Cualquier forma de caer de Íñigo Errejón hubiera supuesto un trauma para Sumar. Considerado casi unánimemente una cabeza política con dotes estratégicas y un orador hábil ―adaptado tanto al registro mediático como al parlamentario―, no hubiera sido fácil suplirlo al margen del porqué de su marcha. Pero es que, además, de todas las formas de caer, lo ha hecho de una de las más aparatosas y dañinas para los suyos: con una dimisión tras una denuncia de una mujer, anónima pero pública, de posibles tratos vejatorios, entre ellos de índole sexual.
Un diputado del grupo da por “seguro” el coste para toda la izquierda y el Gobierno. El analista Pablo Simón afirma: “Es combustible para las guerras culturales de la derecha”
Cualquier forma de caer de Íñigo Errejón hubiera supuesto un trauma para Sumar. Considerado casi unánimemente una cabeza política con dotes estratégicas y un orador hábil ―adaptado tanto al registro mediático como al parlamentario―, no hubiera sido fácil suplirlo al margen del porqué de su marcha. Pero es que, además, de todas las formas de caer, lo ha hecho de una de las más aparatosas y dañinas para los suyos: con una dimisión tras una denuncia de una mujer, anónima pero pública, de posibles tratos vejatorios, entre ellos de índole sexual.
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