“Las notas van a bajar”: empiezan los exámenes de la Selectividad más difícil de los últimos años

Un chico en camiseta y pantalón corto se encamina un poco agarrotado al aula 101 del aulario sur del campus de Tarongers de la Universidad de Valencia, donde unos 60 estudiantes aguardan ya para empezar el primer examen de Selectividad. “No, no estoy nervioso. Pero tengo que entrar ahora”, corta. En la primera fila de una clase cercana, una adolescente se besa una pulsera, se muerde las uñas mientras escucha las instrucciones del ejercicio de Lengua castellana y literatura, la prueba con la que se estrena en 15 comunidades autónomas la nueva Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), que llega con el aura de que va a ser la Selectividad más difícil de los últimos años.

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 La PAU, en la que se han matriculado más de 300.000 alumnos, comienzan en toda España salvo Cataluña y Canarias  

Un chico en camiseta y pantalón corto se encamina un poco agarrotado al aula 101 del aulario sur del campus de Tarongers de la Universidad de Valencia, donde unos 60 estudiantes aguardan ya para empezar el primer examen de Selectividad. “No, no estoy nervioso. Pero tengo que entrar ahora”, corta. En la primera fila de una clase cercana, una adolescente se besa una pulsera, se muerde las uñas mientras escucha las instrucciones del ejercicio de Lengua castellana y literatura, la prueba con la que se estrena en 15 comunidades autónomas la nueva Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), que llega con el aura de que va a ser la Selectividad más difícil de los últimos años.

En el pasillo, tres profesores de instituto que han acompañado a los chavales confirman dicha impresión. ¿Es más complejo el examen de este año? “Hay menos optatividad”, responde una docente. “En el examen de Historia de España han doblado el temario”, añade otra. “Las notas van a bajar, porque tienen menos optatividad”, incide el tercero. “Antes o después tenían que hacerlo, porque se había llegado a un punto que tampoco tenía sentido; yo, por ejemplo, ahora no podría estudiar Física”, resume el profesor.

Alumnas, este martes, en la Universidad de Murcia.

La Selectividad ha arrancado en toda España, salvo en Canarias, donde lo hará el miércoles, y Cataluña (el 11 de junio). Se espera que 300.000 estudiantes realicen la PAU, que durará entre tres y cuatro días, con hasta cuatro ejercicios en las dos primeras jornadas de 90 minutos cada uno.

Repaso de última hora

Desde las 7.30, en el campus de la Universidad Complutense de Madrid, decenas de grupitos pasan las páginas de sus apuntes. Otros prefieren refugiarse solos, en un banco o bajo un árbol, con los cascos puestos hasta que sea la hora de la evaluación. No pocos tienen cara de susto. Jaime Junco Díaz estudia con un amigo bajo unos castaños. “No estuve nervioso los días anteriores, pero hoy sí”, admite. Junco Díaz quiere entrar a la carrera de Fisioterapia, este martes tiene exámenes de Lengua castellana y Filosofía. “Estos no me acojonan tanto, al final es estudiar el temario y ya. Igual en Química vaya con un poco más de miedo”, añade.

El cambio en el formato de examen de este año, que incorpora un 25% de preguntas de carácter competencial (más aplicadas), es para el alumno una buena medida. “Ahora se premia más el esfuerzo y llegas más preparado a la universidad”, argumenta. “Antes podías estudiar el 40% de los temarios y sacar buena nota”.

A primera hora, en la puerta de la facultad de Ciencias Químicas, la vicerrectora de Estudiantes de la Complutense, Rosa de la Fuente, explica que es comprensible que los estudiantes estén preocupados por el cambio de modelo, pero que al salir del examen no pensaran lo mismo. “No ha cambiado tanto realmente, simplemente hemos querido reducir la cantidad de preguntas que son de reproducción de contenido”, dice. A su lado, los estudiantes se amontonan para entrar en las aulas y comenzar el examen.

Nueve de cada diez estudiantes logra aprobar la PAU. Pero para quienes quieren acceder a las carreras más solicitadas, las notas se han disparado en muchos casos por encima del 12 sobre 14, que es la máxima puntuación que se puede alcanzar si a la fase general se le suma la fase optativa.

