Martha Pérez del Valle está a punto de dar a luz. Pero lo hará sola en España. Su marido, el senegalés Ousmane Diallo, no podrá estar en el parto porque el Consulado de España en Dakar le ha denegado el permiso y el visado que solicitó por reagrupación familiar. Casados desde octubre de 2023, ambos iniciaron el procedimiento en mayo de 2024, pero la respuesta fue contundente. El consulado alegó “dudas sobre la autenticidad y fiabilidad del matrimonio” y reprochó que no se establece con claridad que la unión conyugal “no tiene una finalidad diferente a la obtención de la residencia legal del interesado en España”. El consulado también denegó el recurso que interpusieron. Desde su casa en Torremolinos, Pérez del Valle asegura que “ha sido un desgaste emocional, físico y económico tremendo. Lo más duro es sentir que dudan de algo que es muy real. Hasta hace poco estaba apática y deprimida, no podía ni hablar del tema”. Sin embargo, decidió contar su historia a través de las redes sociales y recibió decenas de mensajes de personas en situación similar. “Pensaba que éramos tres o cuatro, pero somos cientos. Ya he asumido que mi hija nacerá sin su padre al lado, pero ojalá mi historia sirva para que no le pase a otras”. La mujer define la actitud del consulado como “maltrato institucional” y revela que, en su desesperación, se llegaron a plantear que Oumane se subiese a un cayuco para juntarse con ella en España. “Pero los riesgos son enormes y, además, soy ciudadana española, tengo derecho a tener a mi marido conmigo”, añade.
Ciudadanos españoles y senegaleses denuncian la venta irregular de citas, retrasos y denegaciones en el Consulado de España en Dakar

Martha Pérez del Valle está a punto de dar a luz. Pero lo hará sola en España. Su marido, el senegalés Ousmane Diallo, no podrá estar en el parto porque el Consulado de España en Dakar le ha denegado el permiso y el visado que solicitó por reagrupación familiar. Casados desde octubre de 2023, ambos iniciaron el procedimiento en mayo de 2024, pero la respuesta fue contundente. El consulado alegó “dudas sobre la autenticidad y fiabilidad del matrimonio” y reprochó que no se establece con claridad que la unión conyugal “no tiene una finalidad diferente a la obtención de la residencia legal del interesado en España”. El consulado también denegó el recurso que interpusieron. Desde su casa en Torremolinos, Pérez del Valle asegura que “ha sido un desgaste emocional, físico y económico tremendo. Lo más duro es sentir que dudan de algo que es muy real. Hasta hace poco estaba apática y deprimida, no podía ni hablar del tema”. Sin embargo, decidió contar su historia a través de las redes sociales y recibió decenas de mensajes de personas en situación similar. “Pensaba que éramos tres o cuatro, pero somos cientos. Ya he asumido que mi hija nacerá sin su padre al lado, pero ojalá mi historia sirva para que no le pase a otras”. La mujer define la actitud del consulado como “maltrato institucional” y revela que, en su desesperación, se llegaron a plantear que Oumane se subiese a un cayuco para juntarse con ella en España. “Pero los riesgos son enormes y, además, soy ciudadana española, tengo derecho a tener a mi marido conmigo”, añade.
La corriente de descontento con los servicios consulares en Senegal (y en otros países) ha crecido en los últimos meses. Las dificultades para conseguir una cita para solicitar visados, el negocio irregular que ha surgido en torno a este procedimiento y las numerosas denegaciones ha llevado a decenas de personas a denunciar públicamente sus casos. Las quejas por una y otra cuestión siempre han estado presentes, pero ahora hay un grupo de ciudadanos españoles y senegaleses que hasta organizaron una concentración frente a la puerta del consulado. Prevista para este martes, la protesta al final no fue autorizada por el prefecto de Dakar. Pero estos ciudadanos han conseguido llevar el foco hacia una política de visados que impide viajar de manera legal a España lo que, a juicio de los organizadores de esta manifestación, estimula las vías irregulares.
Hace varios años que el Defensor del Pueblo recibe “reiteradas” quejas contra este consulado. En octubre de 2023, recomendaba al Ministerio de Exteriores adoptar “las medidas necesarias para que el Consulado General de España en Dakar cuente con los medios personales y materiales adecuados que permita atender a la demanda existente y a la previsible en los próximos años”. Este año, en su último informe, habla de “inasumibles demoras”. En la actualidad, unos 83.000 senegaleses residen de manera legal en España, según en INE. Es una diáspora con mucho arraigo en España y que va en aumento: ya son la segunda nacionalidad africana tras Marruecos en número de ciudadanos. Además, según el Defensor del Pueblo, unos 10.000 senegaleses han adquirido la nacionalidad española entre 2013 y 2023, lo que les da derecho a solicitar la reagrupación de sus familiares, al igual que a las parejas mixtas entre españoles y senegaleses.
