Llegó el momento de la verdad. Pedro Sánchez tratará este sábado, en el Comité Federal más delicado desde aquel del 1 de octubre de 2016 en el que fue destituido como líder del PSOE, de demostrar que está en condiciones de seguir adelante tras el escándalo de corrupción que mantiene al anterior secretario de organización, Santos Cerdán, en prisión preventiva desde el lunes. El líder del PSOE intentará responder a las demandas de cambios de fondo en el funcionamiento del partido con una serie de nuevas medidas anticorrupción internas, que serán seguidas por otras más generales que anunciará en el Congreso de los Diputados el miércoles.
El Comité Federal de este sábado pondrá a prueba la resistencia del partido y hasta dónde llega la contestación interna
Llegó el momento de la verdad. Pedro Sánchez tratará este sábado, en el Comité Federal más delicado desde aquel del 1 de octubre de 2016 en el que fue destituido como líder del PSOE, de demostrar que está en condiciones de seguir adelante tras el escándalo de corrupción que mantiene al anterior secretario de organización, Santos Cerdán, en prisión preventiva desde el lunes. El líder del PSOE intentará responder a las demandas de cambios de fondo en el funcionamiento del partido con una serie de nuevas medidas anticorrupción internas, que serán seguidas por otras más generales que anunciará en el Congreso de los Diputados el miércoles.
La más llamativa es que el PSOE, según fuentes de la cúpula, hará controles de situación patrimonial de forma aleatoria a todos los altos cargos del partido, precisamente para prevenir que alguno de ellos se esté enriqueciendo en su puesto de manera secreta. Estos controles aleatorios, que, por tanto, pueden llegar en cualquier momento y de forma sorpresiva para los miembros de la cúpula socialista, se añaden a la declaración de bienes y actividades que es obligatoria, como sucede para los parlamentarios y los miembros del Ejecutivo. Pero ahí se puede ocultar información, como ha demostrado el caso Cerdán. Sin embargo, en un control patrimonial aleatorio hecho por expertos es más difícil el engaño.
Otra medida importante que se pondrá en marcha como consecuencia del escándalo —y para dar una respuesta a todos los que están pidiendo que Sánchez dé un mensaje claro de cambios para que algo así no pueda volver a suceder— es que las decisiones, en especial las económicas, se harán de manera más horizontal y con varios controles, para evitar el poder absoluto que tenía alguien como Cerdán, que no tenía prácticamente ningún contrapoder interno desde que Adriana Lastra, harta de librar su batalla interna contra él sin el respaldo de La Moncloa, dimitió de vicesecretaria general y se fue a Asturias, donde ahora es delegada del Gobierno.
El PSOE establecerá un mecanismo de control cruzado con cargos colegiados y doble firma para los secretarios de organización y puestos clave de la estructura orgánica, según fuentes de la organización. Cualquier decisión importante y económica, como las empresas que contratan con el partido para actos, por ejemplo, uno de sus principales gastos, tendrá así varios controles y no la podrá tomar una sola persona. El PSOE confía en que este tipo de mecanismos, habitual en otras organizaciones, pero que no suele hacerse en los partidos, donde el poder es totalmente piramidal y responde a la confianza política, servirá para minimizar los riesgos de una desviación.
También se aumentarán los controles a través de otra vía, con el reforzamiento de la autonomía y la potencia del sistema interno que vela por el cumplimiento de la normativa. A partir de ahora dependerá directamente de la Ejecutiva Federal, y no, por tanto, de la secretaría de Organización, epicentro del escándalo, con sus dos últimos máximos responsables, Santos Cerdán y José Luis Ábalos, imputados en un caso grave de corrupción y el primero en prisión preventiva. Y además se reforzará este sistema de cumplimiento normativo, con más miembros, más recursos propios y la capacidad de encargar auditorías a empresas externas. Además, este organismo podrá pedir a cualquier miembro del partido que de forma secreta le ofrezca datos para investigar posibles indicios de corrupción. Todas estas medidas han sido trabajadas en las últimas semanas con discreción por un equipo coordinado por María Jesús Montero, número dos del PSOE y vicepresidenta primera del Gobierno, y en el que estaban Cristina Narbona, presidenta del partido, y Manuel Escudero, un economista muy cercano a Sánchez.
El complejo Comité Federal de este sábado, que llega en medio de la crisis más peligrosa para la supervivencia política de Sánchez desde que es presidente del Gobierno, pondrá a prueba la resistencia del PSOE y hasta dónde llega la contestación interna. El principal órgano de decisión de los socialistas no será la habitual sesión de campo y playa en que el hiperliderazgo de Sánchez lo ha convertido desde su reelección en las primarias de 2017, pero en ningún caso se convertirá tampoco en un pandemónium como el cónclave que forzó la dimisión del secretario general el 1 de octubre de 2016.
