Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura en 2010, ha fallecido este domingo en Lima (Perú), según han informado sus hijos. El escritor acababa de cumplir 89 años el pasado 28 de marzo. “Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá. Procederemos en las próximas horas y días de acuerdo con sus instrucciones”, señala el comunicado de sus hijos. “No tendrá lugar ninguna ceremonia pública. Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos. Sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”, añaden.
El escritor peruano falleció a los 89 años de edad en Lima, según han informado sus hijos
El escritor peruano falleció a los 89 años de edad en Lima, según han informado sus hijos


La muerte de Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura en 2010, ha fallecido este domingo en Lima (Perú), según han informado sus hijos. El escritor acababa de cumplir 89 años el pasado 28 de marzo. “Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá. Procederemos en las próximas horas y días de acuerdo con sus instrucciones”, señala el comunicado de sus hijos. “No tendrá lugar ninguna ceremonia pública. Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos. Sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”, añaden. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, celebró al autor como “un maestro universal de la palabra”, con un mensaje en la red social X.

La Fundación Gabo despide a un «maestro de la narrativa en español»
La Fundación Gabo de Colombia, creada por el escritor y Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, ha expresado la noche de este domingo su pesar por el fallecimiento del autor peruano Mario Vargas Llosa, quien murió hoy en Lima. La Fundación ha comunicado desde su perfil de la red social X: «La Fundación Gabo lamenta la muerte de Mario Vargas Llosa, maestro de la narrativa en español y figura clave de la literatura latinoamericana. Acompañamos en el duelo a su familia, amigos y lectores»
García Márquez y Vargas Llosa no solo fueron compañeros de letras en el llamado boom literario latinoamericano, sino que mantuvieron una estrecha amistad por muchos años. En 1971 el escritor peruano se doctoró de la Universidad Complutense de Madrid con una tesis titulada Historia de un deicidio, consagrada a quien ya era un amigo muy querido y admirado, el autor colombiano. Ambos se habían conocido en Caracas en 1967, el mismo año en que García Márquez publicó su gran éxito editorial, Cien años de soledad. Vargas Llosa había viajado a la capital venezolana a recoger el Premio Rómulo Gallegos por La casa verde, su segunda novela. Se volvieron a encontrar ese mismo año en Lima, para participar en un coloquio organizado por la Universidad de Ingeniería sobre la literatura latinoamericana. Así nació una fuerte amistad y complicidad unidas por la pasión a la literatura –Faulkner era, dijo Vargas Llosa, “nuestro común denominador”– y la admiración por la obra del otro.
Vargas Llosa veía en su amigo a un escritor ya clásico. Fue la revolución cubana la que comenzó a alejarlos. Cuando apresaron al poeta Herberto Padilla, Vargas Llosa escribió una carta a Fidel Castro firmada por otros intelectuales como Juan Goytisolo, Julio Cortázar, Octavio Paz, Juan Rulfo, Jorge Semprún, Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Fuentes, así como Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Susan Sontag, pero García Márquez se negó a poner su rúbrica y montó en cólera cuando su nombre apareció sin su permiso en la misiva dirigida a Fidel Castro. A pesar de las diferencias políticas mantuvieron la amistad, pero en 1976 ocurrió en Ciudad de México un incidente que ya es mítico en la literatura latinoamericana: Vargas Llosa se acercó a García Márquez y le propinó un puñetazo brutal, que derribó al escritor. No se saben las causas del incidente, aunque algunos testigos dicen que el peruano le espetó: “¡Esto es por lo que le hiciste a Patricia!”, su esposa. Desde entonces la amistad se rompió por completo.
La UNAM de México: «Su legado perdurará en las letras universales»
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lamentó la noche del domingo el fallecimiento del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, autor peruano a quien esa casa de estudios distinguió con un honoris causa en 2010. La universidad ha afirmado de que Vargas Llosa es «una de las figuras más influyentes de la literatura hispanoamericana contemporánea», reconocido, además, con el Premio Cervantes, el más importante de la lengua castellana. Autor de obras imprescindibles como La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral y La fiesta del chivo, la UNAM ha recordado de que reconoció con el honoris causa «su extraordinaria trayectoria intelectual y literaria». «Su legado perdurará en las letras universales», ha afirmado la institución.
Mario Vargas Llosa será despedido en privado por su círculo más cercano y será incinerado
A diferencia de otras personalidades que han sido veladas en el Ministerio de la Cultura de Perú, Álvaro Vargas Llosa ha comunicado que los funerales del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa serán en estricto privado, en el círculo más íntimo de su padre, y que además será cremado. “No tendrá lugar ninguna ceremonia pública. Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos. Sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”, informó.
