La revista médica The Lancet ha puesto al descubierto en toda su crudeza el impacto real del desorden económico mundial impuesto por Donald Trump. El estudio analiza los efectos del desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) dedicada a fomentar el crecimiento sostenible y atender las crisis humanitarias. La investigación estima que los recortes y cierre de la agencia “podría producir más de 14 de millones de muertes adicionales, incluidos 4,5 millones de muertes entre niños menores de cinco años”. Durante las dos últimas décadas, los programas financiados por USAID han ayudado a prevenir más de 91 millones de muertes, incluidos 30 millones de niños.
El desmantelamiento de la agencia para el desarrollo internacional USAID podría causar 14 de millones de muertes adicionales, según la revista científica ‘The Lancet’
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El desmantelamiento de la agencia para el desarrollo internacional USAID podría causar 14 de millones de muertes adicionales, según la revista científica ‘The Lancet’


La revista médica The Lancet ha puesto al descubierto en toda su crudeza el impacto real del desorden económico mundial impuesto por Donald Trump. El estudio analiza los efectos del desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) dedicada a fomentar el crecimiento sostenible y atender las crisis humanitarias. La investigación estima que los recortes y cierre de la agencia “podría producir más de 14 de millones de muertes adicionales, incluidos 4,5 millones de muertes entre niños menores de cinco años”. Durante las dos últimas décadas, los programas financiados por USAID han ayudado a prevenir más de 91 millones de muertes, incluidos 30 millones de niños.
La semana pasada se ha publicado el Informe Social Mundial 2025 de Naciones Unidas, que certifica “la urgencia de prevenir la caída en la pobreza, de la que es difícil escapar”. Precisa que “más de 690 millones de personas viven en la pobreza extrema, con menos de 2,15 dólares al día” y “más de 2.800 millones, más de un tercio de la población mundial, viven con entre 2,15 y 6,85 dólares al día”. Y asegura que “casi una de cada cinco personas corre un alto riesgo de sufrir desastres relacionados con el clima en todo el mundo” y “una de cada siete personas estuvo expuesta a un conflicto en 2024, y el número de conflictos estatales se ha duplicado desde 2010”.
Los mismos días el Fondo Monetario Internacional ha dado a conocer sus Perspectivas de la Economía Mundial, que confirman los malos presagios para los países menos desarrollados. Destacan que “entre los países de bajos ingresos, algunas de las economías más pobres del mundo siguen experimentando un crecimiento débil, afectadas negativamente por la escasez de flujos de financiación externa y los recortes a la ayuda internacional”. “Esto se produce”, añaden, “en medio de una disminución significativa de los flujos de financiación hacia estas economías, como resultado, entre otras cosas, de los recortes en las subvenciones y los préstamos concesionales”. La ayuda oficial al desarrollo constituye una parte significativa del ingreso nacional bruto en algunos de los países más vulnerables de Oriente Medio y África.
Este panorama recuerda las tesis del economista Karl Polanyi, contenidas en La Gran Transformación (1944), que demostró que la idea de la autorregulación de los mercados nunca ha funcionado. Después de la Segunda Guerra Mundial se asumió que la economía de mercado tenía que servir para lograr el pleno empleo y la seguridad social, financiados por una fiscalidad redistributiva. Su hija Kari Polanyi-Levitt ha explicado que entonces “el control social fue restaurado sobre la economía” y que “esa fue precisamente la gran transformación que cerró los libros del liberalismo económico”. La experiencia duró poco, hasta los años setenta del siglo pasado, en que se produjo la contrarrevolución neoliberal. Los resultados son conocidos: desigualdad, recortes del Estado de bienestar y endeudamiento. Trump va más lejos. Desmantelamiento acelerado de los organismos y reglas internacionales. Las consecuencias son bien previsibles si las democracias no se plantan.
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