Una unidad pionera para atender a víctimas de trata: «La criminalidad forzada es el gran reto»

Esclavos de la marihuana , recluidos para vigilar las plantaciones bajo amenazas a sus familias. Los captaban en sus países de origen con falsas promesas de trabajo y, una vez en España, les retiraban el pasaporte y el teléfono móvil y los obligaban a trabajar como ‘jardineros’. Fue hace justo un año, cuando la Policía Nacional liberó a dos de ellos en sendos cultivos en naves industriales de Molins de Rei y Castellbisbal (Barcelona). En 2021, fueron los Mossos d’Esquadra quienes liberaron a una decena de hombres explotados por la mafia china , también para cultivar cannabis. Este tipo de trata de seres humanos es más habitual de lo que parece, pero difícil de detectar. Y es que « la criminalidad forzada es el gran reto, por las dificultades para identificar a estas personas como víctimas y no como delincuentes , y poder modificar su estatus desde el punto de vista judicial». Así lo apunta Elena Cano, la forense responsable de una unidad pionera en España para explorarlas, en el Instituto de Medicina Legal de Cataluña , que se creó en 2022 y que desde entonces ha atendido ya un centenar de casos, vinculados a procedimientos judiciales en curso. De estos, 20 sólo en lo que va de año. Los más habituales son por explotación sexual , donde la mayoría de víctimas son mujeres; y la laboral , donde predominan los hombres . «En nuestro caso la muestra es sesgada», advierte Cano, ya que reciben a los afectados por derivación judicial, tras las investigaciones policiales. Todos ellos son ya testigos protegidos , explica. En el caso de la trata con fines de mendicidad , también son hombres los más afectados, aunque en esta modalidad delictiva, de mayor edad que en otros tipos de explotación. En la capital catalana, uno de los casos más graves que llegó a juicio -algo poco habitual- fue el de un matrimonio que obligó a mendigar a un anciano enfermo en las calles de Barcelona, y que luego lo ‘vendió’ por 400 euros a otro individuo , que durante un mes lo forzó a pedir limosna en paseo de Gracia durante todo el día. Al igual que bajo el control de los otros dos, el hombre, de 76 años, siguió durmiendo sobre cartones en condiciones deplorables, hasta que, por los dolores que padecía, decidió pedir ayuda a quienes pasaban por la calle. La Policía lo rescató, pero el deterioro de su estado de salud derivó en la amputación de su pierna izquierda. El Tribunal Supremo confirmó , en 2023, la condena para los tres explotadores. De quince años para el matrimonio, y de una década para el otro individuo. Noticia Relacionada reportaje Si Casar a los hijos menores contra su voluntad: una forma de trata que aflora en España Érika Montañés Un «secreto» contado por una niña de 12 años a sus amigas la salvó de un destino amañado por sus padres. Es la punta del iceberg de un delito «invisibilizado» en EspañaPese a su complejidad, las operaciones para desmantelar redes de trata de seres humanos son cada vez más frecuentes. A finales del año pasado, la Policía catalana liberó a ocho mujeres , procedentes de Sudamérica, que fueron explotadas sexualmente en dos locales de Barcelona. Sólo unos meses antes, los Mossos, junto a la Policía Nacional, desmantelaron siete prostíbulos en Cataluña y liberaron a 14 víctimas que, al igual que en el caso anterior, vivían en condiciones «infrahumanas», durmiendo en colchones sobre el suelo, en unos bajos sin luz natural. En marzo, también el Cuerpo catalán liberó a 15 víctimas de explotación laboral en supermercados de la comunidad. Les obligaban a dormir en los pasillos de los mismos locales. Hasta aquí también llegaron tras falsas ofertas de empleo desde Pakistán. Sus explotadores eran compatriotas que se lucraban a su costa. Desde el Instituto de Medicina Legal precisan que, para la exploración de estas víctimas, es « imprescindible conocer las características del delito de trata, y las fases que comporta , así como las consecuencias que pueden sufrir», porque son esas especificidades las que las hacen vulnerables a las redes que las captan. Ese debe ser el enfoque para los forenses que les entrevistan, una vez se han convertido ya en testigos protegidos, lo que no quiere decir que hayan perdido el miedo. « Están sometidas a formas modernas de esclavitud. Transitan de la captación al traslado, hasta el punto de explotación », precisa Cano.Creencias y valoresUna característica de las que se suelen aprovechar las redes de trata es de la necesidad económica . A menudo captan a sus víctimas con falsas ofertas de trabajo en el país de destino. Al llegar, con la excusa de saldar la deuda del viaje, las obligan bien a prostituirse o a trabajar en condiciones de semiesclavitud. Pero los forenses también deben tener en cuenta «sus creencias o valores culturales de origen», indica la doctora Cano, «en