Muere el histórico comunista Antonio Romero: el jornalero que tuvo acceso a los secretos de Estado

Fue diputado en las Cortes y en el Parlamento andaluz y azote contra la corrupción y la guerra sucia del GAL en los años del felipismo Leer Fue diputado en las Cortes y en el Parlamento andaluz y azote contra la corrupción y la guerra sucia del GAL en los años del felipismo Leer  

A los 69 años y tras llevar mucho tiempo lidiando con la enfermedad de Parkinson, ha muerto este viernes en el hospital de Antequera (Málaga) Antonio Romero, uno de los dirigentes del Partido Comunista de Andalucía y de Izquierda Unida que más influencia tuvo en la política nacional durante los años del felipismo, con permiso de Julio Anguita.

Nacido en 1955 en el municipio malagueño de Humilladero, Romero ocupó cargos electos y de partido en todos los ámbitos de la política, desde el Ayuntamiento de Málaga hasta las instituciones europeas, pasando por el Parlamento andaluz y las Cortes Generales. Formó parte del equipo fundador de CCOO en Andalucía y participó en los órganos de dirección del Partido Comunista, además de ser coordinador general de IU-CA entre 1997 y 2001 y candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía por esta formación en el año 2000. Pero el cargo que más bagaje personal y proyección política le dio fue, tal vez, el de portavoz de Izquierda Unida en la comisión de Defensa, Interior y Justicia del Congreso, un puesto que le permitió acceder a «secretos de Estado», como narró en primera persona en las memorias que publicó en 2010 bajo el título Un jornalero en los secretos de Estado (Almuzara).

En aquella época se destacó como azote de la corrupción del Gobierno de Felipe González, acosado por las investigaciones que señalaban la participación del Estado en la guerra sucia contra ETA. «Felipe González nunca me perdonó mi lucha contra la corrupción del felipismo y la guerra sucia. Hay una frase de él, la de que ‘también se defiende en las alcantarillas y los desagües’, que es diabólica y respalda al terrorismo de Estado, las desapariciones y los entierros en cal viva. Por estas cosas, el Estado de derecho se convirtió en Estado de desecho, y como yo las denuncié, lo primero que hizo fue vetarme de la Mesa del Parlamento, apoyándose en el PNV», contó durante la presentación de aquel libro.

Posteriormente, el PSOE se negó a firmar un pacto con IU que le hubiera dado a Antonio Romero la Alcaldía de Málaga en 1995. Ese desencuentro entre dos socios naturales permitió que Celia Villalobos (PP) gobernase en Málaga en minoría. El PP ya no perdería la Alcaldía hasta hoy. «Nunca me perdonó. Nos echó la culpa de la caída de su gobierno a mí y a un grupo de periodistas, los del llamado sindicato del crimen, entre los que estaba Pedro J. Ramírez», afirmó.

En esas memorias también desvelaba que, durante la investigación por corrupción contra el que fuera director de la Guardia Civil Luis Roldán, hubo una persona de los servicios secretos -a la que nunca llegaron a conocer pero a la que se referían como el primo-, que le pasaba información confidencial, lo que permitió a IU ir por delante de la instrucción y anotarse algunos tantos políticos. Antonio Romero presumió siempre de tener buena relación con la Guardia Civil y la Policía y llegó a tener acceso a mucha información en la lucha contra el terrorismo.

También hacía siempre que podía referencia a sus orígenes humildes y a su infancia en Humilladero, donde le gustaba acercarse a los viejos republicanos que se reunían para escuchar Radio La Pirenaica. Desde chico le decían que, cuando hablaba, parecía estar «dando un mitin». Con 16 años, en la clandestinidad, entró a formar parte del Partido Comunista. «Me llamo Antonio Romero y soy de Humilladero», afirmó en su primera intervención ante el que era el primer Parlamento de la Historia de Andalucía, una sesión a la que acudió con una camisa de mangas cortas porque -le gustaba aclarar- «no tenía traje».

Contaba también que dejó los estudios con 14 años para trabajar por temporadas en la vendimia y en otras tareas del campo junto a su padre y su hermano mayor. En su libro reproducía una fotografía en la que aparecía, con 11 años, junto a un galgo. «Fui galguero antes que diputado…».

Cuando el médico le diagnosticó Parkinson decidió retirarse tras 30 años de militancia activa, aunque sabía que la enfermedad le concedería aún unos años de tregua. Durante la presentación de sus memorias resumió su vida en un alegato que bien podría servirle de epitafio: «He podido vivir con pasión la política. Tengo dos hijos y una mujer maravillosos. Y duermo con mi conciencia muy tranquila. Nunca me he vendido al poder, aunque esto no tiene tanto mérito para alguien como yo que no cree en el mercado».

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