Los cambios en la ejecutiva, con el círculo del ex secretario de Organización degradado y su relevo por Rebeca Torró, un perfil con el que Sánchez confía en transmitir una renovación que el tiempo dirá si es real o estética —compartirá el área con Paco Salazar, Anabel Mateos y Borja Cabezón, tres adjuntos en lo que algunos dirigentes interpretan como un tutelaje y otros defienden como un refuerzo de los controles internos con independencia de los galones— y la reforma de los estatutos del PSOE para expulsar a los clientes de prostitución son la tarjeta de presentación con la que Sánchez confía en haber apaciguado lo suficiente el magma socialista en el comité más trascendental desde el que hace año y medio aceptó como un mal menor la concesión de la amnistía para revalidar el Ejecutivo.
“Tenemos que salir con una hoja de ruta en la que quede claro que el objetivo principal es mantener el Gobierno. Tenemos motivos políticos de peso cuando además somos el único gran gobierno de izquierdas que queda en Europa, donde nos hemos convertido en la aldea gala que ha resistido a la ultraderecha”, piensa una dirigente de la dirección del PSOE que se ha ganado el afecto, y respeto, de todas las federaciones. Un líder territorial, en cambio, acuden a Ferraz con la certeza de que “hay que preservar el partido porque sin PSOE no hay Gobierno”. Una opinión que comparte otro secretario general autonómico: “Antes o después dejaremos La Moncloa, y si para entonces no hay partido nos vamos a tirar una década larga en la oposición”. La duda es si dirán lo que realmente piensan en la reunión a puerta cerrada.
La estrategia que Sánchez ha diseñado, con más anuncios para combatir la corrupción en un comité que según los vaticinios se alargará hasta la tarde —lo habitual son una veintena de intervenciones y se baraja que sean el doble o más— y en que los socialistas harán una introspección dolorosa de cómo se le pudo conceder durante los últimos ocho años un poder sin contrapesos a José Luis Ábalos y a Cerdán como secretarios de Organización, no se ha limitado al remozado de la dirección. Y tampoco a los guiños a las feministas, cuyas referentes fueron laminadas durante el mandato de Cerdán, con el refuerzo del código ético y volver a llevar al Congreso la abolición de la prostitución. La guardia pretoriana de Sánchez, es decir, algunos de ellos ministros recién elegidos secretarios generales en sus federaciones, lleva días volcada en amarrar un comité federal con muchísima presión para el presidente. El líder socialista se ha reforzado aún más en los órganos del partido tras el Congreso Federal de finales del año pasado en Sevilla: cuadros considerados críticos o al menos no lo suficientemente en sintonía con Sánchez y su política de alianzas no repitieron en las listas y se quedaron fuera del Comité Federal.
“No es el comité federal, es el comité central del PCUS [el partido comunista soviético]”, ironiza un cargo en las antípodas de Sánchez. “Pedro lleva dos congresos federales presentándose como candidato único desde la presidencia de Gobierno, pero el partido tiene que demostrar que tiene vida, aunque no nos engañamos”, apostilla.
La reunión de la cúpula socialista en Ferraz revelará el dominio que el presidente tiene del PSOE. Será el estreno como líder territorial del ministro Óscar López, que sustituyó en Madrid a Juan Lobato, una de las voces críticas que tenía Sánchez. Lo mismo que Javier Lambán en Aragón, al que Pilar Alegría ha sucedido también sin necesidad de primarias y con una candidatura de unidad. El caso de Andalucía es distinto, donde María Jesús Montero ha desembarcado pero no porque Juan Espadas cuestionase a Sánchez. Los ministros Ángel Víctor Torres (Canarias), Diana Morant (Comunidad Valenciana) están igualmente alineados con la línea oficialista, como también sucede con la presidenta del Congreso, Francina Armengol, secretaria general de Baleares. La historia se repite con el president catalán y líder del PSC, Salvador Illa, otro de los puntales de Sánchez: la apuesta de Montse Mínguez como portavoz del PSOE es una demostración de lo engrasada que está la relación entre los dos partidos hermanos. Descartado el asturiano Adrián Barbón, que anunció a última hora que no asistirá al comité federal por una enfermedad, la presidenta navarra María Chivite bastante tiene con el mazazo que le ha supuesto el escándalo de Cerdán, que fue su número dos en la federación.
Por tanto, las voces críticas de peso se limitarán salvo sorpresa a Emiliano García-Page y a cuadros de segundos niveles. El barón de Castilla-La Mancha aseguró este viernes, en su décimo aniversario como presidente autonómico, que su Ejecutivo ha ido cumpliendo sus objetivos y compromisos, mientras “algunos no saben ni siquiera si van a cumplir el fin de semana en el mismo cargo o si van a seguir en la política”. La expectativa está puesta en el discurso del presidente, en las medidas que anuncie, en los cambios que se confirmarán este sábado y también en la posibilidad de que algunos discursos, aunque no pidan la dimisión de Sánchez, algo que no tiene un respaldo significativo en el PSOE, sí puedan plantear la gravedad de la situación y exigir medidas más contundentes.
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