Señoras y señores del Gobierno: en esto no nos podéis fallar. “Esto” es mantener el listón del espectacular doble récord que ha conseguido España, en siete años, vuestro mandato hasta hoy: en economía y empleo. Vuestras torpezas amenazan con malograr vuestros éxitos.
El Gobierno debe mantener el listón del espectacular récord económico que ha conseguido España en los últimos siete años
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El Gobierno debe mantener el listón del espectacular récord económico que ha conseguido España en los últimos siete años


Señoras y señores del Gobierno: en esto no nos podéis fallar. “Esto” es mantener el listón del espectacular doble récord que ha conseguido España, en siete años, vuestro mandato hasta hoy: en economía y empleo. Vuestras torpezas amenazan con malograr vuestros éxitos.
Datos desnudos: la española vuelve a ser por segundo año la economía avanzada que más crece. Más que Estados Unidos, y el cuádruple (2024) y triple (2025) que la eurozona. Pas mal. Tras la Comisión, el BCE, la OCDE y el FMI, ya hasta la oposición lo reconoce, a regañadientes.
Datos desnudos: el mercado laboral, gracias a la inmigración, rebota. Registra récords positivos desde antes de 2008: el 10,45% de paro (a septiembre). Todavía el doble de la UE, esa crítica legítima. Pero aún más inferior a los picos domésticos: el 25,7% a igual fecha de 2013, y el absoluto del 26,94% a final de ese año, con Gobierno de Mariano Rajoy: hay, ay, quien lo olvida.
Y España se encarama al récord de empleo de toda su historia: 22,3 millones de ocupados contra 19,3 millones a medio 2018: tres millones de empleos netos creados con el Gobierno de coalición.
Claro que quedan asignaturas pendientes: vivienda; recuperación insuficiente del poder adquisitivo y la renta per capita; lento aumento de la inversión; productividad regulín; absentismo creciente. En suma, insuficiente alcance de la redistribución operada, contra la tesis del reaccionarismo. Traducción: malestar social; deterioro del sentimiento económico, azuzado por los catastrofistas (Termómetro 5D, EL PAÍS, 14/10); auge extremista.
Para más inri, saltan alarmas, pues afloran torpezas:
Primera. El retraso en aprobar el decreto de ayudas (500 millones) a los enfermos de ELA casi un año tras aprobarse la ley. Y cuatro años largos desde que entró al Congreso la primera proposición. La culpa no es solo del Gobierno, pero también.
Segunda. El error de plantear alzas exageradas para la cotización de los autónomos a la Seguridad Social. No vale escudarse en que respondían al pacto de 2022 para garantizar la equidad de sus aportaciones con las de otros trabajadores y la sostenibilidad de las pensiones. No al esfuerzo imposible. No al globo sonda sin explicación. No a planes sin colchón social. Dato desnudo: de la primera propuesta a la final, el tope de la horquilla para los cotizantes máximos se ha reducido ¡en 14 veces! El letal exceso desemboca, al cabo, en brutal reducción.
Y tercera, esa suicida idea populista para la vivienda. Congelar precios (no solo toparlos, que dio algún fruto, aunque contradictorio, en zonas tensionadas) a todos los alquileres, reduciría aún más la asmática disponibilidad de pisos. Pensar solo en mejorar las condiciones de acceso a la vivienda, si la oferta se desploma, es un tiro al pie de la razón progresista. Y al corazón de la sociedad.
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