El negocio tras la amenaza del alga asiática: «Su impacto en los fondos marinos no tiene precedentes»

Andalucía aprueba un plan de gestión para permitir la extracción con fines comerciales de esta especie invasora que se sigue extendiendo por los fondos rocosos del litoral y que podría usarse ahora como fertilizante o para fabricar plantillas de calzado Leer Andalucía aprueba un plan de gestión para permitir la extracción con fines comerciales de esta especie invasora que se sigue extendiendo por los fondos rocosos del litoral y que podría usarse ahora como fertilizante o para fabricar plantillas de calzado Leer  

Se extiende como una alfombra por los fondos rocosos de las costas andaluzas y mediterráneas tras haber llegado desde el Pacífico en los barcos de mercancías (en sus aguas de lastre) o también, probablemente, a través de la importación de ostras. El alga asiática, extremadamente invasora y peligrosa, se ha convertido en un problema para la pesca y para el turismo, pues ha colonizado a un ritmo muy preocupante muchos puntos de las costas de Francia, Italia, Portugal y España, donde se detectó por primera vez en Ceuta (2015) y, posteriormente, en las playas del Estrecho (2016).

Se trata de un alga parda, de nombre científico rugulopteryx okamurae,y ha mostrado un voraz carácter invasor en las costas españolas, fundamentalmente en aguas del Mediterráneo y en fondos rocosos, produciendo importantes impactos económicos en el sector pesquero, así como daños ecológicos, «amenazando la biodiversidad de los fondos marinos españoles», según se informa en la Estrategia de gestión, control y posible erradicación del alga asiática (Rugulopteryx okamurae) publicada en 2022 por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Tras un análisis de riesgos, la especie fue incluida a finales de 2020 en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. «El impacto ambiental que está produciendo en los fondos marinos españoles no tiene precedente», se afirma en este documento. Ya hay registros de la presencia del alga desde Faro (Portugal) hasta San José (Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, Almería) y Águilas (Murcia), lo que supone que se ha extendido por todo el sur peninsular.

La especie es originaria de las costas de China, Corea, Japón, Taiwán y Filipinas, y hasta que apareció en las costas del Estrecho de Gibraltar, sólo se conocía como introducida en las costas mediterráneas francesas, pero sin mostrar carácter invasor. Hoy ya es un quebradero de cabeza también para las autoridades de Marruecos, Francia y Portugal, tanto en su costa continental como en las Islas Azores.

Su elevada capacidad de reproducción (tanto en su crecimiento vegetativo como en la formación de nuevos individuos) genera grandes acúmulos de biomasa, de tonos parduscos (verde oliváceo, marrón y ocre) que se desplazan con las corrientes y el oleaje y llegan a las playas en forma de inmensos arribazones que tapizan la arena. Además, los pescadores las prenden en sus redes de forma accidental, lo que provoca una disminución de las capturas e importantes daños en los aperos de pesca.

Se multiplica de forma exponencial allí donde se instala y, una vez introducida, «homogeniza rápidamente los fondos marinos, afectando de manera importante a la biota marina y produciendo importantes impactos económicos, sin haberse observado regresión alguna de sus poblaciones en las zonas invadidas», sostiene el informe técnico del Ministerio.

Hoy muchos ayuntamientos de la franja costera de Almería, Granada, Málaga o Cádiz emplean ingentes cantidades de recursos en eliminar a diario las algas de los arenales. Desde que se ha convertido en un problema, varios equipos de investigación buscan vías para darle un destino rentable, de manera que su aprovechamiento permita reducir el coste de su retirada en grandes cantidades de las playas: como fertilizante, como combustible, para la elaboración de bioplásticos, con fines cosméticos, como material para bioconstrucción o para la fabricación de plantillas para el calzado.

La aprobación este mes de julio por parte de la Junta de Andalucía del Plan de Gestión frente al alga exótica Rugulopteryx okamurae (es la primera comunidad en tener un plan propio como exige la Estrategia del Ministerio) desbloquea de alguna forma la vía para la comercialización, de manera que los ayuntamientos, bien de forma directa o bien mediante empresas colaboradoras, podrán dar aprovechamiento a las algas retiradas por toneladas de sus playas. Cada proyecto, no obstante, tendrá que recibir una autorización específica de la Unión Europea que se tramita a través del Ministerio.

