La terna Eduardo Guerrero, Julia Acosta y Sara Jiménez bailó ‘Debajo de los pies’ Leer La terna Eduardo Guerrero, Julia Acosta y Sara Jiménez bailó ‘Debajo de los pies’ Leer
Espectáculo: ‘Debajo de los pies’, de Eduardo Guerrero / Baile: Eduardo Guerrero, Julia Acosta y Sara Jiménez / Guitarra: Joselito Acedo / Percusión: Antonio Carmona / Cante: Jesús Corbacho / Coreografía: Eduardo Guerrero, Marco Flores, Alberto Sellés y Sara Jiménez / Dirección de escena y dramaturgia: Mateo Feijoo / Dirección musical: Joselito Acedo / Audiovisuales y sonido: Los Voluble / Lugar y fecha: Teatro de la Maestranza, de Sevilla. 19 de octubre de 2025
CALIFICACIÓN: **
El montaje que propone Eduardo Guerrero es un lenguaje de danzas que ya adelantó un ensayo en la Factoría Cultural de Sevilla, pero que conoció su estreno dos días más tarde en el XXV Festival de Jerez, justo el 15 de mayo de 2021, y con el que marca una línea en la trayectoria del gaditano, pues lo que plantea es el conocimiento del pasado como condición para mostrar un presente transgresor.
El trazado bien se podría inspirar en el tríptico ‘El jardín de las delicias’, pintura al óleo sobre tabla de El Bosco en cuyo encuadre simbólico está el principio y fin de la humanidad, y se ilustra con audiovisuales y el espacio sonoro de Los Voluble, el dúo que apela a la música electrónica, a más de con el directo cantaor de Jesús Corbacho y la guitarra de Joselito Acedo, ambos en estado de gracia.
La puesta en escena arranca con el mensaje poético del sueco contemporáneo Göra Tunström, dando paso a la terna protagonista, que, en aras de simbolizar la candidez y la pureza, se quitan la ropa de calle en el proscenio, donde se visten de blanco a fin de denotar una enorme y potente perfección plástica, como una epifanía hacia la plenitud física fortalecida por el ritmo y la música envolvente.
Con movimientos que buscan la modernidad en el mundo de Eduardo Guerrero, Julia Acosta y Sofía Jiménez, la terna señala un collage de insinuaciones dancísticas en las que se domina un lenguaje repleto de plasticidad y viveza, enlazándole los acordes de la rondeña con las alegrías, zambra caracolera y el romance portuense, al que se suma la impronta del jaleo-bulería, de lo mejor hasta el momento, con el poderoso lirismo de la milonga marchenera de Jesús Corbacho.
Todo muy maleable, con especial flexibilidad y calidad estética, poniendo de relieve la imaginación a la búsqueda de la expresión del cuerpo en su totalidad, la coordinación y la homogeneidad, aportando más la interpretación que el temperamento de lo jondo.
Hay, pues, limpieza escultórica y un delicado geometrismo. Incluso exhibición de la técnica y conciencia de los recursos, como cuando Julia Acosta hace el zapateado con el címbolo -léase platillo o disco cóncavo-; o cuando Eduardo Guerrero, en la pesquisa de terrenos inexplorados, toca el pito de carnaval para los tanguillos con bulerías de Cádiz, a los que aporta una jocosa musicalidad tan importante para la interpretación del cuerpo, como los pasos que honran al pretérito gaditano
Se proyecta la imagen de Remedios Amaya para ejecutar sus conocidos tangos, ‘Turu turai’, todo ejecutado con gran destreza física y la enjundia trianera que le aporta Eduardo Guerrero, cediendo a un video en el que se mezcla la guerra de Gaza con el Señor del Silencio, de Sevilla, para dar paso a la petenera de Corbacho, que la desarrolla desplazándose en modo paseo sobre la bata de cola, algo que no es nuevo pero que daría para una tesis doctoral sobre el respeto a los recursos del baile flamenco.
Sí generó expectativas, por el contrario, el baile por soleá de Eduardo Guerrero. Simboliza toda una belleza de movimiento, síntesis y sinceridad expositiva, con un delineado preciso desde un uso íntegro de sus propiedades técnicas, poniendo el cuerpo en el centro de la creación y desde un deseo de afirmación y positividad.
Hay que anotar, en tal sentido, que la música creada por Joselito Acedo contribuye de manera decisiva a lo más granado del montaje, aunque en el baile por soleá sobren los exagerados cortes para provocar el aplauso fácil, pero con el acertado añadido de las bulerías de Lebrija, lo que aporta a todo el conjunto una práctica de sondeo y afirmación, y con una clara voluntad de evolución que le llevan a los protagonistas a indagar todo hasta el extremo, e incluso la chanza y lo burlesco.
En ese empecinamiento de la búsqueda de un estilo, se perciben diálogos e indagaciones, y detecto mayor preocupación por las formas que por el terminado, de ahí que todo emerja al ámbito coreográfico con un lenguaje bonito, pero algo exiguo por la falta de calado, y desde la destilación cerebral o las respectivas experiencias como intérpretes.
En pocas palabras, ‘Debajo de los pies’ recoge beneficios de la danza para la salud física y mental por mor de una terna que está a la altura en la exploración de un yo que convierten en experiencia estética. Ahora bien, en tanto transforman ese viaje en rutina decorativa, la poética, carente de calidez por momentos, emana más de la destreza y la flexibilidad del cuerpo respecto al espacio, que de la contundencia de la hondura.
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