Nunca hemos sabido tan bien como ahora lo auténticamente bárbaros que fueron hace más de medio siglo dos docenas de escritores de múltiples países de América Latina. Apenas había similitud alguna entre ellos, aunque todos fuesen herederos e hijos intelectuales de otro puñado de nombres anteriores sin vínculo demasiado fértil con España (con la salvedad quizá de tres poetas, Rubén Darío, Pablo Neruda y César Vallejo, y un cuentista precoz con pocos y malos recuerdos españoles como Jorge Luis Borges). El fenómeno fue insólito incluso para un medio tan aficionado a ofrecer cosas insólitas como la novela: tiene algo de ensueño el inventario informal y caprichoso de títulos que hoy andan pegados con cola a las manos de los lectores sin que les pese el tiempo, aunque sí la moda. La ventaja (o quizá la desventaja) de quienes lleguen hoy a las páginas de Conversación en la Catedral, o de Los pasos perdidos, o de Tres tristes tigres o de Cien años de soledad o de El perseguidor o de Pedro Páramo, es que tendrán acceso a una información rebosante e inabarcable sobre autores que los españoles del franquismo decrépito y la titubeante democracia empezaron a leer sin tener ni idea de nada, ni de dónde venían ni de quiénes eran en sus respectivos países. Leer a un colombiano vestido con mono de mecánico dejó de ser una extravagancia para ser el placer de una obligación y escuchar la cadenciosa lengua peruana de Vargas Llosa se hizo rito feliz que cualquiera podía trenzar con la gangosa voz de Cortázar y sus laberintos de ingenio y ternura sin miedo a perder el tino entre la lujuria de la lengua que gastaba Cabrera Infante.
El movimiento literario al que perteneció el Nobel peruano impulsó la libertad hiperbólica de una ficción ilimitada y furiosamente consciente de su capacidad de cambiar el mundo poniendo en orden las palabras y con el coraje de la invención. Lea aquí la crónica completa.
Los escritores del Boom pasaban a veces el fin de semana en alguna playa, juntos, con cenas que se alargaban hasta la madrugada. Se levantaban tarde, somnolientos, tomaban café y agarraban unas toallas que extendían sobre la arena, frente al mar. El primero en lanzarse al agua era Mario Vargas Llosa, que no se entretenía demasiado. Se secaba y daba un paseo por los alrededores. Al acabar, volvía al lugar en el que estaban alojados y se duchaba antes de sentarse frente a la máquina de escribir, a la que permanecía atado con correa. Ese compromiso casi religioso con la escritura cruzó la vida de Vargas Llosa, que ha muerto este domingo en Lima a los 89 años de edad. La misma pasión le producía la política, a la que se entregó sin reservas. En los noventa fue candidato a la presidencia de Perú y fue derrotado, para suerte de la literatura. Años después diría que se lanzó a esa aventura “por una razón moral”.
El novelista viró del marxismo al liberalismo con la fe del converso. Lea aquí la crónica completa.
Mario Vargas Llosa, una vida en ocho escenas
En Cartas a un joven novelista, el escritor Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura fallecido este domingo a los 89 años, escribió: “Detrás de esas aventuras ficticias que encienden la imaginación y conmueven, hay no solo intuición, fantasía, invención y una pizca de locura, sino también terquedad, disciplina, organización, estrategia, trampas y silencios y una urdimbre compleja que levanta y sostiene en vilo la ficción”. Tal vez habría que agregar: mucho de realidad. El escritor peruano, que también tenía la nacionalidad española, usó muchas de sus experiencias de vida como inspiración a algunas de sus obras más famosas, como La ciudad y los perros, La tía Julia y el escribidor o El pez en el agua, en la que relata su breve, pero apasionado paso por la política de su país natal. Estos son algunos de los hechos más memorables de la vida de uno de los grandes narradores del castellano, uno de esos escribidores que contó con maestría los dolores y pasiones de un territorio cuya actualidad seguía con fervor y que por muchos años analizó en su columna Piedra de toque, que publicaba en EL PAÍS.
El escribidor que no se arrepintió de nada
El escritor peruano Mario Vargas Llosa, fallecido este domingo a los 89 años, afirmó en una entrevista concedida a El País Semanal que no se arrepentía de nada en su prolífica vida como novelista, periodista, columnista y hasta político. A punto de ingresar en la Academia Francesa, el autor de Conversación en la catedral dijo que “no me arrepiento de nada, absolutamente”. Y confesó: «Lo que yo detesto es el deterioro. Las ruinas humanas. Es algo terrible, lo peor que podría pasarme. Por ejemplo, ahora tengo problemas de memoria. La memoria la tuve siempre muy lúcida. Recordaba las cosas, y noto cómo se ha empobrecido. Es inevitable: 86 años. Hay cosas que recuerdo más que otras, pero… Algunos nombres, por ejemplo: veo las caras, pero los nombres se me han perdido».
El novelista peruano Mario Vargas Llosa ha fallecido este domingo en Lima, según han informado sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana en un comunicado. Nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, el premio Nobel de literatura de 2010 acababa de cumplir los 89 años. Autor de obras fundamentales como Conversación en La Catedral, La ciudad y los perros o La fiesta del Chivo, fue uno de los escritores más importantes de la literatura contemporánea en cualquier lengua. Novelista, ensayista, polemista, articulista y académico, Vargas Llosa pasará a la historia como un extraordinario narrador y un influyente intelectual a la antigua usanza, es decir, anterior a las redes sociales.
“Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá. Procederemos en las próximas horas y días de acuerdo con sus instrucciones”, señala el comunicado de sus hijos. “No tendrá lugar ninguna ceremonia pública. Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos. Sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”, añaden.
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