“¿Has visto que sigue la balacera de los españoles?”: la guerra entre el Cervantes y la RAE salta de lo personal a lo institucional

Desde la izquierda, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; el alcalde de Arequipa, Víctor Hugo Rivera, y el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, durante la rueda de prensa en la que dejaron patente su desencuentro, en el Ayuntamiento de la ciudad peruana, el 13 de octubre.

“¿Has visto que sigue la balacera de los españoles?”. Fue el comentario de dos peruanos, entre divertidos y sorprendidos, durante la solemne sesión inaugural del X Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), en Arequipa (Perú), el acto que finalizó con el discurso del rey, Felipe VI, el pasado miércoles. La frase sintetiza la comidilla de esta cita trienal sobre el estado y retos del español, el agrio y público enfrentamiento personal entre los responsables de las dos principales instituciones que velan por la salud de una lengua que tiene 500 millones de hablantes nativos en el mundo: el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado. “Todo esto viene de un mal entendimiento personal que ha ido engordando como una bola de nieve”, dice una fuente de la RAE.

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Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, en el homenaje al escritor Mario Vargas Llosa en el Teatro Municipal de Arequipa en el X Congreso Internacional de la Lengua, el 15 de octubre del 2025.El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, tras la rueda de prensa de la presentación del congreso de la lengua, en Arequipa, el 13 de octubre. El Rey, en su discurso en el congreso de la lengua de Arequipa, en el Teatro Municipal de esta ciudad.La sala de la Casa-Museo Mario Vargas Llosa dedicada a la novela 'La casa verde', en Arequipa, el 14 de octubre.El presidente de la Academia Peruana de la Lengua, Eduardo F. Hopkins, en el congreso de Arequipa, el viernes.la plaza de Armas de Arequipa, el 17 de octubre. El agrio enfrentamiento entre Luis García Montero y Santiago Muñoz Machado, directores de ambas instituciones, acapara el protagonismo del congreso de la lengua española en Arequipa  

“¿Has visto que sigue la balacera de los españoles?”. Fue el comentario de dos peruanos, entre divertidos y sorprendidos, durante la solemne sesión inaugural del X Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), en Arequipa (Perú), el acto que finalizó con el discurso del rey, Felipe VI, el pasado miércoles. La frase sintetiza la comidilla de esta cita trienal sobre el estado y retos del español, el agrio y público enfrentamiento personal entre los responsables de las dos principales instituciones que velan por la salud de una lengua que tiene 500 millones de hablantes nativos en el mundo: el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado. “Todo esto viene de un mal entendimiento personal que ha ido engordando como una bola de nieve”, dice una fuente de la RAE.

Además, con el agravante de que lo más crudo del combate ha sido en casa ajena, la que además, a través de su Ministerio de Exteriores, es quien básicamente ha pagado la fiesta de Arequipa, algo más de cuatro millones de euros. Un reverdecer de eso tan español como el cainismo, pero a diez mil kilómetros de la sede central de ambas instituciones. “Es grotesco que la pelea haya ocurrido en otro país. Las academias americanas han estado preguntando qué pasaba”, añade la misma fuente. Un profesor de universidad participante en el CILE apuntaba: “Es una extensión de la polarización”.

Parafraseando a Mario Vargas Llosa, que nació en la conocida como ciudad blanca y que ha sido reiteradamente homenajeado en esta cita, ¿en qué momento se jodió el Perú? ¿Por qué García Montero se descolgó el jueves, 9 de octubre, a menos de una semana del CILE, con unas declaraciones sorprendentes en un desayuno económico? Ese día había sido presentado, proféticamente, como “un poeta que se mete en charcos”. “¿Cómo se llevan usted y Muñoz Machado?“, le preguntó el moderador. Y se abrió la caja de Pandora: “Tengo que reconocer que, como filólogo, yo estaba acostumbrado a hablar en la RAE con Fernando Lázaro Carreter, Víctor García de la Concha, Darío Villanueva… grandes filólogos y grandes hombres de la cultura. Y ahora la RAE está en manos de un catedrático de Derecho Administrativo experto en llevar negocios desde su despacho [de abogados] para empresas multimillonarias. Eso, personalmente, crea unas distancias”.

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Una respuesta a la que siguió un coro de murmullos, alguna risa y el desconcierto del presentador: “No sé ni cómo seguir”. A lo personal, García Montero, que es columnista de este periódico, añadió críticas a la RAE. “Nosotros, por la definición del instituto, nos sentimos vinculados con la diversidad de las lenguas del Estado, y no comprendemos la cerrazón ante lo que es reconocer una riqueza”.

