A la entrada del Palacio de Congresos de Sevilla donde este viernes empezó el 41º congreso del PSOE hay dos enormes arcos rojos que marcan el paso entre la calle y el interior con un cartel que pone “entra por la izquierda”, un giro del lema del cónclave. Uno tras otro, los dirigentes que los iban atravesando hacían comentarios irónicos parecidos: “Qué bien se está aquí dentro y qué duro es lo que hay ahí fuera”. Mientras los militantes les aplauden, les animan, se hacen fotos, los líderes no pueden evitar la sensación de estar en un castillo asediado por un goteo de decisiones judiciales que ha enrarecido la fase previa a un congreso que en principio estaba pensado para reforzar la unidad y consagrar el liderazgo absoluto de Pedro Sánchez después de los cinco días en los que amagó con dimitir y todo el partido se dio cuenta de repente de que nadie tenía la sucesión preparada.
La Moncloa traslada absoluta tranquilidad e insiste en que nadie podrá demostrar que filtraron ellos o la fiscalía el documento del novio de Ayuso porque no fue así
A la entrada del Palacio de Congresos de Sevilla donde este viernes empezó el 41º congreso del PSOE hay dos enormes arcos rojos que marcan el paso entre la calle y el interior con un cartel que pone “entra por la izquierda”, un giro del lema del cónclave. Uno tras otro, los dirigentes que los iban atravesando hacían comentarios irónicos parecidos: “Qué bien se está aquí dentro y qué duro es lo que hay ahí fuera”. Mientras los militantes les aplauden, les animan, se hacen fotos, los líderes no pueden evitar la sensación de estar en un castillo asediado por un goteo de decisiones judiciales que ha enrarecido la fase previa a un congreso que en principio estaba pensado para reforzar la unidad y consagrar el liderazgo absoluto de Pedro Sánchez después de los cinco días en los que amagó con dimitir y todo el partido se dio cuenta de repente de que nadie tenía la sucesión preparada.
La declaración de Juan Lobato, y la inmediata filtración de la conversación entre el que hasta el miércoles era el líder del PSOE madrileño y la jefa de Gabinete de Óscar López, Pilar Sánchez Acera, marcó el arranque del congreso y tiene al Gobierno y al partido en vilo ante las posibles repercusiones políticas. Públicamente, el Ejecutivo insiste en que está “muy tranquilo”, según dijo María Jesús Montero, número dos del partido. Sin embargo, en privado hay un claro desconcierto y una enorme indignación con Lobato, al que culpan de meter al Gobierno en un lío muy complicado de gestionar por una decisión que nadie entiende, que es la de ir a un notario a registrar una conversación privada con una compañera como Sánchez Acera. Y una gran incógnita sobre lo que está por venir.
Distintas fuentes consultadas insisten en que en La Moncloa hay mucha tranquilidad porque, aunque todos dan por hecho que Sánchez Acera será imputada, no se podrá probar que fue el Gobierno quien filtró el documento del novio de Isabel Díaz Ayuso a la prensa y mucho menos que lo obtuvo a través de la fiscalía. “No fue así, y por eso nunca va a aparecer una prueba de que fuera así”, insisten diversos dirigentes, a pesar de que la conversación entre Lobato y Sánchez Acera pueda hacer pensar lo contrario. Una cosa es la deducción, y otra la demostración con pruebas en un proceso penal, explican varios miembros del Gobierno. Y ahí los consultados están convencidos de que judicialmente el asunto no tiene recorrido.
También están seguros de que Óscar López, el jefe de Gómez Acera y más que probable nuevo líder del PSOE de Madrid tras la caída de Lobato, está completamente fuera de este proceso porque no habrá ningún elemento probatorio que lleve a él. Pero al margen de estas seguridades que se trasladan en el frente judicial, y que están por demostrarse cuando llegue el momento de la verdad de los informes policiales y sobre todo de las decisiones de los magistrados, desde el punto de vista político nadie se atreve a negar la dificultad del momento para un Gobierno y un partido que casi cada día se levanta con noticias judiciales negativas y con varios procesos abiertos que pueden durar aún varios meses.
El congreso lanzará un mensaje indiscutible de “prietas las filas”, de unidad y de respaldo a Sánchez, del que todos esperan un discurso el domingo potente y de resistencia. Pero en las conversaciones privadas se puede notar la inquietud ante un panorama judicial cada vez más imprevisible y ya no solo por jueces con clara animadversión hacia el Gobierno, tal como lo ven en el PSOE, sino por información de compañeros del partido como Lobato, que es quien ha abierto la última brecha que puede llevar a la imputación de la jefa de Gabinete de López. Y además todo sucede en el PSM, un histórico agujero negro del PSOE, y el territorio político de Sánchez. Durante el congreso se reunieron los delegados madrileños y recibieron de la nueva presidenta de la gestora que releva a Lobato, Isaura Leal, un mensaje de unidad. “Os pedimos comprensión, tenemos que ser capaces de sobreponernos”, les dijo, según fuentes presentes en la cita.
Algunos dirigentes con menos información directa confían en que realmente Sánchez Acera tenga una versión absolutamente cerrada y clara para llevar al juez cuando la llame a declarar. “Tiene que tener todo acreditado, esto es muy delicado”, señala uno.
“Hay un ambiente casi de golpe de Estado”, exageran en privado algunos dirigentes. “Está muy feo allá afuera, más que nunca, harán cualquier cosa para acabar con Sánchez, pero aquí dentro tenemos muy claro que no van a poder. La gente está en otra cosa. Hay buenos datos económicos, la gestión es buena, hay votos en el Congreso y un partido decidido a aguantar. Vamos a gobernar tres años más, le pese a quien le pese”, resume un dirigente. La convicción más extendida es que a pesar de todo, Sánchez y los suyos encontrarán la salida, lograrán los Presupuestos y consolidarán la legislatura. Pero también asumen que el camino será muy duro para lograrlo.
La propia Montero fue en esta línea al acusar a Feijóo de “discurso golpista” en su intento de “derribar, derrocar y tumbar” a Sánchez mientras insistía en que lo importante no es la filtración, sino que “Isabel Díaz Ayuso sigue viviendo en un ático que se ha pagado con un fraude fiscal”, por el piso de su novio. Es la sensación más general dentro del congreso y también entre dirigentes veteranos, que insisten en que no recuerdan hace mucho una ofensiva así. El nerviosismo es evidente, aunque también la convicción de que el tiempo irá ajustando las cosas sobre todo porque judicialmente no hay recorrido para la mayoría de los casos abiertos.
Pero sobre todo los dirigentes más informados, los que están al frente de la estrategia de respuesta o cerca del presidente, insisten en que pese a lo espectacular de las decisiones judiciales, de las acusaciones de Víctor de Aldama, de las revelaciones que ha hecho Lobato con su móvil, de las imputaciones de la mujer y el hermano de Sánchez, de la imputación del fiscal general, todo está mucho más encapsulado de lo que parece y los procesos se irán deshaciendo porque no hay pruebas definitivas en ninguno de ellos.
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