La cascada de revisiones al alza del crecimiento de España continúa. Funcas ha elevado este miércoles su previsión de avance del PIB para este año al 2,9%, seis décimas más que en su anterior análisis. La entidad achaca el cambio a las mejoras llevadas a cabo por el Instituto Nacional de Estadística, que el mes pasado corrigió el PIB de 2024, lo que provoca automáticamente un efecto arrastre positivo, pero advierte de que el crecimiento se está volviendo “menos equilibrado” que el de estos tres últimos años de ciclo expansivo, porque se ha vuelto muy dependiente de la demanda interna, mientras que el turismo, la política fiscal y la inmigración, factores que han tirado con fuerza de la economía, irán desacelerándose.
Los expertos de la entidad sostienen que la crisis de la vivienda daña la movilidad laboral y reducirá la inmigración
La cascada de revisiones al alza del crecimiento de España continúa. Funcas ha elevado este miércoles su previsión de avance del PIB para este año al 2,9%, seis décimas más que en su anterior análisis. La entidad achaca el cambio a las mejoras llevadas a cabo por el Instituto Nacional de Estadística, que el mes pasado corrigió el PIB de 2024, lo que provoca automáticamente un efecto arrastre positivo, pero advierte de que el crecimiento se está volviendo “menos equilibrado” que el de estos tres últimos años de ciclo expansivo, porque se ha vuelto muy dependiente de la demanda interna, mientras que el turismo, la política fiscal y la inmigración, factores que han tirado con fuerza de la economía, irán desacelerándose.
En un entorno de aumento de las llegadas de viajeros internacionales a niveles récord —se prevé que España roce los 100 millones de turistas este año—, la predicción puede sonar agorera, pero la cuestión es que el ritmo de crecimiento pierde velocidad. Según recuerda Funcas, la aportación del turismo al PIB en 2023 y 2024 fue de siete décimas, mientras que en el primer semestre de este año fue de tres décimas, menos de la mitad. El consumo público tampoco acompaña, al pasar igualmente de las siete décimas de contribución al crecimiento en los dos años previos a las cuatro décimas de 2025.
La estimación de Funcas está en línea con la publicada recientemente por el Fondo Monetario Internacional, algo por debajo de la de BBVA Research y el Consejo de Economistas (3%), y es más optimista que la del Gobierno. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, actualizó en septiembre el cuadro macroeconómico y elevó al 2,7% el PIB para 2025 y mantuvo en el 2,2% el de 2026.
Las cifras de Funcas son menos boyantes a medio plazo. Para el año que viene apunta a un repunte de la actividad del 1,9%, y del 1,7% en 2027, cuando se situaría en niveles que rondan el crecimiento potencial de España. Entre los elementos que más se mencionan ha irrumpido con fuerza la vivienda. Aunque no cuantifican el impacto negativo de la crisis habitacional, sí alertan de que las dificultades para encontrar casa complican la movilidad laboral interna entre provincias y comunidades, y ralentizará la llegada de inmigrantes: su escenario base contempla que la población activa extranjera aumentará en 875.000 personas en el trienio 2025-2027, frente a 1.080.000 en el trienio precedente. Un 19% menos.
España, por tanto, seguirá creciendo en población —lo más probable es que supere la barrera de los 50 millones de habitantes en el segundo semestre de 2026—, pero el embudo de la vivienda pone piedras en las ruedas. Apuntan que mientras en los tres últimos años se ha creado medio millón de hogares nuevos, solo se han iniciado 300.000 viviendas nuevas. “Es insuficiente”, ha afirmado Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas. En el lado positivo, perciben un incremento de la inversión en construcción, del 4,1% en 2025, 4,4% el ejercicio siguiente, y del 3% en 2027.
En su explicación del momento económico que vive España, Torres ha incidido en otros dos desafíos: una inversión empresarial que todavía no recupera los niveles prepandemia, y un déficit que amenaza con estancarse. Sobre la primera cuestión, insistió en que es trascendental que se reactive. “Si queremos elevar el consumo y la productividad en el futuro hace falta más inversión empresarial”. En cuanto a los desequilibrios de las cuentas públicas, cree que la desaceleración del PIB y una recaudación tributaria que no crecerá tanto, limitan el potencial de reducción del déficit, que este año sería del 2,8%, y solo bajaría una décima en 2026 y otra en 2027. Eso redundaría en que la deuda pública se colocaría en el 97,5% ese año, por debajo del 103% actual, pero todavía en niveles históricamente elevados.
Uno de los fenómenos más llamativos en el ámbito de las finanzas personales es la elevada tasa de ahorro de los hogares, que lleva varios años por encima del 11%. Funcas considera que puede deberse a que la subida del precio de la vivienda está obligando a los españoles a guardar y guardar para afrontar una compra que no deja de encarecerse. Pero no descarta la hipótesis de que parte de ese caudal salga de las cuentas corrientes rumbo al consumo si las incertidumbres se relajan, en cuyo caso empujaría el PIB al alza.
Como amenazas a la baja, en cambio, cita dos escenarios: un empeoramiento de la situación geopolítica debido a la fragilidad de los acuerdos comerciales “impuestos por Estados Unidos”, y una potencial estampida en unos mercados financieros que están alcanzando valoraciones muy elevadas a lomos de la inteligencia artificial. Sobre todo si no se cumplen las actuales expectativas de bajadas de tipos de interés de la Reserva Federal, la gasolina que ahora está moviendo las Bolsas a máximos históricos. En un contexto de mercados internacionales tan interconectados, España, avisa Funcas, no sería inmune a ese estallido.
Una derivada de la guerra comercial que ya se está dejando notar en España es el aumento de las importaciones asiáticas, que si bien puede contribuir a relajar la inflación al ser en buena parte productos de bajo coste, también aumenta el déficit comercial de España. “La economía china, que ya es la segunda del mundo, tiene dificultades para crecer internamente por la explosión de la burbuja de crédito, y por tanto las empresas con sobrecapacidad tienen que exportar. Como tienen problemas para vender en EE UU por los aranceles, intentan desviar los envíos a Europa”, explica Torres.
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