La vigilancia de los residuos retirados de las playas es fundamental para evitar su expansión accidental por áreas a las que aún no ha llegado el alga asiática. Por eso su transporte y almacenamiento está muy controlado y se exige que el alga esté inactivada (que no tenga ya vías de reproducirse) antes de ser manipulada o reciclada en la industria.

Uno de los proyectos que estaba a la espera de ese Plan de Gestión de la Junta de Andalucía es el que contempla su utilización en la fabricación de plantillas para el calzado. Antonio Vegara, profesor del Centro de Educación Permanente de Tarifa, coordinó la investigación y llegó a fabricar unos 3.000 prototipos y a negociar su comercialización para Mango, la firma internacional de moda. Pero el Ministerio frenó su tramitación ante la UE a falta de ese plan de gestión autonómico que, ahora sí, está ya aprobado.

El mismo Centro de Educación Permanente de Tarifa (cofinanciado por la Junta y el Ayuntamiento) trabaja ya en un segundo proyecto, esta vez para el uso del alga como fertilizante en plantaciones de aguacate, lo que permitiría la reducción del consumo de agua de este cultivo. Antonio Vegara explica, en conversación con EL MUNDO, cómo se ha conseguido aumentar la resiliencia de la planta, reduciendo sus necesidades de agua y frenando el hongo aéreo que le afecta.

Este proyecto piloto, respaldado por el Instituto Andaluz de Biotecnología y Desarrollo Azul de la Universidad de Málaga, contempla el transporte del alga en envases herméticos hasta una finca de fermentación en Castellar de la Frontera (Cádiz), donde será procesada hasta quedar totalmente inactivada, impidiendo su reproducción y expansión. Asimismo, la recolección se limitará exclusivamente a arribazones ya desprendidos, sin afectar al alga viva ni al ecosistema marino o a especies protegidas, como la patella ferruginea.

«Este proyecto representa una nueva vía para mitigar el daño ecológico que genera esta especie invasora y abre la puerta a un modelo de economía circular, en el que un problema ambiental puede convertirse en una oportunidad para la agricultura sostenible y la innovación», explicó durante su presentación la consejera de Sostenibilidad y Medio Ambiente, Catalina García.

El Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria (IFAPA) también investiga el uso del alga invasora como abono para la agricultura y su aprovechamiento como bioestimulante y fertilizante.

Juan Antonio Martín, jefe del Servicio de Geodiversidad y Biodiversidad de la Dirección General de Política Forestal y Biodiversidad de la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente, cree que el plan de gestión de la Junta va a contribuir a desbloquear la vertiente comercial de todos estos proyectos de investigación y «abre un abanico de posibilidades» para el aprovechamiento del alga, que ayudará a financiar su recogida de las playas». De momento, la retirada del residuo del litoral es la única medida en el tratamiento del problema. No hay, hasta la fecha, ninguna herramienta efectiva que frene la expansión de esta especie invasora que está alterando el hábitat de muchas especies autóctonas como peces de roca o crustáceos. «El medio marino dificulta enormemente el abordaje del problema, aunque se está haciendo un seguimiento exhaustivo de la evolución de la especie», apunta Martín.

Mientras, los bañistas sortean grandes extensiones de algas para acceder a la orilla en muchas playas andaluzas. Las alfombras parduzcas que ocultan la arena constituyen una molestia para el veraneante pero no en todos los casos se trata de algas invasoras. Sigue habiendo grandes extensiones de especies autóctonas que el mar deja sobre la arena y se retiran a diario de los municipios costeros.

El Gobierno andaluz viene reclamando al Ejecutivo central una mayor implicación en este problema que afecta ya a gran parte del litoral. «Reclamamos una reforma normativa que permita el uso controlado de la biomasa, ayudas específicas para los municipios costeros y el sector pesquero, así como la creación de un fondo estatal que alivie los costes que ahora asumen los ayuntamientos en solitario», ha solicitado la consejera.

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