la medida en que pueden facilitar la captación de estas personas, por mucho que desde nuestro pensamiento occidental una determinada creencia no tenga ningún valor o poder». Un ejemplo es el del vudú, entre las víctimas que provienen del África subsahariana . Sellan un ‘contrato’ en base a esa creencia, por ejemplo, el compromiso de pagar la deuda del viaje y no hablar con las autoridades. En caso de no cumplirlo, están convencidas de que a ellas y a sus familias le pasará algo malo. En otras ocasiones, las amenazas son directas, y no media lo sobrenatural. Por mucho que se les prometa protección policial, sus allegados en su país de origen siguen en riesgo. ATENCIÓN A LAS VÍCTIMAS «Es imprescindible conocer las características del delito de trata, y las fases que comporta, porque son esas especificidades las que las hacen vulnerables»Por eso desde el Instituto recalcan la importancia de «poner a la víctima en el centro» y tener en cuenta sus orígenes diversos y «el gran impacto del trauma». «La influencia que puede tener el origen cultural y también el sistema de valores por lo que se refiere a la expresión de los síntomas, es vital para la evaluación de las víctimas», constata Cano. Por lo que respecta a la labor policial, los Mossos también cuentan con una unidad especializada contra la trata . Entre 2016 y 2022, atendieron a 51 víctimas de explotación laboral y sexual. Durante el año pasado investigaron una veintena de casos. La mayoría por explotación sexual (11), pero también laboral (4) y tres por actividades delictivas, la denominada criminalidad forzosa. Los policías constatan la dificultad que sufren para denunciar y colaborar -en muchas ocasiones por miedo a represalias o a ser deportados, al encontrarse en situación irregular en España-, e incluso para reconocerse como tales, por lo que, como en otras modalidades delictivas, señalan, hay una gran cifra oculta de afectados. «Son personas altamente vulnerables, con elevada necesidad, a la que se suma la deuda contraída con la organización que los capta , en concepto de traslado, manutención o alojamiento, que aún los somete más», señalaban desde el Cuerpo. Sin embargo, pese a la explotación, en ocasiones perciben cierta calidad de vida, en comparación con la situación que atravesaban en sus países de origen, por lo que a menudo no se sienten víctimas y llegan a creer incluso que la intervención policial les perjudica. De ahí la dificultad de culminar con éxito las investigaciones. Esclavos de la marihuana , recluidos para vigilar las plantaciones bajo amenazas a sus familias. Los captaban en sus países de origen con falsas promesas de trabajo y, una vez en España, les retiraban el pasaporte y el teléfono móvil y los obligaban a trabajar como ‘jardineros’. Fue hace justo un año, cuando la Policía Nacional liberó a dos de ellos en sendos cultivos en naves industriales de Molins de Rei y Castellbisbal (Barcelona). En 2021, fueron los Mossos d’Esquadra quienes liberaron a una decena de hombres explotados por la mafia china , también para cultivar cannabis. Este tipo de trata de seres humanos es más habitual de lo que parece, pero difícil de detectar. Y es que « la criminalidad forzada es el gran reto, por las dificultades para identificar a estas personas como víctimas y no como delincuentes , y poder modificar su estatus desde el punto de vista judicial». Así lo apunta Elena Cano, la forense responsable de una unidad pionera en España para explorarlas, en el Instituto de Medicina Legal de Cataluña , que se creó en 2022 y que desde entonces ha atendido ya un centenar de casos, vinculados a procedimientos judiciales en curso. De estos, 20 sólo en lo que va de año. Los más habituales son por explotación sexual , donde la mayoría de víctimas son mujeres; y la laboral , donde predominan los hombres . «En nuestro caso la muestra es sesgada», advierte Cano, ya que reciben a los afectados por derivación judicial, tras las investigaciones policiales. Todos ellos son ya testigos protegidos , explica. En el caso de la trata con fines de mendicidad , también son hombres los más afectados, aunque en esta modalidad delictiva, de mayor edad que en otros tipos de explotación. En la capital catalana, uno de los casos más graves que llegó a juicio -algo poco habitual- fue el de un matrimonio que obligó a mendigar a un anciano enfermo en las calles de Barcelona, y que luego lo ‘vendió’ por 400 euros a otro individuo , que durante un mes lo forzó a pedir limosna en paseo de Gracia durante todo el día. Al igual que bajo el control de los otros dos, el hombre, de 76 años, siguió durmiendo sobre cartones en condiciones deplorables, hasta que, por los dolores que padecía, decidió pedir ayuda a quienes pasaban por la calle. La Policía lo rescató, pero el deterioro de su estado de salud derivó en la amputación de su pierna izquierda. El Tribunal Supremo