Torres se blinda con una lluvia de millones a los accionistas tras el fracaso de la opa

BBVA ha reaccionado con rapidez al fracaso en la opa hostil lanzada contra el Banco Sabadell. Apenas cinco minutos después de conocerse el resultado, la entidad que preside Carlos Torres remitía un comunicado en el que confirmaba su generosa política de retribución al accionista, que ya contemplaba la reserva de 36.000 millones hasta 2028, incrementando incluso la cuantía a repartir en los próximos meses.

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 Los 36.000 millones en dividendos y las recompras de acciones adicionales permitirán contentar a los inversores y cerrar filas. El puesto del presidente no corre peligro por el momento pese al fiasco  

BBVA ha reaccionado con rapidez al fracaso en la opa hostil lanzada contra el Banco Sabadell. Apenas cinco minutos después de conocerse el resultado, la entidad que preside Carlos Torres remitía un comunicado en el que confirmaba su generosa política de retribución al accionista, que ya contemplaba la reserva de 36.000 millones hasta 2028, incrementando incluso la cuantía a repartir en los próximos meses.

Según interpretan diversas fuentes del mercado, el movimiento busca escenificar el compromiso con el inversor y sumar adhesiones, en un momento delicado para la entidad y el propio presidente, que se había implicado muy personalmente en sacar adelante la operación. De acuerdo con otras fuentes cercanas al banco, su puesto no corre peligro por el momento. Cuenta con el respaldo de un consejo que él mismo ha ido renovando durante sus años de mandato y una subida en Bolsa superior al 90% en el año, lo que le sitúa solo por detrás del Santander. Es hora de cerrar filas y que el accionista lo perciba en su bolsillo.

El reparto implica una auténtica lluvia de millones. De los 36.000 totales, “a corto plazo, BBVA contará con aproximadamente 13.000 millones de euros disponibles para distribuir entre sus accionistas”, recoge la nota enviada tras el anuncio de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Hay diferentes fechas marcadas en rojo en el calendario. El 31 de octubre, se iniciará una recompra de acciones pendiente por importe de 1.000 millones. Más adelante, el día 7, se pagará un dividendo de 32 céntimos por acción, el mayor a cuenta de la historia de la entidad, por un importe global de 1.800 millones. Como aportación adicional, se aprovechará el exceso de capital acumulado sobre el 12% para “poner en marcha una significativa recompra de acciones adicional tan pronto como se reciba autorización del BCE”. El BBVA apenas logró un 25,47% de apoyos a su oferta, lejos del 50% necesario para darla por buena e incluso del 30% que permitía prolongar el proceso.

La acción reaccionó ayer en positivo, con una subida del 6%, revalidando la entidad los máximos alcanzados en 2007. Los inversores respiraron por el final de la incertidumbre y, sobre todo, lograron quitarse de encima la losa que suponía el fantasma de una ampliación de capital para acometer una segunda opa. Los cálculos en el caso de que la aceptación hubiera quedado entre el 30% y el 50% eran alarmantes, en tanto hubieran obligado al BBVA a avalar hasta 11.200 millones de euros si hubiera querido seguir adelante con el trámite. El accionariado del banco vasco está muy atomizado, con un gigante en la gestión de activos como BlackRock (7,07%) y una de las gestoras de pensiones más grandes del mundo como Capital Research and Management Company (4,96%), como accionistas significativos.

Carlos Torres fue preguntado ayer, tanto en la rueda de prensa mantenida a primera hora de la mañana como en otras intervenciones públicas, por su futuro al frente del banco y si se planteaba dimitir después del fiasco con el Sabadell. “Mi continuidad no depende del resultado de este proceso”, zanjó el presidente del banco, que descargó parte de la responsabilidad. “El Consejo de Administración ha tomado todas las decisiones”, dijo. “¿Tú vas a dimitir?”, llegó a preguntar con ironía al consejero delegado del banco, Onur Genç, que compartía conferencia de prensa con él y que respondió con celeridad, entre tajante y sorprendido: “No”. Ambos refrendaron la tesis de que la trayectoria del banco, tanto en Bolsa como en los balances, “es muy buena” y que, respecto al intento de tomar el Sabadell, “nuestra labor es intentar aquellas cosas que tienen sentido”. Fracasar en el empeño no sería razón para abandonar el barco.

