EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
La documentación requisada por la policía incluye cartas y denuncias por agresión sexual contra al menos una docena de religiosos a los que los jesuitas encubrieron
EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
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La investigación judicial contra dos altos cargos de la Compañía de Jesús en Bolivia por encubrir al pederasta español Alfonso Pedrajas ha destapado hasta una docena de casos, ocho inéditos, de abusos sexuales a menores cometidos por religiosos y que la jerarquía de los jesuitas ha ocultado desde los años ochenta.
La documentación incautada en abril de 2023 por la policía boliviana en los registros de las sedes de la Compañía en La Paz y Cochabamba contiene decenas de cartas e informes internos de la orden que prueban cómo la jerarquía de la orden ―entre los que se encuentran los dos superiores que se sientan en el banquillo, los españoles Ramon Alaix y Marcos Recolons― recibieron denuncias internas y decidieron taparlas, trasladar a los acusados o comprar el silencio de las víctimas.
El legajo que requisaron los agentes, y al que ha accedido EL PAÍS, tiene más de 4.000 folios con documentación que muestra cómo la Compañía tenía conocimiento desde hace décadas de algunos de los casos de pederastia que este periódico ha destapado. Además, hay documentos que muestran cómo se despachaban internamente los asuntos que afectaban a la imagen y reputación de la Iglesia, como lasrelaciones sexuales de varios jesuitas con mujeres adultas, de embarazos no deseados y de los problemas de alcoholismo de algunos miembros. Sobre algunos de estos episodios hay cartas en las que los altos mandos de la orden en Bolivia describen sus movimientos al general de la Compañía de Jesús en Roma Peter Hans Kolvenbach, que ocupó el cargo desde 1983 a 2008, y le piden consejo.
El acceso a este tipo de información es restringido, ya que los archivos eclesiásticos están cerrados al público y, en ocasiones, a las autoridades. En España, por ejemplo, esta documentación está protegida por los Acuerdos con el Vaticano, por lo que es imposible que los agentes entren en los archivos para requisarla. En Bolivia, donde este acuerdo no existe, los archivos están en poder del Juzgado de Sentencia Penal Anticorrupción y contra la Violencia hacia las Mujeres Número 4 de Cochabamba en el juicio contra Alaix y Recolons, que se reanuda este viernes con la declaración de varios testigos, después de haber escuchado el tribunal a los acusados.
Este es el único procedimiento que sigue adelante después de que hace dos año estallara en Bolivia el escándalo de pederastia clerical. Todo comenzó tras la publicación de este periódico del reportaje sobre el diario del cura español Alfonso Pedrajas, fallecido en 2009, donde admitía haber abusado de al menos 85 niños en el colegio Juan XXIII de Cochabamba y cómo sus superiores lo protegieron, especialmente los dos que se sientan ahora en el banquillo.
Los dos imputados ocuparon el puesto de provincial (máximo cargo de la Compañía de Jesús dentro de un país y cuyo mandato suele alargarse varios años) durante los periodos en los que más denuncias contra Pedrajas llegaron a la orden. Recolons desde 1993 hasta 1999, y Alaix entre 1999 y 2007. El primero, además, llegó a ser el número dos de la orden en Roma, en la curia general, entre 2004 y 2012.
El jesuita pederasta plasma en sus memorias el esquema que siguió para revelárselo a Recolons a finales de los noventa. En ese boceto aparecen las palabras clave para citar las agresiones sexuales: “F. sin consentimiento”, “no veía consecuencias de todo aquello”, “casos aislados”… En el caso de Alaix, Pedrajas lo cita varias veces en los años 2000 y describe como este tapa al menos dos denuncias y le pide que lo traslade a Valencia para huir de todo aquello. Años después, en 2008, el pederasta español escribe que su superior cancela un homenaje por las acusaciones sobre abusos que hay contra él.
