Se encontraba mal del estómago muy a menudo y, cuando finalmente lo acompañaron al médico, hace cuatro meses, el diagnóstico fue cáncer de colon . Agustí, de 71 años, dormía al raso cuando lo recibió. « Estar en la calle es muy duro », explica. Durante los primeros 60 días siguió malviviendo al raso, pese a haber comenzado ya el tratamiento de quimioterapia » -oral- en el Hospital del Mar para tratar de evitar la cirugía», con las complicaciones asociadas -entre estas, «sangrados»-. Los últimos dos meses los ha pasado en la habitación de una pensión que comparte con otras cinco personas. «En mi estado, no es lo más adecuado», lamenta desde la sede de Arrels en el Raval, entidad que vela por las personas sin hogar en Barcelona . Su demora en pedir ayuda y acudir al hospital fue «porque no me gusta molestar», apunta. Y es que como corrobora Beatriz Bilbeny , doctora en el ambulatorio de Drassanes, muchas personas sin hogar rechazan solicitar asistencia porque su prioridad es «sobrevivir» y cubrir necesidades básicas como la alimentación. Cuando por fin acuden a Urgencias, lo hacen por dolencias que ya son incapacitantes. «Heridas, úlceras o infecciones graves, pero no es el espacio para hacer un correcto seguimiento, no se pueden pedir pruebas complementarias, y una persona con una enfermedad crónica necesita seguimiento», advierte la también integrante de la comisión de sinhogarismo del Colegio de Médicos. No sólo la detección y el diagnóstico se complica en el caso de aquellos que malviven al raso, sino el propio tratamiento. « Los médicos encontramos situaciones tan bestias como, atendiendo a alguien que está grave, con una neumonía, que se ahoga y tiene fiebre, nos dice que tiene que irse a un comedor social y no espera al resultado de una radiografía . Porque nos dicen: ‘Si llego media hora tarde, no como’ y se van», apunta Bilbeny. Lo mismo ocurre cuando se acerca la noche y el paciente quiere asegurarse su plaza en un albergue para no dormir al raso . «Tenemos que intentar adaptarnos a esas prioridades», urge. Noticia Relacionada reportaje No Una persona sin hogar muere cada cuatro días en Barcelona Elena Burés Han sido 84 los fallecidos en lo que va de año. Entre ellos, Tamara, que pasó varias horas muerta en un banco de la plaza de Cataluña hasta que alguien alertó a los MossosY es que otros de los escollos para aquellos que malviven en la calle es el de costear los medicamentos prescritos . Según la encuesta de Arrels a las propias personas sin hogar, uno de cada cuatro afirman no poder tomar el fármaco que les han recetado. ¿El motivo? «Por muy baratos que sean, si deben escoger entre la alimentación o el medicamento, priorizarán lo primero», constata la doctora, para explicar que hablamos de «pobreza farmacéutica». Por ese motivo, una de las peticiones, tanto del Colegio de Médicos como de las entidades, es que se elimine el copago para los indigentes que no disponen de una pensión o ayuda que les permita sufragar sus tratamientos. Agustí, a su salida de la sede de Arrels INÉS BAUCELLS« Prescribimos los más económicos, pero aún así, a veces sacan las cuatro monedas que tienen en el bolsillo y nos dicen: ‘Esto no me llega’ . Como sanitario, genera gran impotencia saber que esa persona no tomará la medicación». En ocasiones, los propios afectados no explican a los médicos que les atienden que malviven al raso. A excepción de aquellos que ya llevan muchos años en la calle, indica Bilbeny, cuyo aspecto y deterioro lo hace evidente, no siempre es fácil de detectar. «Es una situación que avergüenza y no se explica», indica. Aún más en el caso de las mujeres. «Muchas veces encuentras gente que está durmiendo en coches, en parkings. Es una situación que, si no lo preguntas, pasa desapercibida», advierte.SINHOGARISMO «Ante la tríada enfermedad crónica, consumo de sustancias y algún problema de salud mental, la probabilidad de morir joven es alta» Beatriz Bilbeny Doctora en el ambulatorio de DrassanesEn el caso de Barcelona, las personas sin hogar viven, de media, entre 25 y 30 años menos que el resto de la población , apunta la directora de Arrels, Beatriz Fernández. «Ante la tríada enfermedad crónica, consumo de sustancias y algún problema de salud mental, la probabilidad de morir joven es alta », indica la doctora. Agustí lo corrobora. « La ‘quimio’ te deja polvo, si no tienes una dieta equilibrada te quedas sin defensa. Estos cuatro meses han sido muy duros, con una depresión impresionante ». Ahora, Arrels trata de localizarle un nuevo alojamiento para que pueda afrontar el tratamiento de su cáncer en las mejores condiciones posibles, pero, como siempre alerta la entidad, la ciudad no cuenta con plazas suficientes. Tampoco adaptadas a las necesidades de quienes malviven al raso; en muchas ocasiones, con problemas de salud mental o adicciones. Se encontraba mal del estómago muy a menudo y, cuando finalmente lo acompañaron al médico, hace cuatro meses, el diagnóstico fue cáncer de colon . Agustí, de 71 años, dormía al raso cuando lo recibió. « Estar en la calle es muy duro », explica. Durante