Barcelona cancela la tradición

Al actual alcalde de Barcelona no le gustan las tradiciones culturales y religiosas que forman parte de nuestra identidad. Por esta razón, ha decidido retirar este año el belén del espacio público. Así, en la plaza Sant Jaume y durante las fiestas navideñas solo lucirá una estrella, lo que vendría a ser, en terminología populista, un significante vacío. Cada uno verá en ella lo que quiera ver. Ya Ada Colau había convertido el tradicional belén en algo esotérico que necesitaba un manual de instrucciones para ser entendido. Ahora Collboni ha rematado la faena de la que fue la peor alcaldesa hasta entonces. El belén permanecerá escondido detrás de un muro. Si alguien quiere verlo, que lo pida. La tradición ha quedado, de este modo, cancelada. Sin embargo, no será esta la única tropelía progre que nos infligen los socialistas posmodernos. También han decidido que, en el barrio del Raval, las tradicionales luces navideñas sean sustituidas por « bombillas inclusivas y multiculturales ». Esta broma de gusto woke nos va a costar 65.000 euros a los barceloneses. Y, además, viene con recochineo. El perpetrador de este proyecto se vanaglorió públicamente de «huir del punto navideño de las luces». ¡Feliz solsticio de invierno, camaradas!, le faltó proclamar. Que las «luces de invierno» nos cieguen y no nos permitan ver nuestra tradición.Noticia Relacionada estandar No Badalona enciende su árbol de Navidad de 42 metros: horario, dónde está y cómo ir a verloEn fin, estamos asistiendo a un claro ejemplo de lamentable antioccidentalismo travestido de relativismo vacuo. Siguen la tónica de esos políticos que felicitan el Ramadán, pero se «olvidan» de festividades cristianas como la Semana Santa. En su brillante libro La tiranía de la penitencia. Ensayo sobre el masoquismo occidental (editorial Ariel, 2008), el filósofo francés Pascal Bruckner describió perfectamente el fenómeno como «la vanidad del odio de sí mismo». Se creen moralmente superiores por rechazar lo que somos. ¡Cuánta ignorancia! Despojarnos de nuestra herencia cultural nos empobrece y nos desprotege. Si borramos el pasado, convertiremos el presente en un texto ilegible. Y, así, el futuro, lo escribirán otros. A pesar de todo, y aunque te moleste, te deseo una Feliz Navidad, alcalde.Juan Milián es portavoz del PP en el Ayuntamiento de Barcelona Al actual alcalde de Barcelona no le gustan las tradiciones culturales y religiosas que forman parte de nuestra identidad. Por esta razón, ha decidido retirar este año el belén del espacio público. Así, en la plaza Sant Jaume y durante las fiestas navideñas solo lucirá una estrella, lo que vendría a ser, en terminología populista, un significante vacío. Cada uno verá en ella lo que quiera ver. Ya Ada Colau había convertido el tradicional belén en algo esotérico que necesitaba un manual de instrucciones para ser entendido. Ahora Collboni ha rematado la faena de la que fue la peor alcaldesa hasta entonces. El belén permanecerá escondido detrás de un muro. Si alguien quiere verlo, que lo pida. La tradición ha quedado, de este modo, cancelada. Sin embargo, no será esta la única tropelía progre que nos infligen los socialistas posmodernos. También han decidido que, en el barrio del Raval, las tradicionales luces navideñas sean sustituidas por « bombillas inclusivas y multiculturales ». Esta broma de gusto woke nos va a costar 65.000 euros a los barceloneses. Y, además, viene con recochineo. El perpetrador de este proyecto se vanaglorió públicamente de «huir del punto navideño de las luces». ¡Feliz solsticio de invierno, camaradas!, le faltó proclamar. Que las «luces de invierno» nos cieguen y no nos permitan ver nuestra tradición.Noticia Relacionada estandar No Badalona enciende su árbol de Navidad de 42 metros: horario, dónde está y cómo ir a verloEn fin, estamos asistiendo a un claro ejemplo de lamentable antioccidentalismo travestido de relativismo vacuo. Siguen la tónica de esos políticos que felicitan el Ramadán, pero se «olvidan» de festividades cristianas como la Semana Santa. En su brillante libro La tiranía de la penitencia. Ensayo sobre el masoquismo occidental (editorial Ariel, 2008), el filósofo francés Pascal Bruckner describió perfectamente el fenómeno como «la vanidad del odio de sí mismo». Se creen moralmente superiores por rechazar lo que somos. ¡Cuánta ignorancia! Despojarnos de nuestra herencia cultural nos empobrece y nos desprotege. Si borramos el pasado, convertiremos el presente en un texto ilegible. Y, así, el futuro, lo escribirán otros. A pesar de todo, y aunque te moleste, te deseo una Feliz Navidad, alcalde.Juan Milián es portavoz del PP en el Ayuntamiento de Barcelona  

tribuna abierta

Estamos asistiendo a un claro ejemplo de lamentable antioccidentalismo travestido de relativismo vacuo. Siguen la tónica de esos políticos que felicitan el Ramadán, pero se «olvidan» de festividades cristianas como la Semana Santa

Luces de Navidad en Barcelona marta pérez

Al actual alcalde de Barcelona no le gustan las tradiciones culturales y religiosas que forman parte de nuestra identidad. Por esta razón, ha decidido retirar este año el belén del espacio público. Así, en la plaza Sant Jaume y durante las fiestas navideñas solo lucirá una estrella, lo que vendría a ser, en terminología populista, un significante vacío. Cada uno verá en ella lo que quiera ver. Ya Ada Colau había convertido el tradicional belén en algo esotérico que necesitaba un manual de instrucciones para ser entendido. Ahora Collboni ha rematado la faena de la que fue la peor alcaldesa hasta entonces. El belén permanecerá escondido detrás de un muro. Si alguien quiere verlo, que lo pida. La tradición ha quedado, de este modo, cancelada.

Sin embargo, no será esta la única tropelía progre que nos infligen los socialistas posmodernos. También han decidido que, en el barrio del Raval, las tradicionales luces navideñas sean sustituidas por «bombillas inclusivas y multiculturales». Esta broma de gusto woke nos va a costar 65.000 euros a los barceloneses. Y, además, viene con recochineo. El perpetrador de este proyecto se vanaglorió públicamente de «huir del punto navideño de las luces». ¡Feliz solsticio de invierno, camaradas!, le faltó proclamar. Que las «luces de invierno» nos cieguen y no nos permitan ver nuestra tradición.

En fin, estamos asistiendo a un claro ejemplo de lamentable antioccidentalismo travestido de relativismo vacuo. Siguen la tónica de esos políticos que felicitan el Ramadán, pero se «olvidan» de festividades cristianas como la Semana Santa. En su brillante libro La tiranía de la penitencia. Ensayo sobre el masoquismo occidental (editorial Ariel, 2008), el filósofo francés Pascal Bruckner describió perfectamente el fenómeno como «la vanidad del odio de sí mismo». Se creen moralmente superiores por rechazar lo que somos. ¡Cuánta ignorancia! Despojarnos de nuestra herencia cultural nos empobrece y nos desprotege. Si borramos el pasado, convertiremos el presente en un texto ilegible. Y, así, el futuro, lo escribirán otros. A pesar de todo, y aunque te moleste, te deseo una Feliz Navidad, alcalde.

Juan Milián es portavoz del PP en el Ayuntamiento de Barcelona

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