animan otros a salir a las calles. Si quieren detener a los líderes tienen que detener a 20.000 personas. Todo este proceso de espionaje, Serbia no podría llevarlo a cabo si no es con la ayuda de Rusia. Pero, aun así, no podrán contra los estudiantes”.

Zeljko Bodrozic, presidente de la Asociación de Periodistas Independientes de Serbia (NUNS, por sus siglas en inglés), indica mediante intercambio de mensajes telefónicos que la situación de los medios de comunicación independientes serbios “se ha deteriorado gravemente” desde el 1 de noviembre. Y las “agresiones físicas ha aumentado significativamente desde que los estudiantes mantuvieron las protestas en toda Serbia”, afirma.

Bodrozic asegura que las autoridades utilizan “todos los mecanismos de intimidación y presión disponibles” para obstaculizar su trabajo. “Los periodistas de investigación se enfrentan a campañas de difamación, algunos periodistas son detenidos y mantenidos bajo custodia, y sus teléfonos son confiscados para instalar herramientas de vigilancia de las comunicaciones”, sostiene.

Florian Bieber, profesor de Estudios de Europa sudoriental en la Universidad de Graz, en Austria, califica mediante intercambio de mensajes de WhatsApp, de “sorprendente” el número de personas que sigue movilizada. Pero advierte contra los efectos de las vacaciones y el desgaste: “Sin una estrategia diferente, las protestas no tendrán éxito. El nuevo enfoque de desobediencia civil tiene sentido”.

La rebelión se sigue muy de cerca desde Moscú. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró el lunes en conferencia de prensa: “No dudamos de que los actuales líderes serbios podrán restablecer la ley y el orden en la república en un futuro muy próximo”.

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