El PSOE sofoca la rebelión de Lobato antes del Congreso Federal: así fueron sus últimas 72 horas

Juan Lobato tomó la decisión de dimitir como secretario general del PSOE de Madrid el martes por la noche. Técnico de Hacienda del Estado, si de algo sabe es de cifras y los números habían dejado de darle la razón. “Ya no le quedaba prácticamente ningún apoyo en el partido”, resumen fuentes de su confianza. La espantada de sus apoyos orgánicos más fieles y la presión que le llegaba de muchos de los secretarios generales de agrupaciones clave en su victoria en las primarias de 2021, en las que obtuvo un respaldo del 61%, un porcentaje discreto pese a ser el candidato oficialista, es decir, el señalado por Ferraz, minaron su resistencia. Aun así, Lobato demoró la decisión y no claudicó formalmente hasta las 14.21 en un mensaje a la prensa, a la que siempre ha atendido sin hacer distinciones. La Moncloa, Ferraz y la federación que para muchos en el partido sigue siendo la temida FSM o PSM por mucho que cambie de nombre, respiraron aliviados después de 72 horas de vértigo inéditas, incluso, para los socialistas madrileños.

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 El secretario general tomó la decisión de dimitir el martes por la noche tras constatar que se había quedado sin apoyos  

Juan Lobato tomó la decisión de dimitir como secretario general del PSOE de Madrid el martes por la noche. Técnico de Hacienda del Estado, si de algo sabe es de cifras y los números habían dejado de darle la razón. “Ya no le quedaba prácticamente ningún apoyo en el partido”, resumen fuentes de su confianza. La espantada de sus apoyos orgánicos más fieles y la presión que le llegaba de muchos de los secretarios generales de agrupaciones clave en su victoria en las primarias de 2021, en las que obtuvo un respaldo del 61%, un porcentaje discreto pese a ser el candidato oficialista, es decir, el señalado por Ferraz, minaron su resistencia. Aun así, Lobato demoró la decisión y no claudicó formalmente hasta las 14.21 en un mensaje a la prensa, a la que siempre ha atendido sin hacer distinciones. La Moncloa, Ferraz y la federación que para muchos en el partido sigue siendo la temida FSM o PSM por mucho que cambie de nombre, respiraron aliviados después de 72 horas de vértigo inéditas, incluso, para los socialistas madrileños.

El lunes por la mañana Lobato no es consciente de la gravedad de la crisis que ha estallado la noche anterior. Ese día, alrededor de las 20.00, llama a Pilar Sánchez Acera para decirle que Abc va a publicar una información sobre los mensajes de WhatsApp que habían mantenido ocho meses antes acerca del caso que afecta a la pareja de Isabel Díaz Ayuso, y que Sánchez Acera le dice haber obtenido de medios de comunicación, antes de la sesión de control del 14 de marzo en la Asamblea de Madrid.

Lo que no le cuenta Lobato es que esa tarde ha quedado con dos periodistas del medio. Tampoco entra en detalles del contenido de la información. Menos de dos horas después, el diario publica en su portada que “Moncloa filtró el documento secreto sobre el novio de Ayuso y trató de implicar a Lobato”. El PSOE se entera de que Lobato acudió en noviembre a un notario para registrar una conversación con una persona que además no es una cualquiera: Sánchez Acera es la número tres de la dirección regional, es alguien que le ayuda semana a semana a preparar sus intervenciones en el Parlamento regional y además había sido hasta septiembre la jefa de gabinete en La Moncloa de Óscar López, director de gabinete de Pedro Sánchez hasta su nombramiento como ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública. Sin pretenderlo, Lobato ha activado “una bomba nuclear” que se lo terminará llevando por delante y que siembra la duda de si el Gobierno había obtenido la información a través de la Fiscalía.

El dirigente del PSOE madrileño emite un comunicado a las 22.21 del domingo en el que sostiene que acreditó ante notario que ni los socialistas madrileños ni La Moncloa habían recibido de la Fiscalía ninguna información en absoluto relativa al novio de Ayuso. Pero el daño ya está hecho. Lobato inicia la mañana del lunes una gira por seis medios. Un carrusel que le lleva por la Cope, Onda Cero, Antena 3, Cuatro, La Sexta y TVE. El PSOE asiste estupefacto. Nadie entiende nada. Sus explicaciones producen el efecto contrario mientras la desazón ya cunde en su equipo. Ni los más cercanos sabían que había ido al notario.

Aun así, Lobato quiere seguir manteniendo las reuniones que tenía previstas para el miércoles y el jueves, antes de viajar el viernes a Sevilla al 41º Congreso Federal del PSOE al frente de la delegación madrileña. Pero todo cambia sobre la una y media: el Tribunal Supremo lo acaba de citar como testigo el viernes a las diez de la mañana por el caso de la filtración de los correos de la pareja de Ayuso. Ahí empieza a quebrarse.

