Los balcones solares se han convertido en la alternativa fácil y barata para producir energía en los pisos, salvando así las barreras técnicas, económicas y burocráticas que supone una instalación de autoconsumo compartida por todos los vecinos. Vivir en un piso ya no es excusa para no ahorrar en la factura de la luz y participar en la transición energética. Tampoco ser inquilino, porque estos equipos se pueden trasladar de una vivienda a otra.
Los kits fotovoltaicos, que han conquistado las viviendas alemanas por ser autoenchufables y baratos, tratan de hacerse un hueco en el mercado nacional
Los balcones solares se han convertido en la alternativa fácil y barata para producir energía en los pisos, salvando así las barreras técnicas, económicas y burocráticas que supone una instalación de autoconsumo compartida por todos los vecinos. Vivir en un piso ya no es excusa para no ahorrar en la factura de la luz y participar en la transición energética. Tampoco ser inquilino, porque estos equipos se pueden trasladar de una vivienda a otra.
Un balcón solar es un kit fotovoltaico autoenchufable, es decir, es un panel solar flexible y ultraligero que se conecta a la red doméstica gracias a una nueva generación de microinversores. Lo común es colocarlos en balcones, pero es posible hacerlo en múltiples superficies, como techos, terrazas, toldos, jardines, paredes, pérgolas… El requisito esencial es que esté orientada al sol. “Hay más metros cuadrados de fachadas que de cubiertas, así que los balcones solares son una alternativa efectiva en la lucha contra el cambio climático”, expone Santiago Vernetta, cofundador y consejero delegado de Tornasol Energy, empresa valenciana que lleva tres años desarrollando estos productos de la mano del gigante asiático Sunman, el mayor fabricante de paneles solares flexibles del mundo. “Han confiado en nosotros para el lanzamiento en toda Europa de su panel más novedoso, para balcones por peso, estética y potencia”, añade.
Estos equipos son muy fáciles de colocar: no requieren de instaladores ni de obras. Y, una vez conectados, empiezan a generar energía solar, lo que permite al propietario o al inquilino ahorrar dinero en sus facturas de luz y evitar emisiones de CO2. “Un balcón solar puede suponer entre un 30% y 50% de ahorro en la factura generando lo suficiente para cubrir el consumo de electrodomésticos, como lavadora, nevera, termo, router, alarma o el consumo fantasma de la vivienda [los aparatos están apagados, pero siguen conectados a la corriente]. Ahora, con las nuevas baterías en red que hemos integrado, se pueden almacenar hasta nueve kilovatios por hora (kWh) y llegar a cubrir la totalidad de la demanda energética de un hogar”, cuenta Vernetta.
El ahorro va a depender del tamaño del kit solar, de las condiciones climáticas, la orientación de los paneles y el consumo eléctrico. “Por ejemplo, si tienes un kit de 800 vatios, generas unos 136 kWh al mes y pagas una tarifa de 0,26 euros por kWh en las horas de sol, el ahorro mensual es de 35,36 euros y el anual es de 424,32 euros”, calcula Cristina Benavente, consejera delegada de Econovo, que ofrece kits solares flexibles y ultraligeros para balcones.
Cada uno de estos equipos incluye uno o dos (pueden ser más) paneles solares, un microinversor para convertir la energía generada en electricidad, accesorios de anclaje para fijar el kit al balcón y un dispositivo de medición de la producción. El precio de los paneles se ha reducido enormemente en los últimos años. “Hemos bajado los precios este año tres veces porque se abaratan los componentes”, dice Boris Hageney, emprendedor europeo que creó Groupon CityDeal en 2010 y fundó Robinsun hace un año para traer los kits solares enchufables a España. Un kit con un panel parte de 400 euros, y con dos se mueve entre 600 y 700 euros. Si se incluye batería, el tique medio alcanza los 1.200 euros.
La mayoría de los equipos vendidos tienen entre 600 y 800 vatios. Esto es importante porque a partir de 800 se necesita de un instalador, lo que encarece el presupuesto.
Una vez se empieza a producir energía, hay dos opciones. Una es verter el excedente a la red y para ello hay que certificar la instalación, lo que supone un coste añadido. “Se necesita un Certificado de Instalación Eléctrica (CIE), que suele costar hasta 500 euros, a lo que hay que sumar las tasas regionales”, explica Hageney, que se muestra muy crítico con las trabas que hay en España y reclama una certificación fácil, ágil y sin tasas, que no se tenga que pedir permiso a los vecinos y el IVA al 0% para incentivar a las familias. Para solicitar bonificaciones fiscales también se necesita la certificación.
El problema es que lo que pagan las comercializadoras por ese excedente es irrisorio. “Cuando compras a la red pagas 23 céntimos, pero cuando vende te dan solo seis céntimos”, relata el fundador de Robinsun.
La otra opción es almacenar la energía en baterías y usarla cuando esta sea más cara. Sin embargo, la decisión también va a depender de los patrones de cada consumidor. “Si consumes la mayor parte de tu energía durante el día, una batería puede no ser necesaria, ya que aprovecharás directamente la producción solar. Pero si el consumo principal ocurre por la noche, una batería se vuelve una inversión interesante para maximizar tu autoconsumo y ahorrar más a largo plazo”, señala Benavente.
Hay distintos tipos de medidas y potencias, así que los paneles pueden adaptarse a balcones de distintas dimensiones. Lo importante es que estos estén despejados y, a ser posible, orientados al sur. Su peso no es un problema puesto que los hay ultraligeros (entre 2,9 y 5 kilos), lo que reduce las cargas estructurales y facilita la instalación, describen en Tornasol. Las cinchas de seguridad aguantan hasta 50 kilos y vienen 10 por panel.
Un sector con potencial
A pesar de su atractivo, los balcones solares siguen siendo bastante desconocidos en España. Aunque no hay cifras oficiales porque no todos están registrados, las empresas del sector estiman que apenas habrá unos miles, principalmente en grandes ciudades. “Si hay 10.000 kits instalados ya son muchos”, cree Hageney. No obstante, el mercado se mueve y el potencial de crecimiento en un país como España (por la cantidad de horas de sol y de pisos) es inmenso. “Con el aumento de la conciencia sobre la sostenibilidad y la bajada de precios de los paneles solares, esperamos un crecimiento exponencial en los próximos años. Pensamos que la energía solar autoinstalable tiene más sentido que nunca”, opina el fundador de Tornasol, que ha equipado más de 3.000 viviendas en los últimos tres años.
España está muy lejos de llegar a otros países europeos como Alemania, donde las placas solares han conquistado los balcones. Solo en 2023 se instalaron más de 1,5 millones de balcones solares en el país. “Esto es una aportación gigante en su plan de descarbonización”, dice Robinson, que reconoce que es el mercado más activo de Europa, seguido a distancia de Francia y los países escandinavos. Alemania ha sido pionera en la adopción de estos sistemas gracias a regulaciones favorables (los vecinos no pueden oponerse), campañas de concienciación y subvenciones.
En España, en cambio, es necesario el visto bueno de los vecinos. “Las barandillas son elementos comunes, por lo que se debe solicitarse autorización a la comunidad de propietarios”, de acuerdo con el Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid. Además, se altera de alguna manera la estética del edificio, por lo que la ley exige una mayoría cualificada de un tercio del total de propietarios y de coeficientes, de todos los que integran la comunidad el día de la junta y no solo de los presentes.
Economía en EL PAÍS