Diogo Jota falleció este jueves de madrugada junto a su hermano André, cuando el Lamborghini Huracán en el que viajaban se incendió tras salirse de la autovía A-52, en Zamora. Iba camino de Santander para embarcarse en el ferry rumbo a Inglaterra, según Record. Su desaparición, con 28 años, pone de luto al Liverpool, el club con el que acababa de conquistar la Premier. Es imposible explicar la escalada imparable del Liverpool de la depresión fatalista a la cumbre del fútbol europeo sin la contribución que hicieron los atacantes como Jota en el último lustro. El portugués encajó en un modelo hecho a su medida.
El portugués, que se acababa de casar y tenía tres hijos cuando falleció en accidente de tráfico, encajó en la fórmula que permitió al club inglés ganar la Premier con un coste mínimo
Diogo Jota falleció este jueves de madrugada junto a su hermano André, cuando el Lamborghini Huracán en el que viajaban se incendió tras salirse de la autovía A-52, en Zamora. Iba camino de Santander para embarcarse en el ferry rumbo a Inglaterra, según Record. Su desaparición, con 28 años, pone de luto al Liverpool, el club con el que acababa de conquistar la Premier. Es imposible explicar la escalada imparable del Liverpool de la depresión fatalista a la cumbre del fútbol europeo sin la contribución que hicieron los atacantes como Jota en el último lustro. El portugués encajó en un modelo hecho a su medida.
Transformar un club deprimido y con recursos limitados en una máquina competitiva capaz de ponerse al nivel de los más ricos practicando un juego fascinante fue el gran dilema que abordó Fenway Sports Group cuando adquirió al Liverpool en 2010. El holding estadounidense presidido por John W. Henry buscó algo parecido a una fórmula imposible. La encontró tras practicar una serie de combinaciones. En parte, con análisis cuántico, el modelo importado de la industria financiera, con sus matemáticos y sus físicos. Pero sobre todo gracias a una cosa que los expertos de las consultoras asociadas al proyecto denominan “análisis cualitativo”. La cascada de datos se contrastó con el ojo clínico de especialistas que habían estudiado los grandes fenómenos futbolísticos de las últimas tres décadas. Más que los datos, examinaban las personas.
La pregunta que se plantearon los analistas cualitativos remitía al pasado: ¿Qué hicieron Johan Cruyff y Rinus Michels cuando construyeron sus dinastías? A falta de dinero para contratar goleadores consagrados, apostaron por un tipo de futbolista apasionado por participar y pedir la pelota lo mismo al pie que en la profundidad. Amantes del ataque de espacios. Un modelo era Hristo Soichkov: atacante en la ignota liga búlgara de los 80, ejecutor compulsivo de desmarques a toda velocidad que, implantado en la matriz del Barça, se convirtió en Balón de Oro. Hasta hace un lustro, el Liverpool no tuvo dinero para pagar un Kun Agüero, pero siguió el modelo Hristo. Así fichó a Salah, a Mané, a Luis Díaz y a Diogo José Teixeira da Silva, alias Jota.

Fuera del campo, parecía un hombre gris. Con las botas puestas, Jota era un exaltado. Altruista. Generoso. Ambicioso y sin vanidad, se desplazaba hasta el agotamiento y ahí radicaba cierto equívoco. Los jugadores que se mueven mucho son víctimas de una paradoja. El público, e incluso algunos técnicos, tienden a pensar que les falta calidad. Jota tenía cierto tacto con el balón en los pies, pero no tardó en ser víctima del prejuicio, tal vez porque cada vez que lo recibía venía de correr tantos kilómetros que, debido al agotamiento, hacía controles que parecían deficientes o poco ortodoxos.