los primeros 60 días siguió malviviendo al raso, pese a haber comenzado ya el tratamiento de quimioterapia » -oral- en el Hospital del Mar para tratar de evitar la cirugía», con las complicaciones asociadas -entre estas, «sangrados»-. Los últimos dos meses los ha pasado en la habitación de una pensión que comparte con otras cinco personas. «En mi estado, no es lo más adecuado», lamenta desde la sede de Arrels en el Raval, entidad que vela por las personas sin hogar en Barcelona . Su demora en pedir ayuda y acudir al hospital fue «porque no me gusta molestar», apunta. Y es que como corrobora Beatriz Bilbeny , doctora en el ambulatorio de Drassanes, muchas personas sin hogar rechazan solicitar asistencia porque su prioridad es «sobrevivir» y cubrir necesidades básicas como la alimentación. Cuando por fin acuden a Urgencias, lo hacen por dolencias que ya son incapacitantes. «Heridas, úlceras o infecciones graves, pero no es el espacio para hacer un correcto seguimiento, no se pueden pedir pruebas complementarias, y una persona con una enfermedad crónica necesita seguimiento», advierte la también integrante de la comisión de sinhogarismo del Colegio de Médicos. No sólo la detección y el diagnóstico se complica en el caso de aquellos que malviven al raso, sino el propio tratamiento. « Los médicos encontramos situaciones tan bestias como, atendiendo a alguien que está grave, con una neumonía, que se ahoga y tiene fiebre, nos dice que tiene que irse a un comedor social y no espera al resultado de una radiografía . Porque nos dicen: ‘Si llego media hora tarde, no como’ y se van», apunta Bilbeny. Lo mismo ocurre cuando se acerca la noche y el paciente quiere asegurarse su plaza en un albergue para no dormir al raso . «Tenemos que intentar adaptarnos a esas prioridades», urge. Noticia Relacionada reportaje No Una persona sin hogar muere cada cuatro días en Barcelona Elena Burés Han sido 84 los fallecidos en lo que va de año. Entre ellos, Tamara, que pasó varias horas muerta en un banco de la plaza de Cataluña hasta que alguien alertó a los MossosY es que otros de los escollos para aquellos que malviven en la calle es el de costear los medicamentos prescritos . Según la encuesta de Arrels a las propias personas sin hogar, uno de cada cuatro afirman no poder tomar el fármaco que les han recetado. ¿El motivo? «Por muy baratos que sean, si deben escoger entre la alimentación o el medicamento, priorizarán lo primero», constata la doctora, para explicar que hablamos de «pobreza farmacéutica». Por ese motivo, una de las peticiones, tanto del Colegio de Médicos como de las entidades, es que se elimine el copago para los indigentes que no disponen de una pensión o ayuda que les permita sufragar sus tratamientos. Agustí, a su salida de la sede de Arrels INÉS BAUCELLS« Prescribimos los más económicos, pero aún así, a veces sacan las cuatro monedas que tienen en el bolsillo y nos dicen: ‘Esto no me llega’ . Como sanitario, genera gran impotencia saber que esa persona no tomará la medicación». En ocasiones, los propios afectados no explican a los médicos que les atienden que malviven al raso. A excepción de aquellos que ya llevan muchos años en la calle, indica Bilbeny, cuyo aspecto y deterioro lo hace evidente, no siempre es fácil de detectar. «Es una situación que avergüenza y no se explica», indica. Aún más en el caso de las mujeres. «Muchas veces encuentras gente que está durmiendo en coches, en parkings. Es una situación que, si no lo preguntas, pasa desapercibida», advierte.SINHOGARISMO «Ante la tríada enfermedad crónica, consumo de sustancias y algún problema de salud mental, la probabilidad de morir joven es alta» Beatriz Bilbeny Doctora en el ambulatorio de DrassanesEn el caso de Barcelona, las personas sin hogar viven, de media, entre 25 y 30 años menos que el resto de la población , apunta la directora de Arrels, Beatriz Fernández. «Ante la tríada enfermedad crónica, consumo de sustancias y algún problema de salud mental, la probabilidad de morir joven es alta », indica la doctora. Agustí lo corrobora. « La ‘quimio’ te deja polvo, si no tienes una dieta equilibrada te quedas sin defensa. Estos cuatro meses han sido muy duros, con una depresión impresionante ». Ahora, Arrels trata de localizarle un nuevo alojamiento para que pueda afrontar el tratamiento de su cáncer en las mejores condiciones posibles, pero, como siempre alerta la entidad, la ciudad no cuenta con plazas suficientes. Tampoco adaptadas a las necesidades de quienes malviven al raso; en muchas ocasiones, con problemas de salud mental o adicciones.
Agustí, de 71 años, fue diagnosticado hace cuatro meses y durante los dos primeros siguió en la calle, ya iniciado el tratamiento. Ahora comparte habitación con otras cinco personas en una pensión
Se encontraba mal del estómago muy a menudo y, cuando finalmente lo acompañaron al médico, hace cuatro meses, el diagnóstico fue cáncer de colon. Agustí, de 71 años, dormía al raso cuando lo recibió. «Estar en la calle es muy duro», explica. Durante …
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