Ni siquiera es necesario hacer un esfuerzo de memoria para recordar la última vez que la Unión Europea anunció una partida multimillonaria para ayudar a Estados miembros a paliar los estragos de las últimas inundaciones o incendios (fue hace menos de una semana). El Banco Europeo de Inversiones (BEI) y la ONG WWF se proponen ahora hacer algo más proactivo: acelerar la —muy necesaria— adaptación de Europa a los estragos del cambio climático para los que las propias instituciones europeas reconocen que no está lo suficientemente preparada.
El “banco verde” europeo y la ONG medioambiental impulsarán durante cuatro años proyectos de restauración de ecosistemas en el ámbito de la agricultura, la energía o la resiliencia urbana
Ni siquiera es necesario hacer un esfuerzo de memoria para recordar la última vez que la Unión Europea anunció una partida multimillonaria para ayudar a Estados miembros a paliar los estragos de las últimas inundaciones o incendios (fue hace menos de una semana). El Banco Europeo de Inversiones (BEI) y la ONG WWF se proponen ahora hacer algo más proactivo: acelerar la —muy necesaria— adaptación de Europa a los estragos del cambio climático para los que las propias instituciones europeas reconocen que no está lo suficientemente preparada.
Para ello, han anunciado este martes una alianza para promover soluciones basadas en la naturaleza (SbN) que ayuden a “proteger a las sociedades y las economías de los crecientes efectos de la doble crisis climática y de biodiversidad”, según explican en un comunicado conjunto.
Las SbN son sistemas o procesos naturales que se usan para ayudar a lograr objetivos sociales. Cubren un amplio espectro: desde la preservación de bosques —que ayudan a prevenir o a reducir las emisiones de carbono y mitigar deslizamientos de tierras, entre otros— o arrecifes de coral que frenan el deterioro de las cosas, a la promoción de la construcción en ciudades de infraestructura verde, como techos verdes o humedales artificiales, que actúan como contrapeso al calentamiento global y permiten bajar las temperaturas en las urbes que afectan, sobre todo, a los más vulnerables. El principio que rige las SbN, explica WWF, es que cuando los ecosistemas son saludables y están bien administrados, brindan beneficios y servicios esenciales a las personas, como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, garantizar la seguridad de los recursos hídricos, hacer que el aire sea más limpio para respirar o proporcionar más seguridad alimentaria.
Las SbN no son una solución mágica ni única, pero sí una herramienta más. Y no están las cosas como para descartar opciones: Europa es el continente que más rápidamente se está calentando, al doble de velocidad que el resto del planeta. A comienzos de año, la Agencia Medioambiental Europea alertó de que la Unión Europea no está preparada ante unos riesgos climáticos que aumentan más rápido que las políticas de mitigación y señaló 36 riesgos climáticos que requieren una acción “urgente y contundente” si no se quiere que acaben siendo “catastróficos”. En juego, subrayaba el informe, están “cientos de miles de vidas” y pérdidas por hasta un billón de euros anuales solo en la UE. Y es un suma y sigue: la Comisión Europea ha advertido por su parte de que, si no se actúa ya, la UE sufrirá una caída del 7% del PIB hasta finales de siglo. Y eso solo son, puntualiza, las previsiones más conservadoras.
“Europa sufre un retraso considerable respecto a sus necesidades de adaptación al cambio climático”, resume Ambroise Fayolle, vicepresidente del BEI encargado de Acción Climática y Transición Justa. “Queremos apoyar más proyectos SbN para restaurar y proteger la biodiversidad y reforzar la resiliencia climática de nuestra sociedad” y acuerdos como el ahora cerrado permitirán lograr “resultados tangibles a gran escala”, confía.
El memorando de entendimiento entre la entidad bancaria europea dirigida por la española Nadia Calviño y WWF es una alianza de cuatro años que se centrará en proyectos de restauración de ecosistemas vinculados a sectores como la agricultura, la energía o la resiliencia urbana que “aprovecharán la fuerza de la naturaleza para reforzar la adaptación climática en Europa” y ayudarán, a la par, a “revertir la pérdida de naturaleza en el continente”, destacan ambas partes.
Para ello, WWF creará, en el marco del acuerdo con el BEI, un “mecanismo de incubación” para desarrollar SbN “desde su origen hasta que estén listas para recibir financiamiento”. Por su parte, el prestamista de la UE, que gusta llamarse el “banco del clima”, proporcionará “orientaciones” sobre cómo movilizar la financiación pública y privada necesaria para esos proyectos. Una gestión necesaria, subrayan las dos partes, puesto que los proyectos SbN afrontan “obstáculos significativos” para su desarrollo, desde una falta de conocimiento de los mismos por parte de los inversores a la “necesidad de construir consenso” para su consecución entre un amplio espectro de actores locales.
El acuerdo “nos permitirá crear una cartera de proyectos que aprovechen la naturaleza sin dañarla”, indica la directora general de WWF, Kirsten Schuijt. Unos proyectos, agrega, que “amplificarán el poder de la naturaleza para proteger a los ciudadanos europeos de los crecientes efectos del cambio climático, e particular de las sequías y las inundaciones fluviales y costeras que asolan el continente”. Y es que en una Europa que ya está sufriendo las consecuencias —físicas, económicas y en coste humano— del cambio climático, “la naturaleza es nuestra mejor aliada para adaptarnos a temperaturas más altas”, acota la directora de la oficina europea de WWF, Ester Asin. “Solo trabajando con la naturaleza podemos limitar el impacto drástico del cambio climático”, sostiene.
Sociedad en EL PAÍS