Decía esta semana el cantante Ismael Serrano en la red social X: “Creo en la necesidad de normalizar el hecho de ir a terapia cuando uno lo necesita pero… ¿no podría ser también que estamos patologizando emociones que son resultado de estar vivo y de los conflictos naturales que surgen de relacionarse con otros?”. Ismael es un tipo muy leído que dice cosas como “patologizar emociones”, y como comparto su argumento, me permito resumirlo a mi manera. Es decir, que a ver si ahora todo lo que nos pasa tenemos que pasarlo por el tamiz de los padres de la psicología, con tal de no reconocer que lo que te pasa, querida, entre otras muchas cosas, es que vienes narcisista desde casa.
Desde hace no tanto tiempo, los problemas han entrado de lleno en la conversación pública. Y me veo ahora asistiendo a testimonios que supuestamente destilan emoción y a mí me provocan un poco de vergüenza ajena
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Desde hace no tanto tiempo, los problemas han entrado de lleno en la conversación pública. Y me veo ahora asistiendo a testimonios que supuestamente destilan emoción y a mí me provocan un poco de vergüenza ajena


Decía esta semana el cantante Ismael Serrano en la red social X: “Creo en la necesidad de normalizar el hecho de ir a terapia cuando uno lo necesita pero… ¿no podría ser también que estamos patologizando emociones que son resultado de estar vivo y de los conflictos naturales que surgen de relacionarse con otros?”. Ismael es un tipo muy leído que dice cosas como “patologizar emociones”, y como comparto su argumento, me permito resumirlo a mi manera. Es decir, que a ver si ahora todo lo que nos pasa tenemos que pasarlo por el tamiz de los padres de la psicología, con tal de no reconocer que lo que te pasa, querida, entre otras muchas cosas, es que vienes narcisista desde casa.
Desde hace no tanto tiempo, los problemas han entrado de lleno en la conversación pública. Recuerdo a Íñigo Errejón hablando en el estrado del Congreso de vivir dopados por ansiolíticos, de la falta de psicólogos en la sanidad pública. Y me veo ahora absorta en televisión, asistiendo a testimonios que supuestamente destilan emoción y a mí me provocan un poco de vergüenza ajena y puede que a Marino Pérez, autor de La sociedad vulnerable, también. Personas que abandonan la fama y las redes sociales y que vuelven diciendo, con lágrimas en los ojos y a golpe de melena, que se fueron para preservar su salud mental, para cuidarse a sí mismos y quererse. Ya no hay un divorcio y se acabó, una amistad que se rompe, un estrés de caballo, un despido como los de antes.
Estar de nuevo frente a la cámara implica, en muchas de estas ocasiones, que ha sido el diván y no otra cosa lo que ha dado con la fórmula mágica. Han aprendido el mismo argumentario todos, el del ave fénix que resurge de las cenizas. Han leído los mismos libros y por tanto escribirán también el suyo, que será determinante para todos los que sufren y no ven la luz al final del camino. Hay otra modalidad, que es la entrevista previo pago de su importe, para decir que sí, que están curados, que la terapia les ha ordenado que primero ellos y luego el resto. Que el mundo les ha hecho daño y que ya no. Que son y serán para siempre, o hasta la nueva moda que venga, su propia persona vitamina. Sé bien lo que sientes, créeme, déjame ayudarte. Tú puedes, nada es imposible. El testimonio más sincero por 19,90 euros en las mejores librerías. El cheque que no cobrarías si no fuera porque llevas tiempo sin asomarte por aquí. Muñecos.
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Sobre la firma

Nació en Madrid porque en Getafe, de donde se considera, no había hospital en 1976. Estudió Periodismo por vocación y ahí sigue, a pesar de todo. Ha pasado por ABC, Actualidad Económica, Qué!, El Economista, Onda Cero, Vanity Fair y El Confidencial. Fundó Ctxt. Ahora colabora en la SER, La Sexta y en EL PAÍS hace entrevistas, crónicas y columnas.
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