Tiene gracia que la serie de 2025 que más veces me ha puesto un nudo en la garganta hasta la fecha sea una comedia. Y qué comedia, la cuarta temporada de Hacks (Max). Además, nadie dijo que la emoción fuera solo patrimonio del drama. El drama va sobre cómo los personajes cambian según sus circunstancias y la comedia sobre cómo los personajes, a pesar de sus circunstancias, nunca cambian. Hace poco leí esta distinción, no recuerdo dónde, y no he dejado de pensar en ella mientras disfrutaba de estos 10 episodios, tanto en lo que la contradicen como en lo que la suscriben. La refuta el arco de temporada de Deborah Vance: de comenzar haciendo gala de su divismo –quizá, ejem, una diva no es lo que nos ha cantado Melody–, a la gresca con Ava, y dispuesta a que nadie arruine su ambición de presentar un late night, a terminar renunciando, en su clímax, a su mayor deseo profesional por no dejar a su guionista en la estacada. Puede resultarnos fantasioso, más a quienes nos dedicamos a esto, pero cómo no abrazar esa irresistible fantasía.
Hemos pasado de Rosie O’Donnell en la brillante ‘Hacks’ a Rosie O’Donnell en ese accidente a cámara lenta llamado ‘And Just Like That’. Un contraste digno de esguince cervical
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Hemos pasado de Rosie O’Donnell en la brillante ‘Hacks’ a Rosie O’Donnell en ese accidente a cámara lenta llamado ‘And Just Like That’. Un contraste digno de esguince cervical


Tiene gracia que la serie de 2025 que más veces me ha puesto un nudo en la garganta hasta la fecha sea una comedia. Y qué comedia, la cuarta temporada de Hacks (Max). Además, nadie dijo que la emoción fuera solo patrimonio del drama. El drama va sobre cómo los personajes cambian según sus circunstancias y la comedia sobre cómo los personajes, a pesar de sus circunstancias, nunca cambian. Hace poco leí esta distinción, no recuerdo dónde, y no he dejado de pensar en ella mientras disfrutaba de estos 10 episodios, tanto en lo que la contradicen como en lo que la suscriben. La refuta el arco de temporada de Deborah Vance: de comenzar haciendo gala de su divismo –quizá, ejem, una diva no es lo que nos ha cantado Melody–, a la gresca con Ava, y dispuesta a que nadie arruine su ambición de presentar un late night, a terminar renunciando, en su clímax, a su mayor deseo profesional por no dejar a su guionista en la estacada. Puede resultarnos fantasioso, más a quienes nos dedicamos a esto, pero cómo no abrazar esa irresistible fantasía.
En la pugna entre lo joven y lo viejo que ha dibujado siempre Hacks, merece mención que el acercamiento de Deborah a Ava ha venido propiciado por dos encuentros de Deborah con dos jefazas de la comedia de antes. El primero cuando, genuflexión, Carol Burnett le confiesa que para poder dominar el escenario, ella se fijaba en una única persona del público, lo que condujo a una de las imágenes más emocionantes: Ava, sola en la grada del programa, a ojos de Deborah. Y el segundo con Rosie O’Donnell, que le hace saber que ha notado que su voz cómica es mejor ahora que cuando era joven, y le deja en bandeja a Deborah asumir lo mucho que le debe a Ava. Filigranas en una temporada que resucita cuando parecía haber agotado el conflicto entre sus protagonistas. Deborah y Ava se reconcilian, y Deborah, desde Singapur, decide volver por sus fueros, que la quinta temporada no se va a hacer sola.
Y de Rosie O’Donnell en Hacks a Rosie O’Donnell en ese accidente a cámara lenta llamado And Just Like That(Max), interpretando a una monja con la que se enrolla Miranda. Un contraste digno de esguince cervical. Cómo han cambiado los personajes que conocimos en Sexo en Nueva York, esto solo tiene de comedia los memes que propicia.
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Sobre la firma

Redactora, columnista y guionista de televisión. Empezó a trabajar en el medio en 2006, en el departamento de vestuario de diferentes series, y dio el salto a guion en 2012. Su último trabajo emitido es ‘Señoras del (h)AMPA’. Ha desarrollado series para Alea Media, Shine Iberia, Secuoya, Zeta studios y Suma content, entre otras productoras.
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