El Atlético lo fichó al Paços de Ferreira en el verano de 2016 pero, tras una pretemporada de pruebas, Simeone decidió que no tenía nivel para su plantilla. Lo prestó al Oporto primero y al Wolverhampton después. Ahí, en la Segunda División inglesa, su desesperación hiperactiva dio frutos. El primer curso, hizo 17 goles y seis asistencias y ascendió a la Premier. El Wolves lo fichó y en el segundo año metió nueve goles y dio cinco asistencias y ayudó al equipo a clasificar para Liga Europa. Suficiente para atraer la atención del Liverpool. Ahí había un inagotable cazador de desmarques. Un maestro del gol al primer toque que, puesto en el cauce de un equipo que producía un gran caudal de acciones de ataque, se convertiría en un punzón.
El Liverpool pagó cerca de 50 millones de euros por Jota. Casi un exceso en las cuentas puritanas de la corporación Fenway. El balance resulto positivo. Mientras que en la selección de Portugal se vio sistemáticamente desplazado por Cristiano Ronaldo a pesar de registrar más goles por minuto jugado (uno cada 100 minutos por uno cada 170), en el Liverpool se ganó su espacio en un sistema competitivo justo. Anotó 65 goles y dio 26 asistencias en 182 partidos. Se afianzó como un recurso valioso.

Hace un año impresionó tanto a Arne Slot, que le aseguró la titularidad. El nuevo entrenador había decidido asignar a Darwin Núñez un papel secundario, tras verificar que el uruguayo sufría si no disponía de grandes espacios para correr. Jota se desenvolvía bien como nueve en cuadrantes reducidos con marcajes estrechos. “Es útil tener alguien que juega con naturalidad en esas situaciones”, dijo el técnico. “Alguien inteligente y sagaz para saber cuándo jugar fácil y cuándo girarse a la profundidad”.
Obligó a Slot a sentar a Gakpo
Disputó como titular siete de los primeros ocho partidos de la última Premier. La racha se rompió tras chocar con Tosin Adarabioyo, del Chelsea. El incidente le mandó a la enfermería durante dos meses. Cuando regresó, Luis Díaz le había ganado el puesto en la punta del ataque. Desde el banquillo, Jota contribuyó a la carrera hacia el título con goles valiosos al Forest y al Everton.
“Cuando Jota regresó de su lesión”, cuenta una persona vinculada a la dirección deportiva del Liverpool, “Gakpo atravesaba el mejor momento de su carrera en la izquierda y Slot trasladó a Luis Díaz, su mejor futbolista, a la posición de falso nueve. Pero Jota con su agilidad mental hizo que Slot le buscara sitio en un Liverpool que volaba. Al final terminó sentando a Gakpo, que acabó pensando en irse al Bayern, porque imponerse a la tenacidad de Jota era la misión más difícil de cualquier delantero del fútbol europeo“.
“El afortunado soy yo”, proclamó, cuando su esposa, Rute Cardoso, publicó las fotos de su boda en una red social. Tenían tres hijos. Se casaron el 22 de junio en Oporto, la ciudad en la que se conocieron hace más de una década.
Evitó el avión por consejo médico
Fuentes de la Guardia Civil señalan como origen del accidente un posible exceso de velocidad del vehículo en el que viajaba cuando ejecutó un adelantamiento en un tramo de la autovía que tiene una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora. La velocidad sobre el asfalto bacheado produjo el reventón de un neumático trasero que provocó la pérdida de control del vehículo, que acabó “explotando”, señalan las mismas fuentes. El coche era alquilado. Según la CNN, Jota había sido recientemente operado del pulmón y el médico le recomendó evitar los viajes en avión para asegurar una buena recuperación.
“El Liverpool Football Club está devastado por la trágica muerte de Diogo Jota”, rezaba en la mañana del jueves el portal oficial del club. Lo saben bien los dueños. El hombre que pierden representa el éxito de una fórmula que hizo del dinamismo, la humildad, la pasión y la camaradería, fuente inagotable de emociones. La clave del salto exponencial en las posibilidades económicas y deportivas de una institución que después de 40 años de declive volvió a situarse entre las más poderosas del fútbol mundial.
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