El reportaje de EL PAÍS provocó que La Fiscalía, el procurador general, el ministerio de Educación e incluso el presidente del Gobierno, Luis Arce, anunciaran la apertura de una investigación. Desde entonces, una veintena de víctimas denunciaron que Pedrajas las agredió sexualmente. Las fechas oscilan entre 1972 y comienzos de los años 2000. Tras varios meses de investigación, la Fiscalía Departamental de Cochabamba imputó a Recolons y Alaix por un delito de encubrimiento.
Pero su declaración ante el juez no se produjo hasta hace dos semanas, tras posponerse varias veces por la edad de los acusados, Alaix tiene 83 y Recolons, 81. Ante el juez ambos aseguraron que conocieron el caso gracias al trabajo de EL PAÍS. Pero sus palabras contradicen a lo que está escrito en la documentación incautada por la policía.

Los agentes han encontrado un cruce de mails en el que un antiguo alumno de Pedrajas denunciaba en 2009 a un superior de la orden que este abusó de menores y urge a que se investigue. “Ojalá puedan hacer algo para remediar esta mancha en la Compañía y pedir una disculpa pública”, aparece en el correo electrónico. Pero no pasó nada. Por entonces Recolons era un alto cargo en Roma y Alaix estaba cerrando su etapa como provincial.
Más tarde, en 2019, durante una investigación canónica contra otro sacerdote dirigida por Recolons, un religioso jesuita declaró que en los ochenta comunicó al provincial de entonces los abusos de Pedrajas y que este solo lo apartó temporalmente. Es decir, tanto Recolons como Alaix supieron de las agresiones sexuales de Pedrajas en varias ocasiones y a través de diferentes canales.
Pruebas contra una docena de jesuitas
De los ocho casos inéditos que aparecen en los papeles requisados por la policía, destaca el del jesuita Pancho Flores, de origen boliviano, que fue acusado de agresión sexual contra “un joven”. Alaix escribe entonces una carta al general de los jesuitas en Roma para contarle lo sucedido: “Se presentó al padre superior de la comunidad un joven quien le dijo que el sacerdote que vivía en el primer cuarto le había invitado a pasar a su aposento y había abusado de él. Le dijo también que el padre Flores salía algunas noches en su movilidad e invitaba a jóvenes a que lo acompañaran. El joven necesitaba dinero (…) y el padre superior le dio una pequeña cantidad, de lo cual después se arrepintió, y me lo comunicó”. Alaix pide consejo a Kolvenbach, al que sugiere que “sería conveniente darle un nuevo destino” y “un año sabático” acompañado de terapia psicológica.
El líder de los jesuitas en Roma le envía una larga carta hablándole sobre la castidad. Flores nunca fue apartado, es más, llegó a ocupar el cargo de secretario adjunto de la Conferencia Episcopal Boliviana en 2004. Otro caso destacado es el del jesuita R. B. Un superior de una comunidad escribe una misiva Alaix a comienzos de los 2000 para anunciarle que Bloch mantiene una “relación amorosa” con una niña de 14 años y que le habían interceptado varias de las cartas que el religioso le enviaba.

El resto de nombres que aparecen son F. Q., acusado de abusar de un monaguillo en Potosí, J. V., acusado de violar a una mujer durante 32 años (desde que era menor de edad) y los jesuitas V. T., M. G., H. A. y E. V. por abusar de novicios.
Además de estos casos inéditos, en los últimos años han salido a la luz otras historias destapadas por EL PAÍS en el que otros jesuitas de origen español acusados de pederastia fueron protegidos por la jerarquía eclesial boliviana, y en ocasiones también por la española y desde Roma. De ellos también hay referencias en los documentos encontrados por la policía. Entre ellos destaca el de Luis Tó, en el que Recolons gestionó su traslado desde Cataluña para tapar el escándalo que se originó después de que la Audiencia de Barcelona lo condenara a dos años de cárcel por abusar de una niña.
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