No hay solo un estilo para ganar en la Fórmula 1. No todas las victorias y los títulos tienen que conseguirse a la fuerza, como lo han hecho Max Verstappen, Lewis Hamilton o Fernando Alonso, por nombrar a los tres campeones del mundo que comparten la parrilla actual. De coronarse Oscar Piastri, todavía líder del certamen, se dirá de él que es la versión moderna de Kimi Raikkonen. Lo interesante será comprobar cómo se interpreta el título de ganarlo Lando Norris, de quien se han dicho infinidad de cosas. Muchas de ellas, buenas; otras, no tanto.
Segundo triunfo consecutivo del británico y primer podio del alemán tras 255 grandes premios en la Fórmula 1
Segundo triunfo consecutivo del británico y primer podio del alemán tras 255 grandes premios en la Fórmula 1


No hay solo un estilo para ganar en la Fórmula 1. No todas las victorias y los títulos tienen que conseguirse a la fuerza, como lo han hecho Max Verstappen, Lewis Hamilton o Fernando Alonso, por nombrar a los tres campeones del mundo que comparten la parrilla actual. De coronarse Oscar Piastri, todavía líder del certamen, se dirá de él que es la versión moderna de Kimi Raikkonen. Lo interesante será comprobar cómo se interpreta el título de ganarlo Lando Norris, de quien se han dicho infinidad de cosas. Muchas de ellas, buenas; otras, no tanto.
Normalmente, lo malo de él siempre gira alrededor de la gestión que hace de la presión. Del aspecto mental, cada vez más relevante en el mundo de las carreras. Algunas veces ha sido Verstappen quien le ha hecho el lío, dejándole hundido en la miseria y tumbado en el diván. En otras ocasiones fue Piastri quien le lanzó un par de directos que le hicieron tambalearse y volver a cuestionarse. Habrá que ver si su magnífico paso por Silverstone este domingo le permite espantar a varios de esos fantasmas. En una prueba que la lluvia convirtió en una especie de Pasaje del Terror para los estrategas, Norris lo hizo todo bien, sin exponerse demasiado y sacó tajada de todos aquellos patinazos que sufrieron los otros. El primero de ellos, Piastri; a quien los comisarios quitaron de en medio con una sanción justa, de diez segundos, por conducir de forma errática en uno de los relanzamientos (vuelta 21). El segundo, Verstappen. O más bien Red Bull, que configuró un coche con ínfima carga aerodinámica que ayudó al holandés a llevarse una pole inverosímil, pero que le dejó vendido el domingo. Las manos del holandés posibilitaron que salvara los muebles con una quinta plaza que resalta lo bueno que es.

Tras los dos McLaren, que firmó su quinto doblete del curso, emergió el Sauber de Nico Hulkenberg, que rompió una sequía que parecía eterna y que, 255 grandes premios después, encontró la ruta para subirse al podio. Al margen del triunfo de Norris y del cabreo de Piastri con los árbitros, el evento pasará a la historia por la machada de Hulk, que salió el último con un monoplaza de los más discretos, y que gracias a la brújula de los técnicos de la estructura de Hinwil (Suiza), que en 2026 pasará a ser Audi, se vio en disposición de lograr algo casi imposible. Fernando Alonso finalizó el noveno y Carlos Sainz cruzó la meta el 12º.
La victoria de Norris tiene una carga simbólica tremenda. No solo por ser la segunda consecutiva —la primera vez que lo consigue en un mismo ejercicio— y la cuarta de la temporada, sino por ser en casa, ante una hinchada completamente entregada a él y que un mes después vuelve a creer que puede soñar con el Mundial. Los ocho puntos que separan a la pareja de McLaren plantean una segunda mitad de temporada de alto voltaje, con jornadas de gloria para uno y de miseria para el otro. “Ha sido increíble, muy estresante. En esas dos últimas vueltas estaba en blanco. Solo pensaba en no cagarla y en tratar de disfrutar del momento. Quizás no vuelva a repetirse, de modo que intenté retener todo lo que pude”, resumió Norris, el 13º británico en ganar en su tierra, completamente extasiado. “No quiero hablar de lo que ha pasado. Al parecer, ahora no se puede frenar cuando circulas detrás del safety, por más que también lo hubiera hecho cinco vueltas antes”, soltó Piastri, con un cabreo de tres pares de narices, y una cara de malas pulgas que no se le conocía al australiano. “La verdad es que no sé ni cómo lo he hecho”, remachó, muy elocuente, Hulkenberg.
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Sobre la firma

Tras licenciarse en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, entró en la sección de Deportes de EL PAÍS en 2005 para cubrir el Mundial de MotoGP, en plena efervescencia por la irrupción de Dani Pedrosa, y de otras disciplinas de motor, como el Rally Dakar. Desde 2010, año en que Fernando Alonso fichó por Ferrari, se encarga de la Fórmula 1.
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