La estrategia, no obstante, también se puso en tela de juicio. Según la tesis que circula entre los principales ejecutivos del BBVA, la posibilidad de una segunda opa -más ventajosa, en efectivo y probablemente a un precio mayor-, habría retraído a buena parte de accionistas, partidarios de esperar a un segundo envite. Torres admitió el daño que podía haber hecho tanto la opinión contraria del Banco Sabadell como “la expectativa de una segunda opa”. Fue el propio BBVA, no obstante, quien solicitó una dispensa al supervisor estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) para tener esa posibilidad, probablemente consciente del rechazo de los minoritarios -a quienes, a tenor del análisis de las cifras, no ha sabido atraer- y de la dificultad de alcanzar la mitad más una de las acciones.

El precio ha sido otro caballo de batalla de la operación. “No se trataba de hacerla a cualquier precio”, justificó Torres. Sin embargo, la prima jamás cogió vuelo e incluso se movió en terreno negativo durante buena parte del procedimiento. El presidente del Sabadell, Josep Oliu, deslizó que una mejora del 30% hubiera cambiado del todo la percepción. BBVA vendió en 2020 su filial estadounidense por 11.600 millones (unos 9.700 millones de euros); su apuesta principal fue incrementar su participación en el banco turco Garanti. Adquirir el Sabadell en 2021, en el primer acercamiento entre ambas entidades, hubiera supuesto 2.500 millones de euros. Para este segundo esfuerzo, la entidad catalana alcanzaba un valor en Bolsa de 16.000.

Tampoco quiso hacer autocrítica el presidente del BBVA en cuanto al carácter hostil de la oferta y la intervención del Gobierno. “Aceptamos el resultado y miramos hacia delante”, se limitó a apuntar. La decisión de abandonar la vía amistosa y la presentación de la oferta no solicitada provocó una reacción inmediata del Ejecutivo, en plena campaña de las elecciones catalanas, que terminó fraguando meses después en la obligación de mantener durante al menos tres años la autonomía de gestión para el Sabadell. Todo un golpe a las sinergias que podía conseguir la transacción. “Tiempo habrá para el aprendizaje”, dijo este viernes Torres. No es la primera opa en la que Torres se ve inmerso ni la primera en la que las cuestiones políticas juegan un papel, más allá de los números. Él era director de estrategia de Endesa y mano derecha de Rafael Miranda hace dos décadas, cuando la energética buscó protegerse de la opa de Gas Natural con la llegada de la alemana E.ON. La histórica compañía española terminó en manos de la italiana Enel, con Acciona como inesperado aliado.

El consejo de BBVA es sólido en apoyo del presidente, que lo ha ido renovando con los años para adecuarlo a la nueva etapa. Por ejemplo, en febrero de 2020, salía del mismo José Manuel González-Páramo, fichado en su día por Francisco González tras su periplo en el Banco Central Europeo (BCE), así como Tomás Alfaro y Carlos Loring, históricos consejos de la etapa de FG. En 2024, se incorporaban Cristina de Parias y Enrique Casanueva, en sustitución de José Maldonado y Juan Pi Llorens, que habían permanecido en el consejo 24 y 13 años, respectivamente. El primero, de hecho, fue uno de los perfiles de mayor confianza del propio González, albacea de los secretos del banco. Su salida podría considerarse como el final de una era. Hoy en día, 11 de los 15 consejeros comparten etapa con el actual presidente.

Torres y Genç, ambos consejeros ejecutivos de la entidad, renovaron su condición por un periodo de cuatro años en la última junta general de accionistas, celebrada el pasado mes de marzo, con un amplio respaldo del 97,4% y del 99,1% de los votos, respectivamente. El reparto de papeles entre ambos perfiles ha sido clave para la buena evolución del banco, especialmente en esta última etapa con la organización volcada en sacar adelante la opa y preparando la eventual integración del Sabadell, tanto con el equipo propio como con una amplia contratación de colaboradores externos ad hoc. Genç, que controla el día a día de la entidad, defendió este viernes el crecimiento orgánico registrado por la firma en los últimos meses pese a la distracción de la opa, con alzas de doble dígito en rúbricas clave como la cartera de préstamos.

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