confirmó , en 2023, la condena para los tres explotadores. De quince años para el matrimonio, y de una década para el otro individuo. Noticia Relacionada reportaje Si Casar a los hijos menores contra su voluntad: una forma de trata que aflora en España Érika Montañés Un «secreto» contado por una niña de 12 años a sus amigas la salvó de un destino amañado por sus padres. Es la punta del iceberg de un delito «invisibilizado» en EspañaPese a su complejidad, las operaciones para desmantelar redes de trata de seres humanos son cada vez más frecuentes. A finales del año pasado, la Policía catalana liberó a ocho mujeres , procedentes de Sudamérica, que fueron explotadas sexualmente en dos locales de Barcelona. Sólo unos meses antes, los Mossos, junto a la Policía Nacional, desmantelaron siete prostíbulos en Cataluña y liberaron a 14 víctimas que, al igual que en el caso anterior, vivían en condiciones «infrahumanas», durmiendo en colchones sobre el suelo, en unos bajos sin luz natural. En marzo, también el Cuerpo catalán liberó a 15 víctimas de explotación laboral en supermercados de la comunidad. Les obligaban a dormir en los pasillos de los mismos locales. Hasta aquí también llegaron tras falsas ofertas de empleo desde Pakistán. Sus explotadores eran compatriotas que se lucraban a su costa. Desde el Instituto de Medicina Legal precisan que, para la exploración de estas víctimas, es « imprescindible conocer las características del delito de trata, y las fases que comporta , así como las consecuencias que pueden sufrir», porque son esas especificidades las que las hacen vulnerables a las redes que las captan. Ese debe ser el enfoque para los forenses que les entrevistan, una vez se han convertido ya en testigos protegidos, lo que no quiere decir que hayan perdido el miedo. « Están sometidas a formas modernas de esclavitud. Transitan de la captación al traslado, hasta el punto de explotación », precisa Cano.Creencias y valoresUna característica de las que se suelen aprovechar las redes de trata es de la necesidad económica . A menudo captan a sus víctimas con falsas ofertas de trabajo en el país de destino. Al llegar, con la excusa de saldar la deuda del viaje, las obligan bien a prostituirse o a trabajar en condiciones de semiesclavitud. Pero los forenses también deben tener en cuenta «sus creencias o valores culturales de origen», indica la doctora Cano, «en la medida en que pueden facilitar la captación de estas personas, por mucho que desde nuestro pensamiento occidental una determinada creencia no tenga ningún valor o poder». Un ejemplo es el del vudú, entre las víctimas que provienen del África subsahariana . Sellan un ‘contrato’ en base a esa creencia, por ejemplo, el compromiso de pagar la deuda del viaje y no hablar con las autoridades. En caso de no cumplirlo, están convencidas de que a ellas y a sus familias le pasará algo malo. En otras ocasiones, las amenazas son directas, y no media lo sobrenatural. Por mucho que se les prometa protección policial, sus allegados en su país de origen siguen en riesgo. ATENCIÓN A LAS VÍCTIMAS «Es imprescindible conocer las características del delito de trata, y las fases que comporta, porque son esas especificidades las que las hacen vulnerables»Por eso desde el Instituto recalcan la importancia de «poner a la víctima en el centro» y tener en cuenta sus orígenes diversos y «el gran impacto del trauma». «La influencia que puede tener el origen cultural y también el sistema de valores por lo que se refiere a la expresión de los síntomas, es vital para la evaluación de las víctimas», constata Cano. Por lo que respecta a la labor policial, los Mossos también cuentan con una unidad especializada contra la trata . Entre 2016 y 2022, atendieron a 51 víctimas de explotación laboral y sexual. Durante el año pasado investigaron una veintena de casos. La mayoría por explotación sexual (11), pero también laboral (4) y tres por actividades delictivas, la denominada criminalidad forzosa. Los policías constatan la dificultad que sufren para denunciar y colaborar -en muchas ocasiones por miedo a represalias o a ser deportados, al encontrarse en situación irregular en España-, e incluso para reconocerse como tales, por lo que, como en otras modalidades delictivas, señalan, hay una gran cifra oculta de afectados. «Son personas altamente vulnerables, con elevada necesidad, a la que se suma la deuda contraída con la organización que los capta , en concepto de traslado, manutención o alojamiento, que aún los somete más», señalaban desde el Cuerpo. Sin embargo, pese a la explotación, en ocasiones perciben cierta calidad de vida, en comparación con la situación que atravesaban en sus países de origen, por lo que a menudo no se sienten víctimas y llegan a creer incluso que la intervención policial les perjudica. De ahí la dificultad de culminar con éxito las investigaciones.  

