Nicolás Olea, catedrático: “Las cápsulas de café de plástico contribuyen a la exposición a disruptores endocrinos”

Hasta hace poco, los disruptores endocrinos —presentes en numerosos productos cotidianos— estaban fuera de la conversación, pero ese término cada vez se escucha más. A ello ha contribuido Nicolás Olea (Granada, 71 años), catedrático emérito de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada. “Empecé a estudiarlos en 1988 en EE UU y para nosotros fue una sorpresa enorme”, señala. En 1992, se centró en uno de ellos, el bisfenol A, y desde entonces ha participado en decenas de estudios sobre estas sustancias, que plasmó en el libro divulgativo Libérate de tóxicos (RBA, 2019). Ahora, seis años después, publica 80 recomendaciones para evitar los tóxicos (RBA), un ensayo donde ofrece consejos para vivir una vida más saludable.

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 El profesor de Medicina publica ‘80 recomendaciones para evitar tóxicos’, donde ofrece consejos para una vida más saludable alejada de las sustancias nocivas  

Hasta hace poco, los disruptores endocrinos —presentes en numerosos productos cotidianos— estaban fuera de la conversación, pero ese término cada vez se escucha más. A ello ha contribuido Nicolás Olea (Granada, 71 años), catedrático emérito de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada. “Empecé a estudiarlos en 1988 en EE UU y para nosotros fue una sorpresa enorme”, señala. En 1992, se centró en uno de ellos, el bisfenol A, y desde entonces ha participado en decenas de estudios sobre estas sustancias, que plasmó en el libro divulgativo Libérate de tóxicos (RBA, 2019). Ahora, seis años después, publica 80 recomendaciones para evitar los tóxicos (RBA), un ensayo donde ofrece consejos para vivir una vida más saludable.

Pregunta. ¿Qué son los disruptores endocrinos?

Respuesta. Son sustancias químicas que una vez dentro del organismo modifican el equilibrio hormonal. Las hormonas son mensajeros que comunican, por ejemplo, el ovario con la mama, como hace el estradiol —un estrógeno—; los disruptores pueden imitar a ese estradiol y compiten en el mensaje, equivocándolo. Son hackers que alteran el mensaje hormonal.

P. ¿Tienen efectos de manera inmediata?

R. El efecto seguramente es inmediato porque la alteración es instantánea, pero la repercusión de efectos adversos puede ser a muy largo plazo: las exposiciones tempranas a una hormona pueden condicionar tu vida adulta. Las consecuencias no son visibles hasta la época adulta, por lo que es difícil establecer la causalidad: en nuestro estudio de mala calidad seminal la hipótesis dominante es que se definió en los primeros 40 días post-fecundación del niño.

P. ¿Qué otros efectos causan?

R. Alteraciones en la tiroides —hay una cantidad enorme de personas tomando hormona tiroidea por hipotiroidismo—, impulso de obesidad y diabetes, infertilidad. En verano salió un artículo científico que señalaba que la falta de fecundidad en Europa tiene que ver con el empoderamiento de la mujer y las condiciones económicas, pero también con la mala calidad seminal, la bajada de la reserva ovárica y enfermedades como la endometriosis y ovario poliquístico, relacionadas con los disruptores endocrinos.

P. ¿Afectan más a las mujeres?

R. Sí, porque la variabilidad hormonal en la fisiología de las mujeres es importante, entre el desarrollo de la pubertad, la primera regla, el desarrollo mamario, el ciclo ovárico mensual y los embarazos las hacen mucho más susceptibles a los cambios hormonales: el hipotiroidismo afecta 17 veces más a las mujeres que a los hombres y la sensibilidad química múltiple también.

P. Si son tan dañinos, ¿por qué se permiten?

R. Ha habido un retraso enorme en la incorporación de la legislación de que un compuesto es hormonalmente activo en la regulación química. Si el compuesto es CMR [carcinogénico, mutagénico o reprotóxico], se prohíbe, pero la toxicidad hormonal no figura por ningún sitio. La Agencia Europea de Compuestos Químicos y Mezclas (ECHA), cuando quiere legislar algún disruptor endocrino, lo considera reprotóxico [tóxico para la reproducción], y ahí la regulación es más estricta. La primera vez que se dice que se va a regular los disruptores endocrinos es en el futuro reglamento europeo de juguetes.

P. En el libro da consejos para evitar tóxicos. Uno de ellos dice que no usemos cápsulas de café.

R. Ese café preparado a presión y alta temperatura en una cápsula de plástico barato libera microplásticos que contribuyen a la exposición a los disruptores endocrinos. El plástico suele ser polietileno y suele tener una resina epoxi que hace de pegamento entre las dos piezas y otros aditivos. La alternativa es la cafetera de toda la vida.

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R. ¿Y los vasos de plástico?

R. Ocurre lo mismo cuando se les pone una bebida muy caliente.

P. ¿Qué pasa con las botellas de plástico?

R. Hace seis años hablábamos de que había unos 3.000 microplásticos por botella. Hace un año apareció en la revista PNEAS un paper que miraba los nanoplásticos y ahí subían a 300.000 por litro de agua. Cuanto más se reutiliza y más vieja está, más microplásticos se liberan. También es muy malo dejar una botella de agua en el coche en verano, pues puede llegar a 50 grados. En España, es mucho mejor tomar siempre agua del grifo: en tu casa 1.000 litros valen dos euros, y en la calle por ese precio te dan un litro.

