El Rey ha defendido resguardar «ciertos elementos del orden mundial» porque «son el entramado ético sin el cual las relaciones entre los Estados no tendrían más brújula ni sustento que la lucha de poder». Felipe VI se ha pronunciado así, este martes en Barcelona durante un acto organizado por Prisa, para salvaguardar «a toda costa» un mundo que ofrezca un foro de «reflexión e intercambio de ideas» y «diálogo y cooperación» como punto de encuentro para resolver los conflictos. Cualquier alternativa a esta composición global será peor.Su Majestad, en su discurso pronunciado en el foro World in Progress, ha concretado que estos «elementos» a preservar son «la noción de universalidad de los derechos y la dignidad del ser humano, referente ético esencial» y «la legalidad internacional, a las instituciones multilaterales y a la regulación del comercio transfronterizo», un comercio que ha definido, no solo como elemento ideal o infalible, sino como elemento útil.En este sentido, Felipe VI ha dicho que «seguir creyendo en el mundo multilateral no es una muestra de idealismo ‘wilsoniano’, sino, ante todo, un ejercicio de pragmatismo». Y ha precisado que «cualquier alternativa es peor, peor para el conjunto de la comunidad internacional y, desde luego, peor para nuestra región, para la construcción de la Europa unida, que se levanta sobre esas mismas ideas y su sustrato enormemente útil en un mundo gobernado por las ideas contrarias».Una educación de calidadDe la misma manera, el Rey ha pedido a los presentes, entre ellos el presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, y la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, que se preserve «otro bien público global» como es la educación de calidad, que debe centrarse, además de fijarse en la mejora de las competencias básicas (comprensión lectora, capacidad de análisis y de síntesis y las expresiones oral y escrita), en «la dimensión ética» y su «escuela de ciudadanía». En definitiva, educar en «el valor de la convivencia, el respeto a las diferencias, del reconocimiento del mérito y la capacidad o la importancia de vivir en un Estado de derecho».Felipe VI también ha hecho mención al impacto de «las tecnologías de la información» en la educación, que ha calificado como «reto mayúsculo». Un camino a recorrer con «cautela» pero «sin miedo» y con las previsiones sobre la inteligencia artificial para que esta no se anteponga al «desarrollo integral de la persona». Una educación, ha dicho Su Majestad, que debe plantearse como «proyecto de vida», pues «el aprendizaje no es una etapa, sino que abarca todo el ciclo vital», y que debe ser vista como «inversión en capital humano».En definitiva, el Rey ha expresado la certeza de que «la calidad democrática de las sociedades del mañana dependerá, y mucho, de la calidad de la educación», porque esta debe promover «el pensamiento crítico». Por todo esto, Felipe VI ha defendido el fortalecimiento de la educación pública como compromiso con la juventud, que ha calificado de «consciente e inconformista» y a la que «debemos saber escuchar». El Rey ha defendido resguardar «ciertos elementos del orden mundial» porque «son el entramado ético sin el cual las relaciones entre los Estados no tendrían más brújula ni sustento que la lucha de poder». Felipe VI se ha pronunciado así, este martes en Barcelona durante un acto organizado por Prisa, para salvaguardar «a toda costa» un mundo que ofrezca un foro de «reflexión e intercambio de ideas» y «diálogo y cooperación» como punto de encuentro para resolver los conflictos. Cualquier alternativa a esta composición global será peor.Su Majestad, en su discurso pronunciado en el foro World in Progress, ha concretado que estos «elementos» a preservar son «la noción de universalidad de los derechos y la dignidad del ser humano, referente ético esencial» y «la legalidad internacional, a las instituciones multilaterales y a la regulación del comercio transfronterizo», un comercio que ha definido, no solo como elemento ideal o infalible, sino como elemento útil.En este sentido, Felipe VI ha dicho que «seguir creyendo en el mundo multilateral no es una muestra de idealismo ‘wilsoniano’, sino, ante todo, un ejercicio de pragmatismo». Y ha precisado que «cualquier alternativa es peor, peor para el conjunto de la comunidad internacional y, desde luego, peor para nuestra región, para la construcción de la Europa unida, que se levanta sobre esas mismas ideas y su sustrato enormemente útil en un mundo gobernado por las ideas contrarias».Una educación de calidadDe la misma manera, el Rey ha pedido a los presentes, entre ellos el presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, y la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, que se preserve «otro bien público global» como es la educación de calidad, que debe centrarse, además de fijarse en la mejora de las competencias básicas (comprensión lectora, capacidad de análisis y de síntesis y las expresiones oral y escrita), en «la dimensión ética» y su «escuela de ciudadanía». En definitiva, educar en «el valor de la convivencia, el respeto a las diferencias, del reconocimiento del mérito y la capacidad o la importancia de vivir en un Estado de derecho».Felipe VI también ha hecho mención al impacto de «las tecnologías de la información» en la educación, que ha calificado como «reto mayúsculo». Un camino a recorrer con «cautela» pero «sin miedo» y con las previsiones sobre la inteligencia artificial para que esta no se anteponga al «desarrollo integral de la persona». Una educación, ha dicho Su Majestad, que debe plantearse como «proyecto de vida», pues «el aprendizaje no es una etapa, sino que abarca todo el ciclo vital», y que debe ser vista como «inversión en capital humano».En definitiva, el Rey ha expresado la certeza de que «la calidad democrática de las sociedades del mañana dependerá, y mucho, de la calidad de la educación», porque esta debe promover «el pensamiento crítico». Por todo esto, Felipe VI ha defendido el fortalecimiento de la educación pública como compromiso con la juventud, que ha calificado de «consciente e inconformista» y a la que «debemos saber escuchar».
Felipe VI aboga por mantener el «intercambio de ideas» a nivel internacional para beneficio de «la construcción de la Europa unida»
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