Los deportistas profesionales disfrutan de varias ventajas durante sus años de carrera. Tienen un trabajo divertido y socialmente reconocido, suelen estar bien remunerados y disfrutan de una serie de privilegios que van asociados a la fama. Casi todo el mundo quiere una foto o un autógrafo —si es que siguen existiendo los autógrafos— de un deportista en su apogeo. Luego, claro está, llega la siguiente etapa de la vida. Y lo hace muy rápido. Por lo general, la carrera de los atletas coincide con los años en los que mantienen un estado físico excelente. Después, se enfrentarán al reto de reubicar su vida. Tal vez algunos hayan sido lo suficientemente previsores como para ir ahorrando e invirtiendo de cara a esa nueva etapa. Puede que otros sepan recolocarse como técnicos o directivos en la disciplina que practicaban. Varios emprenderán algún negocio y volverán a formar parte de la sociedad general —hubo un tiempo en el que era muy común que, al retirarse, abrieran tiendas de deporte o bares con su propio nombre, lo cual les arrebataba el aura de magia que los rodeaba cuando competían—. Pero todos, absolutamente todos, notarán que ya no son los protagonistas, que el escenario va cambiando y que su ascendencia sobre la afición se difumina con el paso del tiempo. La gestión emocional de esa situación es complicada. A veces, incluso, dramática. Y hay un tiempo en el que, por necesidad, ambos mundos conviven, dando lugar a un tierno patetismo.
En la novela Cuarteles de Invierno el escritor argentino Osvaldo Soriano cuenta la historia de un boxeador en su ocaso que viaja al interior de Argentina y se encuentra con el muro militar y social de la dictadura
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos
En la novela Cuarteles de Invierno el escritor argentino Osvaldo Soriano cuenta la historia de un boxeador en su ocaso que viaja al interior de Argentina y se encuentra con el muro militar y social de la dictadura
Los deportistas profesionales disfrutan de varias ventajas durante sus años de carrera. Tienen un trabajo divertido y socialmente reconocido, suelen estar bien remunerados y disfrutan de una serie de privilegios que van asociados a la fama. Casi todo el mundo quiere una foto o un autógrafo —si es que siguen existiendo los autógrafos— de un deportista en su apogeo. Luego, claro está, llega la siguiente etapa de la vida. Y lo hace muy rápido. Por lo general, la carrera de los atletas coincide con los años en los que mantienen un estado físico excelente. Después, se enfrentarán al reto de reubicar su vida. Tal vez algunos hayan sido lo suficientemente previsores como para ir ahorrando e invirtiendo de cara a esa nueva etapa. Puede que otros sepan recolocarse como técnicos o directivos en la disciplina que practicaban. Varios emprenderán algún negocio y volverán a formar parte de la sociedad general —hubo un tiempo en el que era muy común que, al retirarse, abrieran tiendas de deporte o bares con su propio nombre, lo cual les arrebataba el aura de magia que los rodeaba cuando competían—. Pero todos, absolutamente todos, notarán que ya no son los protagonistas, que el escenario va cambiando y que su ascendencia sobre la afición se difumina con el paso del tiempo. La gestión emocional de esa situación es complicada. A veces, incluso, dramática. Y hay un tiempo en el que, por necesidad, ambos mundos conviven, dando lugar a un tierno patetismo.
A esa situación, agravada por la dictadura argentina, se enfrenta el boxeador Tony Rocha, uno de los protagonistas de Cuarteles de invierno (Altamarea), novela de Osvaldo Soriano. Viaja a un pueblo del interior del país junto al cantante de tangos Andrés Galván para participar en una fiesta. Quieren llegar, cumplir con su tarea, cobrar e irse, pero la situación se va complicando a medida que los tentáculos del régimen —los militares y las fuerzas vivas— imponen su orden. La historia arrastra a los dos personajes hacia la dignidad por el camino del dolor. Soriano retrata toda una época a través del combate de boxeo que, contra todo pronóstico, los une. Una pelea narrada con tal maestría que transmite la tensión, el miedo y el silencio que acompañan a la crueldad y la violencia del sistema.
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Sobre la firma
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.
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