P. ¿Los alimentos que llegan a nuestra casa tienen pesticidas o plaguicidas?

R. Alrededor del 38% de los alimentos tienen algún residuo y un 2% supera la legalidad. Pero la clave es cuánto hay en la comida convencional: lo suficiente como para que los estudios de biomonitorización demuestren que los niños españoles orinan un cóctel de pesticidas. Las reglas actuales dan tranquilidad a la administración, pero no protegen a la salud humana. Los franceses han medido en Generations Futures los pesticidas en desayuno, comida, merienda y cena y les salen 87 sustancias: aunque la mayoría son legales, no están teniendo en cuenta el efecto cóctel, al combinarlas. En la legislación no aparece ese efecto combinado: pesticidas, cosméticos y plásticos confluyendo en el mismo sistema y alterando las hormonas.

P. ¿Qué pescados tienen mercurio y cómo nos afecta?

R. Los pequeños, como boquerón, sardina, calamar, bacaladilla, están limpios. En cambio, los grandes depredadores tienen mucho mercurio: el atún, el tiburón, el cazón, el emperador, el pez de espada. La Aesan recomienda desde 2019 que no se coma mucho de este pescado y no chupar la cabeza de las gambas, porque tiene cadmio.

P. ¿Qué ocurre con los envases alimentarios?

R. Las latas de conserva tenían resinas epoxi a partir de bisfenol A, pero desde el año pasado está regulado, y ahora tienen que buscar otro recubrimiento. Por eso siempre he recomendado conservas en cristal.

P. ¿Dónde hay perfluorados (PFOS)?

R. Están en las sartenes antiadherentes, en la ropa que no se mancha, en los extintores, en muchos los cosméticos… tienen muchas aplicaciones porque mejoran las cualidades de los productos, pero son muy persistentes. La ECHA le ha declarado la guerra a los perfluorados y han regulado ya 12, pero hay 12.000 en el mercado. Ya en 2017 se publicó que los niveles de perfluorados en la sangre de los españoles eran muy altos. La historia se repite: primero se prohibieron los organoclorados (PCB, DDT), luego los organobromados, y ahora estamos con los perfluorados (PFAS): son obesogénicos y su mayor efecto como disruptor endocrino es favorecer la obesidad. Están en todos los seres vivos y no se eliminan en la orina.

P. ¿Qué problema tienen las bolsitas de té?

R. Antes eran de celulosas vegetales, pero ahora son de poliamida o poliéster, con lo que cada vez que se meten en agua hirviendo se liberan millones de microplásticos y nanoplásticos. La alternativa es hervirlo en los huevos de metal de toda la vida.

P. ¿Y las palomitas de microondas?

R. El interior de la bolsa suele tener perfluorados, que se calientan junto con la comida y son muy tóxicos, porque pasan al alimento y contribuyen a la exposición a disruptores endocrinos.

P. ¿Se debe calentar la comida en un táper de plástico?

R. No. Liberan ftalatos y contaminantes químicos, y además los microplásticos se desgastan y liberan componentes con el calor, que acaban llegando al cuerpo. Ocurre igual con los moldes de silicona para el horno. La ECHA sacó en 2018 la dimeticona de los cosméticos, pero no de los recipientes alimentarios. La alternativa son los táperes de cristal y los recipientes metálicos o de cristal para horno.

P. ¿Qué ocurre con los cosméticos?

R. Muchos tienen benzofenonas, parabenos… Una mujer española usa de media 14 productos, y cada uno tiene una media de 38 componentes, con lo que son 400 compuestos químicos y pueden producir efecto cóctel. Dicen que las concentraciones son bajas y la absorción es mínima, pero luego en la orina se ve que muchos permanecen. Está demostrada la exposición. En las niñas, su uso temprano puede estar vinculado con el adelanto de la pubertad que están viendo los pediatras.

P. ¿Y las cremas solares?

R. Suelen tener benzofenonas. La ECHA tiene una lista con las sustancias que va a restringir el año que viene y ahí ya menciona las benzofenonas, el canfeno y un salicilato.

P. ¿Qué pasa si un perro o un gato con un collar antipulgas duerme con un niño pequeño?

R. La Agencia Española de Medicamentos dice que ese collar antipulgas tiene piretrina y otros pesticidas que no están diseñados para estar en la cama de tu hijo y le pueden afectar.

P. ¿Qué riesgos tóxicos hay en la ropa?

R. Los perfluorados, aunque la etiqueta no suele indicarlo. Hacen que la ropa no se manche o no necesite plancha, pero son disruptores endocrinos.

P. Dice que no se estrene coche con un recién nacido. ¿Por qué?

R. El interior del coche es de plástico, incluso en los eléctricos. Y es peor cuanto más nuevo sea, porque sueltan más sustancias químicas: ftalatos, fosforados, bisfenoles… una mezcla volátil. Si tienes un coche nuevo, ventila mucho, y nunca entres con tu hijo si el vehículo se ha quedado al sol y está muy caliente.

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