Esclavos de la marihuana, recluidos para vigilar las plantaciones bajo amenazas a sus familias. Los captaban en sus países de origen con falsas promesas de trabajo y, una vez en España, les retiraban el pasaporte y el teléfono móvil y los obligaban a … trabajar como ‘jardineros’. Fue hace justo un año, cuando la Policía Nacional liberó a dos de ellos en sendos cultivos en naves industriales de Molins de Rei y Castellbisbal (Barcelona). En 2021, fueron los Mossos d’Esquadra quienes liberaron a una decena de hombres explotados por la mafia china, también para cultivar cannabis. Este tipo de trata de seres humanos es más habitual de lo que parece, pero difícil de detectar. Y es que «la criminalidad forzada es el gran reto, por las dificultades para identificar a estas personas como víctimas y no como delincuentes, y poder modificar su estatus desde el punto de vista judicial». Así lo apunta Elena Cano, la forense responsable de una unidad pionera en España para explorarlas, en el Instituto de Medicina Legal de Cataluña, que se creó en 2022 y que desde entonces ha atendido ya un centenar de casos, vinculados a procedimientos judiciales en curso. De estos, 20 sólo en lo que va de año.

Los más habituales son por explotación sexual, donde la mayoría de víctimas son mujeres; y la laboral, donde predominan los hombres. «En nuestro caso la muestra es sesgada», advierte Cano, ya que reciben a los afectados por derivación judicial, tras las investigaciones policiales. Todos ellos son ya testigos protegidos, explica. En el caso de la trata con fines de mendicidad, también son hombres los más afectados, aunque en esta modalidad delictiva, de mayor edad que en otros tipos de explotación.

En la capital catalana, uno de los casos más graves que llegó a juicio -algo poco habitual- fue el de un matrimonio que obligó a mendigar a un anciano enfermo en las calles de Barcelona, y que luego lo ‘vendió’ por 400 euros a otro individuo, que durante un mes lo forzó a pedir limosna en paseo de Gracia durante todo el día. Al igual que bajo el control de los otros dos, el hombre, de 76 años, siguió durmiendo sobre cartones en condiciones deplorables, hasta que, por los dolores que padecía, decidió pedir ayuda a quienes pasaban por la calle. La Policía lo rescató, pero el deterioro de su estado de salud derivó en la amputación de su pierna izquierda. El Tribunal Supremo confirmó, en 2023, la condena para los tres explotadores. De quince años para el matrimonio, y de una década para el otro individuo.

