El municipio es famoso por su impresionante castillo, sus guisos tradicionales y los bolos serranos Leer El municipio es famoso por su impresionante castillo, sus guisos tradicionales y los bolos serranos Leer
El estrés, las redes sociales y el agobiante tráfico conduce muchas veces a la necesidad de tomar un respiro y buscar esos rinconcitos que relajan solo con poner un pie en ellos. En la provincia de Jaén hay un pequeño pueblo ideal para ir de fin de semana, disfrutar del senderismo y de la cocina local más auténtica.
A una hora y media de Cazorla y con apenas 1.700 habitantes, Segura de la Sierra es uno de los pueblos más bonitos de la provincia y de España, según la prestigiosa revista National Geographic. Es conocido por ser la tierra natal del poeta Jorge Manrique, abanderar la gastronomía serrana y presumir de su ubicación en pleno Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas.
Como un escenario de cuento, el castillo más alto de Jaén preside el monte donde se ubica Segura de la Sierra, plagado de calles empinadas y calificado de Conjunto Histórico-Artístico. La fortaleza, que se puede visitar durante todo el año, cuenta con varios espacios que revelan el paso de culturas y civilizaciones: la Torre de Entrada; el Patio de Armas, de finales de la Edad Media; los baños árabes; la capilla de la Orden de Santiago; el refectorio y el aljibe, entre otros. El precio de la entrada es de seis euros.
Un poco más arriba, en el mismo monte, se encuentran los restos del llamado Pozo de la Nieve. Se trata de una construcción antigua donde se producía el hielo para conservar alimentos o con fines medicinales.
Caminando por sus callejuelas no hay que dejar de fijarse en los tramos de murallas que rodean la parte baja del pueblo. También es fácil tropezarse con otras muestras de su historia como la fuente Imperial, construida en 1517, y la renacentista iglesia de los Jesuitas.
La hoja de ruta por Segura de la Sierra suele incluir, como no podía ser de otra manera, la fachada de la casa natal de Manrique. Y es que, desde 2022, la vivienda ejerce las veces de hotel y no es posible visitarla. Lo que sí se puede conocer, y muy bien, es la plaza de toros y la evidente tradición taurina que cobra vida en las fiestas de la Virgen del Rosario. Es una de las más antiguas de España y curiosa por su planta cuadrangular y la falta de muros de protección.
También merece la pena echarles un vistazo a los detalles arquitectónicos del ayuntamiento o la Casa del Celemín.
La tradición pastoril ha saltado generaciones para seguir estando en la mesa de los vecinos del pueblo jienense. Los turistas que se acercan a sus bares y restaurantes tienen la oportunidad de probar guisos como los Galianos, hecho con tortas de pan y carne de conejo; la Gachamiga, una especie de tortilla de harina y patata con aderezos; cordero en ajo cabañil o el llamado pisto gandul, cuyo ingrediente principal es el cordero, la cabra o el conejo.
Por supuesto, el aceite de oliva con denominación de origen es la gran estrella de los hogares y de los ultramarinos. Junto a él, otros ejemplos de la cocina serrana como la cecina, el lomo adobado o el ajo-pringue. En la temporada de setas, también es habitual asistir a platos fuera de carta a base de níscalos.
La irrupción de los videojuegos o el pádel no ha acabado con uno de los juegos más veteranos y típicos de la zona, los bolos serranos. Una divertida práctica centenaria basada en lanzar una bola de madera contra unos bolos (tiene dos modalidades).
Y para lo que prefieran adentrarse en la naturaleza y respirar aire limpio, la sierra está repleta de laberintos con valles, tajos y montañas donde los arrojos y los ríos fluyen cada primavera. Destacan, entre otros muchos, la villa de Ayna (enclavada en un balcón natural); el mirador del Diablo y la Cueva del Niño; o la ruta de Cerrada del Utrero y Torre del Vinagre, de 40 kilómetros solo de ida.
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