Un calentón que dejaba traslucir lo que desde fuentes de ambas entidades confirman: que los directores no se llevan. “Es algo personal”, ha sido una frase muy repetida los últimos días por académicos, personas vinculadas al Cervantes y participantes en el CILE. Un panelista, periodista, era muy claro: “No entiendo a qué vino eso. García Montero metió la pata”.

Desavenencias desde sus inicios

Las desavenencias existen casi desde que ambos llegaron al cargo. García Montero fue nombrado en julio de 2018 por el Gobierno (es conocida su relación de amistad con el presidente, Pedro Sánchez) y Muñoz Machado fue elegido director en diciembre de ese año, en una votación en la que se impuso a Juan Luis Cebrián, primer director de EL PAÍS y entonces presidente de honor de este periódico. En 2022 fue reelegido.

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Los roces llegaron en el CILE de 2019, en Córdoba (Argentina) y se agudizaron en el de Cádiz, en marzo de 2023. El último día reunieron a la prensa por separado ante lo que era un secreto a voces. García Montero habló de “fricciones” que habían “tenido que ver más con determinadas formas de ser”, y Muñoz Machado se refirió a “momentos de tensión que se habían ido resolviendo”. Un participante en el de Arequipa, buen conocedor del Cervantes y de varios académicos, añade que “desde la llegada de Muñoz Machado a la RAE han sido continuas las discusiones por querer imponer los temas que se tratan en los CILE”.

El presidente de la Academia Peruana de la Lengua, Eduardo Hopkins, reconoce que la tensión ha existido. “Es una relación muy explosiva”. Él, en todo caso, afirma que ha tenido una relación cordial con ambos.

Solo horas después de las declaraciones de García Montero del día 9, la RAE contestó con un duro comunicado. Su pleno manifestaba “por unanimidad su absoluta repulsa por las incomprensibles manifestaciones del señor García Montero, por completo desafortunadas e inoportunas”. Además, hacía una encendida defensa de su director: “Un experto jurista, uno de los ensayistas e historiadores más reconocidos de nuestro país”. Este periódico ha sabido que se incluyó, a petición de varios académicos más conciliadores, un último párrafo que pasó inadvertido: “La RAE ha estado siempre muy satisfecha de sus excelentes relaciones con el Instituto Cervantes y desea que se mantengan en el futuro”.

Una fuente académica señala que con esas palabras “se trataba de dejar margen para retomar las relaciones; ahora hay académicos muy preocupados con esto”. El comunicado “fue una declaración inoportuna”, señala otra fuente de la misma institución, “porque concedía el rango de un ataque a la academia a lo que era un enfrentamiento entre dos personas”.

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El conflicto estalló con acritud cuando ambos compartieron la rueda de prensa de presentación del CILE, en el salón de plenos del Ayuntamiento de Arequipa, el pasado lunes. De nuevo, el primero que lanzó el dardo fue García Montero: “Las diferencias que haya las podremos conversar una vez acabado el congreso, en España, incluida la preparación de la sucesión del director de la RAE”. Separado por el alcalde Arequipa, Muñoz Machado apuntó: “Ni idea”.

A partir de ese momento se sucedieron las réplicas y contrarréplicas. No había un tema por el que no se contrariaran, fuera el lenguaje que emplean las máquinas con los humanos o la recomendación de un libro. Además, con sus palabras, García Montero deslizaba que Muñoz Machado tenía preparado un delfín, que en los corrillos del CILE apuntaban a Cebrián.

Final de mandato

El mandato del director finaliza en diciembre de 2026, pero necesita dos tercios para una segunda reelección, algo que parece complicado. “Muñoz Machado y Cebrián fueron rivales en 2018, pero desde hace un año hay un acercamiento entre ambos. Algo hay”, apunta una fuente de la institución tricentenaria.

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Por si faltaba algo, dos escritores y académicos se habían encargado de atizar el fuego y dar el paso al insulto. Álvaro Pombo, último premio Cervantes, publicó un artículo en Abc en el que dijo de García Montero: “Tiene vocación de burócrata, como la mayor parte de comunistas que conozco”. “Es un poeta menor, agradablemente menor, pero faltón; chiquito, pero faltón”. García Montero acababa así su columna del lunes pasado en EL PAÍS: “Ante los abusos, las prepotencias, las agresiones de los nuevos caciques, mejor no callarse”. Tres días después fue Arturo Pérez-Reverte quien se metía en la pelea a través de un tuit en el que tildaba al director del Cervantes de “mediocre” y “paniaguado”.