Antes de que los alumnos lleguen a la Complutense, donde se espera que 12.588 jóvenes realicen la PAU, en la estación de metro de Moncloa, en Madrid, un sinfín de estudiantes avanzan entre gritos nerviosos y apuntes apretados en carpetas repletas de hojas. Dentro del vagón, una chica suspiraba mientras leía un gráfico hecho a mano sobre literatura moderna española. Su padre, de pie frente a ella, la tranquilizaba diciéndole que todo iba a salir a la perfección. Una barahúnda de gritos se escuchaba en el vagón: “Tío, no puede ser que ya sea hoy”; “no pienso hablar luego del examen de cómo ha ido; hecho, bocata y a seguir estudiando”; “anoche con María no acertábamos una, inventamos cualquier cantidad de nombres”, “¡cómo me ha costado dormir esta noche!”.

Una de las clases donde los alumnos se han examinado en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Santiago de Compostela.

90 minutos después

El examen de Lengua Castellana y Literatura ha sido el primero de la jornada.

―¿Cómo os ha salido?―, pregunta la profesora Ana Barba a unas alumnas tras el examen en la Facultad de Educación de Sevilla.

―No sé… se podían haber portado mucho peor―, responde la alumna Talía Vega.

-¡Esa es la cara típica de lengua! Eso sí, el texto era sencillísimo, matiza la docente.

Los alumnos en general han salido satisfechos del primer examen de la PAU en la capital andaluza. El examen, común para Andalucía, Ceuta, Melilla y los centros de Marruecos, incluía el editorial de EL PAÍS Tener trabajo y ser pobre del pasado octubre, dos textos de teatro y el Modernismo, preguntas sobre relaciones sintácticas en lengua, y El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite, y El árbol de la ciencia de Pío Baroja, en literatura.

Alejandra Tubío, alumna del instituto público Néstor Almendros de Tomares (Sevilla) confesaba sus nervios antes del examen, pero a la salida se ha mostrado contenta con sus respuestas. Este curso ha estudiado cuatro horas a diario entre semana y siete al día los fines de semana, para que la nota le alcance para estudiar Biología o Psicología. “Soy de matrícula de honor”, avisa. “El viejo modelo me parecía mejor porque tenía más opciones para elegir. Antes teníamos cinco y ahora solo dos. En teoría era más fácil”, añade. En el mismo pasillo, Marco Blanco, Hugo Gehr y Francisco Alberca, coincidían a coro: “Ha sido fácil”. “La gente iba con miedo por el poema de Cernuda y preocupados por el cambio de prueba”, matiza Blanco.

Los profesores Fernando García y Ana Barba han explicado al final del examen de Lengua castellana y literatura que los alumnos terminaron a tiempo, a diferencia de años anteriores: “Antes había que arrancarles los exámenes de las manos, porque había una pregunta teórica sobre literatura y ahora son tres cuestiones cortitas”, explica Barba. En esta convocatoria de la Universidad de Sevilla han participado 11.265 estudiantes repartidos en 25 sedes, y con 800 profesionales en el tribunal único para vigilar y corregir sus exámenes. “Me voy a poner a llorar como me entre esto en el examen”, advertía una alumna nerviosa antes de afrontar la segunda prueba sobre Historia o Historia de la filosofía, a elegir, a las 10.30.

Un alumno antes de unos de los exámenes en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Complutense de Madrid.

En Madrid, tras el examen de Lengua, Lucía Flor Garrido, quien quiere estudiar Psicología, dice: “El examen era fácil, los análisis de sintaxis también. Y literatura me sabia todos”. Iñigo Pasquín ha tenido un golpe de suerte durante la prueba: “Me he estudiado un tema de literatura y me ha entrado.. iré a la lotería”, cuenta.

Sin embargo, hay a quienes el cambio de modelo les ha jugado en contra. Para Guillermo Martínez ha sido “complicadillo”. “El cambio de modalidad me ha jodido un poco”, dice.

En el aulario sur de la Universidad de Valencia ha podido verse la misma dualidad. Luis ha acabado pronto el examen de Lengua castellana y estaba satisfecho. “Ha sido más fácil de lo que pensaba. Y creíamos que iba a salir Lorca, y ha salido”, comentaba. Unos metros más adelante, en la escalera de salida del edificio naranja de ladrillo listo, otro estudiante, en cambio, se lamentaba con tres amigos: “¡Pero cómo sale Lorca, bro!”

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