Tiene 18 años y sobre él se concentran las ilusiones de toda la resistencia taurina catalana. Tiene 18 años y ha tomado el relevo de los grandes toreros catalanes, del mítico Peroy a Mario Cabré, de Joaquín Bernadó a Serafín Marín. Tiene 18 años y pregona que «no estamos muertos, hay un torero catalán dando guerra». Tiene 18 años y la personalidad y responsabilidad de mantener vivo un sueño.Mario Vilau ha vuelto a su casa de Hospitalet tras una temporada intensa con el colofón de ese triunfo final al proclamarse ganador de la Liga Nacional de Novilladas. En este diario, en una excelente entrevista de Alicia P. Velarde, se presenta como un chaval de su tiempo en el que surgió una afición irrefrenable, cómo tuvo que convencer a sus padres para que le dejaran acudir a la Escuela Taurina de Cataluña, y cómo convenció a sus compañeros de colegio y los hizo asomarse a un mundo nuevo.Ahora tiene ante sí una prometedora carrera que, en su caso, va más allá de la de un novillero puntero, pues tras de sí está la reivindicación de una pasión. Su personalidad debe ser para muchos un punto de inflexión en la lucha por la defensa de la Fiesta, y debería remover conciencias en ese sector taurino que históricamente ha abandonado y dejado huérfanos a los aficionados catalanes. Nada de lo que hace y vive Mario Vilau es ajeno ni a Cataluña ni a la tauromaquia. Todo lo ha aprendido aquí, todo lo quiere demostrar aquí y todo lo quiere disfrutar aquí. En lo más hondo se agranda el deseo de torear en la Monumental, la plaza que dejó de dar toros cuando Mario apenas contaba con cuatro años de edad. Tiene 18 años y sobre él se concentran las ilusiones de toda la resistencia taurina catalana. Tiene 18 años y ha tomado el relevo de los grandes toreros catalanes, del mítico Peroy a Mario Cabré, de Joaquín Bernadó a Serafín Marín. Tiene 18 años y pregona que «no estamos muertos, hay un torero catalán dando guerra». Tiene 18 años y la personalidad y responsabilidad de mantener vivo un sueño.Mario Vilau ha vuelto a su casa de Hospitalet tras una temporada intensa con el colofón de ese triunfo final al proclamarse ganador de la Liga Nacional de Novilladas. En este diario, en una excelente entrevista de Alicia P. Velarde, se presenta como un chaval de su tiempo en el que surgió una afición irrefrenable, cómo tuvo que convencer a sus padres para que le dejaran acudir a la Escuela Taurina de Cataluña, y cómo convenció a sus compañeros de colegio y los hizo asomarse a un mundo nuevo.Ahora tiene ante sí una prometedora carrera que, en su caso, va más allá de la de un novillero puntero, pues tras de sí está la reivindicación de una pasión. Su personalidad debe ser para muchos un punto de inflexión en la lucha por la defensa de la Fiesta, y debería remover conciencias en ese sector taurino que históricamente ha abandonado y dejado huérfanos a los aficionados catalanes. Nada de lo que hace y vive Mario Vilau es ajeno ni a Cataluña ni a la tauromaquia. Todo lo ha aprendido aquí, todo lo quiere demostrar aquí y todo lo quiere disfrutar aquí. En lo más hondo se agranda el deseo de torear en la Monumental, la plaza que dejó de dar toros cuando Mario apenas contaba con cuatro años de edad.
Los martes, toros
Nada de lo que hace y vive Mario Vilau es ajeno ni a Cataluña ni a la tauromaquia
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