“Esto es fútbol, papá’. Don José Bordalás”, gritó el speaker a pleno pulmón al anunciar las alineaciones del Getafe mientras el campo en obras se convertía en una discoteca ochentera con el The final countdown de Europe y el juego de luces de las cuatro torretas. Pero lo que menos quería papá Bordalás en cuanto el balón se puso en marcha era agitación. El técnico no paraba de reclamar calma a los suyos. Era casi lo único que les transmitía, que la tocaran de un lado a otro y, por encima de todo, que no se descontrolara la noche.
El francés suma su 15º gol en 11 partidos y el turco, su quinta asistencia, todas al galo
“Esto es fútbol, papá’. Don José Bordalás”, gritó el speaker a pleno pulmón al anunciar las alineaciones del Getafe mientras el campo en obras se convertía en una discoteca ochentera con el The final countdown de Europe y el juego de luces de las cuatro torretas. Pero lo que menos quería papá Bordalás en cuanto el balón se puso en marcha era agitación. El técnico no paraba de reclamar calma a los suyos. Era casi lo único que les transmitía, que la tocaran de un lado a otro y, por encima de todo, que no se descontrolara la noche.
Y después de dos ocasiones desaprovechadas por Kylian Mbappé, el plan del patriarca local se fue imponiendo. Para cenar, el Madrid tenía bocadillo de pan duro del Coliseum.
Después del parón, a tres días de la Juventus y a siete del Barcelona, Xabi Alonso reservó de inicio a Vinicius y Güler; Valverde siguió en el lateral tras decir que él no había nacido para jugar ahí: a su lado tuvo a Alaba, que solo aguantó medio tiempo por “una ligera sobrecarga en la pierna derecha”, según informó el club; Camavinga hizo pareja en el medio con Tchouameni, Bellingham ocupó el puesto de 10 y Rodrygo sustituyó a Vini por la izquierda.
La amenaza, sin embargo, no varió. Ni tampoco el ejecutor y el asistente final. Pasó Güler y marcó Mbappé. El primero sumó su quinta asistencia (todas al francés) y este alcanzó su tanto número 15 en 11 encuentros. Más de la mitad de todos los que llevan los blancos (27).
El galo solo se quedó sin nada frente al Mallorca. Y eso que, siguiendo la argumentación que dio hace dos semanas en Kazajistán (“cuando tengo cinco ocasiones, tengo que marcar cinco”), en Getafe fueron más los goles que se les escaparon que el que consiguió.
El ataque del Madrid es cada vez —quizá inevitablemente— más unidireccional: todo acaba en la orilla del galo. En los buenos tiempos de Benzema con Carlo Ancelotti, el italiano admitía que estaba encantado de depender de Karim. “Para el titular, no lo voy a decir así”, despejó con una media sonrisa Xabi cuando le plantearon este paralelismo. Prefirió recurrir a uno de sus mantras: “Necesitamos a todos”.
Los goles de Kylian mandan (siete remates y cuatro de ellos a puerta en Getafe) y la realidad es que, este domingo, en las dos alas tampoco se imponía nadie hasta el martilleo de la última media hora de Vinicius. “Ha tenido un gran impacto. Hemos hablado esta mañana que también podía ser importante saliendo desde el banquillo”, contó Alonso.
Por fuera, Rodrygo sí pudo combinar al principio algo más con el francés, pero la noche de Mastantuono resultó muy farragosa. El joven no desbordó, Djené le birló la más clara que tuvo y, cuando reclamó tirar una falta para un zurdo, apareció el fugaz Alaba y le dijo que todavía era demasiado joven para eso.
El argentino, ojito derecho confeso de Xabi, se aproxima a días clave. Hay que insertar a Bellingham en el once y sobra una pieza que hasta ahora ha sido habitual. En el Metropolitano, ya fue el descartado. Ante defensas tan enclaustradas como la del Getafe, se reclamaba todo lo que no ofreció: pie fino, abrir el campo y desborde.
Tras la pausa, en Getafe volvió a sonar The final countdown y el partido del Madrid empezó de verdad a parecerse al título de la canción (la cuenta atrás final). La sesión de Mastanuono se acabó pronto. La noche se le echó encima, el reflejo de un equipo que no encontraba la salida en la selva de piernas, salvo en las contadas ocasiones en las que encadenaba alguna transición. O cuando, nada más ser expulsado Nyom, Güler halló a Mbappé. Nyom había salido hacía 40 segundos. “Buen cambio”, le comentó con sorna Vini a Bordalás, según desveló este. El entrenador, dijo, lo mandó callar. Igual que a Bellingham. “La expulsión ha sido injusta”, se quejó Bordalás. La sesión nocturna empezó con un mano a mano errado de Kylian y terminó bajo el paso de otra diana de Mbappé tras una asistencia de Güler.
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