George es uno de los 800.000 niños que fueron evacuados al campo desde las grandes ciudades británicas durante el blitz, el periodo comprendido entre 1940 y 1941 en que el Reino Unido padeció los bombardeos continuos de la Luftwaffe de Hitler. También es el protagonista de Blitz, la nueva película de Steve McQueen (Londres, 55 años), que llega este viernes a Apple TV+. El director, oscarizado por 12 años de esclavitud (2013) y con el título de caballero del Imperio Británico desde 2020, no reproduce, en su primer largo en seis años, la propaganda bélica del estoicismo británico (como el famoso lema keep calm and carry on, o “mantén la calma y sigue adelante”), que tanto gusta a los adeptos del Brexit.
El director británico estrena ‘Blitz’, ambientada durante los bombardeos de Londres en la Segunda Guerra Mundial, que ofrece una visión multirracial de la sociedad de la época a través de la historia de una madre y su hijo mestizo en medio de la vorágine
George es uno de los 800.000 niños que fueron evacuados al campo desde las grandes ciudades británicas durante el blitz, el periodo comprendido entre 1940 y 1941 en que el Reino Unido padeció los bombardeos continuos de la Luftwaffe de Hitler. También es el protagonista de Blitz, la nueva película de Steve McQueen (Londres, 55 años), que llega este viernes a Apple TV+. El director, oscarizado por 12 años de esclavitud (2013) y con el título de caballero del Imperio Británico desde 2020, no reproduce, en su primer largo en seis años, la propaganda bélica del estoicismo británico (como el famoso lema keep calm and carry on, o “mantén la calma y sigue adelante”), que tanto gusta a los adeptos del Brexit.
McQueen prefiere recordar que Londres ya era entonces una sociedad multicultural, en el marco de una reescritura de la historia negra del Reino Unido que inició con la fabulosa serie Small Axe (2020), sobre la inmigración afrocaribeña en la segunda mitad del siglo XX, y el documental Uprising (2021), acerca de las revueltas de Brixton en los ochenta. Lo hace a través de la historia de una madre (Saoirse Ronan) y su hijo mestizo, al que busca desesperadamente en una ciudad en llamas. El director y artista plástico, conocido por una brusquedad solo temperada cuando le interesa levemente alguna pregunta (sucederá una única vez), respondió a esta entrevista por videollamada mientras un fontanero hacía reparaciones en su casa de Londres.
Pregunta. ¿Por qué hablar del blitz en 2024?
Respuesta. Siempre lo tuve en mente. En 2003 recibí el encargo de producir una obra sobre las fuerzas armadas británicas. Pasé tiempo con tropas en Irak, vi cómo vivía la población, y eso me hizo pensar en el Reino Unido de 1940. Más tarde, mientras me documentaba para la serie Small Axe, descubrí una foto de un niño negro evacuado durante el bombardeo. Me pregunté cuál sería su historia.
P. Su anterior proyecto, el documental Occupied City, también hablaba de la Segunda Guerra Mundial en Ámsterdam, su ciudad de adopción, donde siente que vive “entre fantasmas”.
R. En Ámsterdam paseas entre las casas de cientos de miles de personas que fueron deportadas. Siguen todas ahí. En Londres también hay esos fantasmas de la historia, pero de forma más silenciosa. A veces, lo cercano se olvida con más facilidad que lo distante. En el Reino Unido sabemos más sobre los Tudor que sobre el blitz.
P. ¿Por qué cree que sucede eso?
R. Ni idea. Dígamelo usted, que es el periodista.
P. Desde Hunger hasta Small Axe, pasando por 12 años de esclavitud, su obra suele trabajar con la historia, reciente o lejana.
R. Mi película está ambientada en 1940, pero habla de 2024. En la cara de ese niño también veo Gaza, Israel, Líbano, Sierra Leona o cualquier lugar en guerra hoy. La historia es una manera de examinar el presente, de averiguar cómo hemos llegado hasta aquí.
“En la cara de ese niño también veo Gaza, Israel, Sierra Leona o cualquier lugar en guerra. La historia es una manera de examinar el presente, de averiguar cómo hemos llegado hasta aquí”
P. Muestra el conflicto a través de escenas cotidianas, no grandes hazañas bélicas. ¿Es la guerra tal como la vivió la clase obrera?
R. Hablo de inocentes atrapados en decisiones de líderes. No de Churchill, Roosevelt o Truman, sino de Rita, George y Tilda. Son de clase obrera, pero son, por encima de todo, personas. Hablo de quienes son regazados, de los que se quedan atrás.
P. Y de cómo sobreviven a través de la solidaridad, de una entereza o una ética propia de esa clase humilde.
R. Sí, eso me interesaba. Nunca me sentí tan nacionalista de mi país como en Irak, cuando conviví con soldados de distintas procedencias y acentos del Reino Unido. Fue maravilloso, pero también perverso: sin la guerra, esa camaradería no hubiera existido.
