El euro se fortalece a niveles previos a la victoria de Trump y entierra el debate sobre la paridad

El titular estuvo cerca de llegar a la imprenta: “El dólar alcanza la paridad con el euro”. No faltó demasiado. La victoria electoral de Donald Trump propulsó a la divisa estadounidense y el 13 de enero la moneda única llegó a cambiarse por 1,0198 billetes verdes, a tiro de piedra del uno por uno. Pero dos meses pueden ser un mundo en el planeta Trump. Desde esos mínimos, el euro se ha revalorizado un 6%, hasta los 1,08 dólares, unos niveles que no se veían desde antes de las elecciones de noviembre. Las expectativas de un sorpasso que se adivinaba inminente quedan así enterradas.

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 La moneda única se está beneficiando de los planes de más inversión en Europa, con Alemania a la cabeza, así como del impacto sobre el dólar de la errática política comercial de EE UU  

El titular estuvo cerca de llegar a la imprenta: “El dólar alcanza la paridad con el euro”. No faltó demasiado. La victoria electoral de Donald Trump propulsó a la divisa estadounidense y el 13 de enero la moneda única llegó a cambiarse por 1,0198 billetes verdes, a tiro de piedra del uno por uno. Pero dos meses pueden ser un mundo en el planeta Trump. Desde esos mínimos, el euro se ha revalorizado un 6%, hasta los 1,08 dólares, unos niveles que no se veían desde antes de las elecciones de noviembre. Las expectativas de un sorpasso que se adivinaba inminente quedan así enterradas.

¿Qué ha pasado en estas ocho semanas? Dos elementos están marcando el paso en el cambio de tendencia. Por un lado, los datos de consumo, los de confianza de los consumidores, las expectativas de inflación, las cifras de déficit comercial y otros indicadores apuntan a un debilitamiento de la actividad en Estados Unidos, hasta el punto de que la Reserva Federal de Atlanta prevé una contracción de la economía este trimestre.

Un menor crecimiento eleva la presión sobre la Reserva Federal para volver a bajar los tipos de interés, lo cual debilita al dólar, como señala un informe de Bank of America. “Las tasas descuentan más recortes de la Fed, augurando que se centrará más en el debilitamiento de las perspectivas de crecimiento que en los crecientes riesgos de inflación”.

Las malas noticias para el dólar han coincidido en el tiempo con las positivas para el euro, originando una tormenta perfecta. Alemania ha anunciado una reforma para liberarse del corsé que suponía el freno de la deuda, y tener así vía libre para sacar la chequera para gastar en infraestructuras y defensa. Junto al sustancial aumento del gasto militar propuesto por la Comisión Europea para hacer frente a la amenaza rusa, supondrán, sobre el papel, un estímulo para el crecimiento del continente, impulsando a la divisa comunitaria.

“Existe riesgo a la baja en el crecimiento americano y al alza en el europeo. Eso es lo que respalda al euro. No es tanto que Trump prefiera un dólar débil, sino el efecto de sus volátiles políticas en minar el crecimiento de EE UU”, resume Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners. Coincide en el diagnóstico David Meier, economista de Julius Baer. “La formulación de políticas erráticas, la creciente incertidumbre comercial y los riesgos de estanflación están erosionando el atractivo del dólar estadounidense y sus características de refugio seguro”, advierte.

Otros factores están contribuyendo a prolongar el rally del euro, como el cambio de lenguaje del Banco Central Europeo, que el pasado jueves abrió la puerta a hacer una pausa en sus recortes de tipos después de acometer seis rebajas en siete reuniones. Y puede haber catalizadores futuros: una sorpresa favorable en Ucrania, esto es, la firma de un acuerdo de paz, se traduciría en nuevos repuntes para el euro, al ser el continente el gran perjudicado por el conflicto por razones geográficas y de dependencia energética.

Cambio de tendencia

Los expertos de Bank of America apuntan que el euro fuerte ha llegado para quedarse. No solo eso. Si sus predicciones se cumplen, lo visto hasta ahora sería solo un aperitivo: sus nuevos cálculos elevan a 1,15 dólares el cambio frente al euro para finales de 2025, y a 1,20 dólares para 2026, todo un shock para el mercado de divisas. “Lo que ocurrió en Europa esta semana es, en nuestra opinión, un cambio radical, mucho más [potente] y antes de lo que esperábamos”, afirman para justificar las valoraciones.

El consenso sobre la inyección de optimismo que ha supuesto para el euro el plan germano es prácticamente total. “La promesa de Alemania de ‘hacer lo que sea necesario’ ha impulsado ampliamente al euro”, concluye un documento de UBS, citando la célebre frase de Mario Draghi en plena crisis de la moneda única. Sin embargo, la entidad suiza tira de prudencia: “El impacto general dependerá del alcance final de estos fondos, el calendario de implementación y si la mayor parte del dinero se destina a empresas de defensa europeas, o en su lugar escapa al extranjero”.

Aunque el estado de ánimo de los mercados es el que es, todavía hay circunstancias que podrían hacer revivir al dólar. Karsten Junius, economista jefe del banco suizo J. Safra Sarasin, cree que la resistencia del mercado laboral estadounidense, con unos salarios reales que continúan al alza, complica una caída de la inflación en EE UU. “Nuestra convicción es que la trayectoria de recortes de tipos de la Fed debería permanecer bastante plana, lo que probablemente seguirá respaldando un dólar fuerte durante la mayor parte de este año”, sostiene. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, tampoco parece dispuesto a precipitarse. “No tenemos por qué apresurarnos, estamos bien posicionados a la espera de una mayor claridad”, dijo en Nueva York esta semana.

Bank of America evoca otro punto que podría detener el auge del euro. “El riesgo para nuestras previsiones sigue siendo un escenario de aranceles agresivos por parte de Estados Unidos contra la UE”, detalla. Si bien estima que ese efecto favorable para el billete verde, en caso de producirse, duraría poco, porque el impacto negativo de la guerra comercial para el crecimiento estadounidense pronto se volverían en contra del dólar.

La gran pregunta es, ¿beneficia a Europa una divisa fuerte? Y la respuesta es que depende. Países con empresas con músculo exportador hacia EE UU podrían verse penalizados, porque sus productos pasan a ser menos competitivos. Los destinos europeos más turísticos también se arriesgan a perder atractivo para el viajero estadounidense al encarecerse. A cambio, favorece a los visitantes europeos en EE UU, y sobre todo, reduce la factura en energía de los países del euro, contribuyendo así a relajar la inflación europea.

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