El caso de Pérez del Valle está lejos de ser el único. La catalana Ivet Pérez ha estado en Senegal más tiempo en los últimos años que en España. Por trabajo, participa en varios proyectos de cooperación en el país, pero también por amor. En 2023, Pérez, que pide que no se publiquen sus verdaderos nombres por miedo a que su caso se complique aún más, se enamoró de Bouba, el traductor que le asistió en una de sus misiones. Y se casaron. La pareja solicitó un visado para poder vivir juntos en España y, como parte del procedimiento, un funcionario les interrogó. “Hay matrimonios de conveniencia, yo lo sé, pero creo que hay maneras de preguntar. Puedes cuestionarme si soy consciente de que me caso con un hombre de un país en el que existe la poligamia, pero no hace falta que me digas si sé que me van a poner los cuernos o que me pregunte si estoy preparada para tener diez hijos”, recuerda la joven, de 26 años. El visado de su marido fue finalmente denegado porque no demostraron “fehacientemente” una convivencia física y continuada o dependencia [económica]. Como el resto de afectadas, Pérez, que por un momento confió en su “privilegio blanco”, se emociona. “Ahora que conozco muchos más casos, lo que veo es la arbitrariedad. ¿Cuál es el criterio para poner en duda mi matrimonio?”, cuestiona.
“Son meses de lucha, de estrés y de rabia”, se queja Awa Ndiaye desde Fuerteventura, una senegalesa de 26 años que lleva en España más de la mitad de su vida. Ndiaye se casó en Senegal en 2023 con un chico de su pueblo y un año después comenzaron con los trámites de reagrupación familiar en una oficina de extranjería en Canarias. A los tres meses ya tenía la respuesta: aprobada la residencia para su marido. Estaban felices porque pensaron que iban a poder decir adiós a la distancia, pero faltaba un último trámite: solicitar el visado en el consulado de España en Dakar. “Fue el principio de nuestra pesadilla”, dice. La cita se la dieron, pero para abril de 2026. Dos años de vida paralizada. No es una excepción. El Defensor del Pueblo recoge un caso similar, una reagrupación familiar concedida en agosto de 2024 para una niña de tres años que necesita tratamiento médico y una cita para conseguir su visado en noviembre de 2026. “Ya tiene el visto bueno, qué más les da, ¡solo hay poner un sello en el pasaporte!”, lamenta. En este tiempo a Ndiaye le han diagnosticado una enfermedad y lamenta que ahora tiene aún más razones para querer estar cerca de su marido. Ha enviado casi una veintena de emails intentando que le adelanten esa cita. “Nadie me responde”, se queja.
La española de origen senegalés Sofiatou Ndeye vive en Gran Canaria. “Mi caso es una odisea desde el principio. Nos han solicitado información que no aparece en el procedimiento y se han empeñado en exigirnos el registro de nuestro matrimonio en España, sabiendo que el registro Civil central tarda hasta tres años en hacer ese trámite”, lamenta Ndiaye. Más allá de los documentos requeridos, es que para el consulado español en Dakar su matrimonio, celebrado el año pasado por poderes, también es sospechoso. “Yo les enseñé fotos que prueban nuestros inicios, pero ni siquiera nos han hecho una entrevista, ¿cómo pueden tasar la vida de la gente por papeles?”, relata. “Todos hemos llorado muchísimo con esto. Nos han hecho muchísimo daño como familia y también en lo económico”, cuenta.
Las reagrupaciones familiares, por la importancia que tiene para los afectados, suponen el grueso de las quejas, pero la estricta política de visado va más allá. Para miles de senegaleses que pretenden ir a España a visitar familiares, actuar en un concierto, dar una conferencia para una ONG o simplemente hacer turismo, la odisea no es solo lograr un visado sino conseguir una cita. El empresario Ibrahima Gueye (nombre ficticio) relata una realidad que se vive en consulados españoles de todo el mundo: “Entras en la plataforma de la empresa BLS [la empresa en la que Exteriores subcontrata la gestión de las citas] y a los cinco minutos ya está bloqueada. Toca esperar al mes siguiente. O pagar”, asegura. La joven Astou, que trabaja para una empresa española en Senegal, revela que ella abonó 350.000 francos CFA (unos 475 euros) a un intermediario que le vendió una cita para pedir un visado. “Todo el mundo sabe que eso funciona así, se te acercan en la puerta del consulado o te llaman una vez has entrado en la plataforma”, revela.
El consulado de España en Dakar no respondió a la solicitud de información de este periódico, pero fuentes de Exteriores aseguraron que “la alta demanda de visados en algunos países tensiona el sistema de citas, por lo que resulta más difícil obtenerlas. La presencia de tramitadores fuera de las oficinas consulares es un fenómeno existente en algunos países y que no puede ser evitado por las oficinas, habida cuenta de la idiosincrasia de cada país y de sus usos locales”.
El diputado senegalés Guy Marius Sagna, miembro del partido gobernante, se mostró especialmente crítico con el consulado español en una rueda de prensa el pasado viernes en la que anunciaba la manifestación prevista para este martes. “Estoy aquí para protestar contra la mafia diplomática, la mafia consular, la mafia de visados que los africanos soportan aquí en Senegal, pero que también soportan los españoles […] que empuja a los jóvenes a coger los cayucos de la emigración irregular […] En realidad, las embajadas y consulados del espacio Schengen, y en particular de España, contribuyen a las personas que mueren en el Atlántico, el Sahara y en el Mediterráneo”, aseguró. El diputado acusó a consulados y embajadas europeas de ser cómplices de dichas “mafias” que revenden las citas.
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