En su mensaje en X, Pérez-Reverte apuntaba otra cuestión, que el Ministerio de Exteriores, al que está adscrito el Cervantes, quería “meter mano” en la Academia. “Es inverosímil pensar esto. Forma parte de la tendencia conspiranoica que hay por todas partes”, afirma una fuente académica. “Si el Gobierno quisiera intervenir en la RAE, tiene medios, como la presión económica, sin necesidad de recurrir a un quilombo como este. Además de una partida en los Presupuestos Generales del Estado para la Academia, hay proyectos de la RAE que dependen del apoyo económico del Gobierno”. Hay que recordar que cuando Muñoz Machado llegó a la dirección, la RAE atravesaba un momento económico complicado que se solventó con una inyección de cinco millones del Ejecutivo, ya presidido por Sánchez.

A Jordi Gracia, catedrático de Literatura española en la Universidad de Barcelona, le “resulta entre enternecedor y conmovedor que Pérez-Reverte se preocupe por el desvalimiento que percibe en la RAE”. Gracia añade que no acaba de ver “qué puede haber de malo en que dos sensibilidades bien distintas, como las que encarnan el Cervantes y la RAE, orienten de forma dispar la difusión de la cultura en español por el mundo”. Mientras a García Montero “le revienta la ausencia integral de mujeres en esta o aquella mesa o rueda de prensa, a Muñoz Machado le parece insignificante”. Gracia, crítico literario, apunta: “Puestos a escoger, me quedo con las maneras del Cervantes, más relajadas, más sintonizadas con la realidad cultural del presente y con otra forma de relación con América Latina”.

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¿Y qué opinaban en el lado hispanoamericano de esta riña española? “No nos ha afectado directamente, pero a veces nos colocaba en una situación incómoda, en la que parecía que tenías que posicionarte por alguna de las dos partes”, cuenta una académica. “Cualquier gesto o detalle los interpretábamos como parte del conflicto”, añade. Como ejemplo, unas palabras de García Montero durante uno de los actos: “Los poetas somos buenas personas hasta que nos cansamos y nos convertimos en unos tocapelotas. Espero seguir siendo buena persona”.

La escritora peruana Teresa Ruiz Rosas apunta que la polémica, “algo sesgada en los titulares, ha llamado aún más la atención sobre el CILE, que ha sido un acontecimiento grandioso para Arequipa”. Mientras que el director del portal literario peruano Lee por gusto, Jaime Cabrera Junco, reconoce que “lamentablemente estos puyazos van a ser más recordados que el congreso”. “Es un pleito doméstico llevado a casa ajena y fue incómodo que la prensa lo haya puesto por encima del evento”.

En este clima de tensión llegó el rey Felipe a Arequipa. En su discurso del miércoles pudo vislumbrarse un llamado a la concordia. Dijo que este CILE era “una valiosa lección en tiempos en que se oye hablar constantemente de rivalidad, de intereses y no de cooperación”. Además, se refirió al “valor” y “prestigio” de las instituciones que habían puesto en marcha el congreso.

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Pero la aparente tranquilidad se rompió el día de la clausura. Por un lado, y en contra de la tradición, no se anunció qué ciudad tomará el testigo de Arequipa, una decisión que deben consensuar la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua (Asale), que incluye 23 corporaciones, con el Cervantes. Parece que no se ha querido abrir otro frente. Por otro, la Asale publicó un comunicado (del que se autoexcluyó la RAE porque el contenido del documento afectaba a su director), en el que agradecían su trabajo a las diferentes autoridades e instituciones, pero no citaban a una, el Cervantes. El presidente de la Academia Peruana reconoce que la carta “se hizo muy rápido y podía haber incluido al Cervantes”. Al mismo tiempo subraya que “es una carta de apoyo al director de la RAE y el objetivo era ese”.

En paralelo, numerosos asistentes consultados por este diario han puesto de manifiesto la necesidad de revisar un modelo de congreso que en cuatro días ha contado con 12 sesiones plenarias y 44 mesas redondas (varias con planteamientos temáticos similares), cada una con cinco o seis participantes, en un formato en el que cada integrante hablaba diez minutos. Solo a veces había ocasión de que el público preguntara. Una fuente de la RAE reconocía: “La proliferación de mesas es un exceso que puede llegar a banalizar el mensaje”. Un participante lo resume: “Llegas con algo preparado, pero te dan muy poco tiempo, cada uno suelta lo suyo sin apenas debate”. Mientras que Jordi Gracia agrega: “No parece demasiado ágil el formato, con mesas simultáneas con muchos participantes, y sin tiempo para discutir lo que se ha oído en la sala. A menudo con intervenciones debidas a algún tipo de sometimiento institucional y sin que se aproveche debidamente la presencia y el coste derivado de numerosos invitados”.

Con los puentes rotos entre los responsables de ambas instituciones, este tipo de congreso, que echó a andar en 1997, hoy parece periclitado. Al menos hay quien se lo toma con humor, como el dramaturgo Ernesto Caballero, quien en la red social X escribía: “La próxima Navidad habrá familias rotas porque unos defenderán a la RAE y otros estarán del lado del Cervantes”.

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