Decide irse a su casa, donde se recluye. Son poco más de las tres de la tarde. Y apenas atiende llamadas, tan solo a un puñado de cuadros de su confianza. “No nos cogía el teléfono a nadie” era la tónica. Lobato se refugia en su familia. Aprovecha y coloca el árbol de Navidad en su vivienda unifamiliar en Soto del Real, donde se convirtió en 2015 en el primer alcalde socialista desde Eugenio Candelas, al que fusilaron en la Guerra Civil en 1939. Mientras, el malestar en Madrid provoca una reacción en cadena en la que dirigentes de peso de la federación terminan pidiendo esa noche la dimisión de Lobato al entender que “ha cometido un acto de deslealtad” y “ha traicionado la confianza de una compañera”.

La situación se enreda todavía más el martes. Son las 8.06 y Lobato convoca a la prensa en la Asamblea de Madrid a las 9.30. Avisa a una veintena de personas para que acudan a su declaración. Los convocados transmiten a otros compañeros de partido que no saben a qué van. No tienen la certeza de que Lobato vaya a dimitir, aunque esa sea la sensación generalizada. Y errónea. “Ojo, que va a ser que sigue”, pone sobre aviso un peso pesado de la federación a su gente de confianza.

La premura de la convocatoria y el tráfico hacen que no acudan muchos cargos, apenas un puñado a la brevísima comparecencia sin preguntas de Lobato, que empieza con unos 20 minutos de retraso. Marta Bernardo, la secretaria de Organización, llega cuando ya ha terminado. Otros dirigentes se ponen de perfil y directamente no se presentan. Alrededor del mediodía, Lobato acude a la notaría para reclamar el documento que tiene que entregar en el Supremo. Lo hace solo, pese a que en un primer momento le iba a acompañar un integrante de su equipo.

Ya por la tarde, Lobato se dedica a responder y a recibir llamadas de diputados y secretarios generales de agrupaciones en su casa. Las conversaciones van en la misma línea: prácticamente todos le dicen que tiene que dimitir antes del viernes. Que no puede ir al Tribunal Supremo como secretario general del PSOE de Madrid porque sería la primera vez que eso ocurre. Le piden que tampoco vaya a Sevilla. Hay quienes le ruegan que dé un paso al lado para mantener cierto bagaje político y no arrastrar al partido consigo.

El miércoles quienes logran hablar con él lo ven tan tocado que dudan que llegue al viernes como secretario general. Sus sospechas se confirman pasadas las dos de la tarde. La agonía termina sin que Lobato haya hablado en toda la semana “ni con Ferraz ni con La Moncloa”, según su entorno. Poco después de renunciar en un comunicado a la prensa, se despide de su ejecutiva con el siguiente mensaje: “Queridos compañeros/as de la CER [Comisión Ejecutiva Regional], hoy finaliza mi etapa de SG [Secretario General] de Madrid. Y por ello la de toda la CER. Quiero agradeceros el trabajo que habéis hecho y el esfuerzo por poner en pie al partido después de pasar su peor momento tras los resultados electorales de 2021. Gracias por vuestras opiniones, criterio e iniciativas. Os animo a seguir con vuestro compromiso y trabajo en esta nueva etapa. Un abrazo, Juan”.

Es el primer mensaje en el chat de la dirección regional desde el domingo a las 23.36, cuando Bernardo remite el comunicado que unos minutos antes se había mandado a los medios de comunicación. “Es que es como una lista de difusión, no podemos participar en él”, explica un miembro de la ejecutiva. “Afortunadamente”, añade con sorna.

El paso atrás de Lobato resuelve otra situación rocambolesca. Este miércoles estaba convocada a las 18.30 una asamblea participativa con la militancia de Tetuán. Se había cerrado la semana pasada y en la agrupación estaban de los nervios. Nadie confirmaba que se fuese a celebrar tras la crisis abierta el fin de semana. El simbolismo era enorme y se habría interpretado como otro desaire directo a Pedro Sánchez, que dio sus primeros pasos como militante del PSOE precisamente en ese distrito de Madrid.

Finalmente, el PSOE de Madrid, la federación con fama de ser la más convulsa de todo el socialismo, acudirá a Sevilla dirigida por una gestora. La presidirá Isaura Leal, presidenta de la federación. No es la primera vez. Ya lo hizo en 2021. Miembro de la Mesa del Congreso y fiel a Sánchez, encabezará la delegación de los socialistas madrileños al 41.º Congreso Federal. La cena que la delegación iba a celebrar el viernes en Sevilla sigue adelante. Un nutrido grupo de los 89 delegados (la federación más numerosa tras la de Andalucía, con 268, y Comunidad Valenciana, con 115) había cancelado su asistencia porque no querían coincidir con Lobato. Aunque no irá, se hablará de él en todos los corrillos.

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