P. Es decir, que la sociedad actual nos parece deshumanizada, pero hay una solidaridad que surge en momentos de extrema tensión y violencia.
R. Es innegable. De repente, todo el mundo se vuelve más sensato y amable, lo que siempre me resulta extraño. Sucede en todas partes, también en su país. Fíjese en la época de Franco. ¿Sabía que fueron los socialistas que regresaron de la Guerra Civil en España los que importaron la idea de refugiarse en el metro? Pero Churchill les prohibió hacerlo, porque consideraba que esconderse allí era una muestra de cobardía. Por eso tuvieron que abrirse paso a la fuerza.
P. Su película se vuelve a situar, como todas las anteriores, en el cruce entre el cine de autor y el comercial. ¿Es premeditado?
R. No pienso en esos términos. Solo intento hacer la mejor película posible. Si gusta a los críticos, bien. Si llega a un público amplio, mejor. Pero bueno, sí, no quiero trabajar en un nicho. Me interesa ser popular.
P. Dijo que quiso que Small Axe se emitiera en la BBC, y no en una plataforma de streaming, para que su madre pudiera verla.
R. Así es, pero también rodé 12 años de esclavitud sin pensar que sería una película masiva, y resultó un gran éxito. Mi interés sigue siendo hacer la mejor película posible.
P. Las relaciones interraciales son recurrentes en sus trabajos…
R. No tanto. No me lo planteo así, yo hablo de personas. Es como decir que Pedro Almodóvar solo habla de españoles…
P. Lo que quiero decir es que Blitz apunta que el Reino Unido, como otros países europeos, fue diverso y multicultural desde los tiempos del Imperio, si no antes…
R. Sí, supongo. Sí, absolutamente. Sí…
P. Y que muchas películas sobre la Segunda Guerra Mundial ignoran este aspecto. ¿Aspira a corregir esas representaciones?
R. No busco corregir nada, pero sí contar una verdad. No he venido a dar lecciones de historia, sino a contar el mejor relato que pueda, basado en los hechos y en mi investigación. Si otros lo ignoran, allá ellos. Londres tuvo comunidades negras y chinas significativas. Esa es la verdad.
P. Y, en un momento en que se ignora o se niega la verdad, ¿es importante insistir en ella?
R. Sí, como con los relatos de indios y vaqueros. Aunque los primeros no eran los malos, el cine los representó así durante mucho tiempo.
P. En 2020 trabajó en Year 3, proyecto en las escuelas de Londres. Fotografió a centenares de clases de primaria para demostrar que, pese al repliegue del Brexit, Londres era una ciudad multirracial.
R. No lo había pensado, pero es una buena observación, hay algo en común entre ese proyecto y Blitz. Es interesante poder visualizar esa diversidad.
“En el fondo, todo es una cuestión de amor, porque el amor es lo único por lo que vale la pena vivir o morir”
P. ¿Por qué eligió a Saoirse Ronan como protagonista?
R. Necesitaba autenticidad, algo de tierra y de verdad, alguien que tuviera una fuerza. Luego me dijeron que cantaba bien. Y que su madre la crio sola, como con el niño de la película. Eran solo ella y su madre. Todo estaba ahí.
P. Su película es muy musical: Paul Weller y Benjamin Clementine interpretan papeles en ella. La música tuvo un rol importante durante la guerra. ¿Por qué cree que se cantaba en los pubs mientras caían las bombas?
R. La música crea comunidad y compañerismo. ¿No te parece extraño lo poderoso que es cantar juntos? Supongo que por eso se usa tanto en la religión. Cantar es un bálsamo que nos da esperanza.
P. En un momento, el niño exclama: “Soy negro”. Hasta entonces parece no saberlo o aceptarlo.
R. Ese niño crecido en un entorno blanco que desprecia lo negro. Está rodeado de mensajes que le dicen que lo negro no tiene valor. Pero cuando conoce a un hombre negro, un soldado nigeriano que es fuerte y que actúa como un líder, logra verse a sí mismo con orgullo.
P. Una de las secuencias más poderosas es cuando ese niño descubre caricaturas ofensivas en un escaparate. ¿Su película es el reverso de esas representaciones?
R. Es usted el periodista, interprételo como quiera. Yo solo soy el artista. A veces, siento que los artistas somos médicos y el resto de la sociedad, pacientes.
P. Su película celebra la fuerza de la comunidad y la familia. Para usted, ¿qué importancia tiene la familia?
R. No sé qué es la familia. O, en cualquier caso, no tiene por qué ser de sangre, puede ser una bonita amistad. En el fondo todo es una cuestión de amor, porque el amor es lo único por lo que vale la pena vivir o morir.
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