Pese a su complejidad, las operaciones para desmantelar redes de trata de seres humanos son cada vez más frecuentes. A finales del año pasado, la Policía catalana liberó a ocho mujeres, procedentes de Sudamérica, que fueron explotadas sexualmente en dos locales de Barcelona. Sólo unos meses antes, los Mossos, junto a la Policía Nacional, desmantelaron siete prostíbulos en Cataluña y liberaron a 14 víctimas que, al igual que en el caso anterior, vivían en condiciones «infrahumanas», durmiendo en colchones sobre el suelo, en unos bajos sin luz natural. En marzo, también el Cuerpo catalán liberó a 15 víctimas de explotación laboral en supermercados de la comunidad. Les obligaban a dormir en los pasillos de los mismos locales. Hasta aquí también llegaron tras falsas ofertas de empleo desde Pakistán. Sus explotadores eran compatriotas que se lucraban a su costa.

Desde el Instituto de Medicina Legal precisan que, para la exploración de estas víctimas, es «imprescindible conocer las características del delito de trata, y las fases que comporta, así como las consecuencias que pueden sufrir», porque son esas especificidades las que las hacen vulnerables a las redes que las captan. Ese debe ser el enfoque para los forenses que les entrevistan, una vez se han convertido ya en testigos protegidos, lo que no quiere decir que hayan perdido el miedo. «Están sometidas a formas modernas de esclavitud. Transitan de la captación al traslado, hasta el punto de explotación», precisa Cano.

Creencias y valores

Una característica de las que se suelen aprovechar las redes de trata es de la necesidad económica. A menudo captan a sus víctimas con falsas ofertas de trabajo en el país de destino. Al llegar, con la excusa de saldar la deuda del viaje, las obligan bien a prostituirse o a trabajar en condiciones de semiesclavitud. Pero los forenses también deben tener en cuenta «sus creencias o valores culturales de origen», indica la doctora Cano, «en la medida en que pueden facilitar la captación de estas personas, por mucho que desde nuestro pensamiento occidental una determinada creencia no tenga ningún valor o poder». Un ejemplo es el del vudú, entre las víctimas que provienen del África subsahariana. Sellan un ‘contrato’ en base a esa creencia, por ejemplo, el compromiso de pagar la deuda del viaje y no hablar con las autoridades. En caso de no cumplirlo, están convencidas de que a ellas y a sus familias le pasará algo malo. En otras ocasiones, las amenazas son directas, y no media lo sobrenatural. Por mucho que se les prometa protección policial, sus allegados en su país de origen siguen en riesgo.

ATENCIÓN A LAS VÍCTIMAS

«Es imprescindible conocer las características del delito de trata, y las fases que comporta, porque son esas especificidades las que las hacen vulnerables»

Por eso desde el Instituto recalcan la importancia de «poner a la víctima en el centro» y tener en cuenta sus orígenes diversos y «el gran impacto del trauma». «La influencia que puede tener el origen cultural y también el sistema de valores por lo que se refiere a la expresión de los síntomas, es vital para la evaluación de las víctimas», constata Cano.

Por lo que respecta a la labor policial, los Mossos también cuentan con una unidad especializada contra la trata. Entre 2016 y 2022, atendieron a 51 víctimas de explotación laboral y sexual. Durante el año pasado investigaron una veintena de casos. La mayoría por explotación sexual (11), pero también laboral (4) y tres por actividades delictivas, la denominada criminalidad forzosa. Los policías constatan la dificultad que sufren para denunciar y colaborar -en muchas ocasiones por miedo a represalias o a ser deportados, al encontrarse en situación irregular en España-, e incluso para reconocerse como tales, por lo que, como en otras modalidades delictivas, señalan, hay una gran cifra oculta de afectados.

«Son personas altamente vulnerables, con elevada necesidad, a la que se suma la deuda contraída con la organización que los capta, en concepto de traslado, manutención o alojamiento, que aún los somete más», señalaban desde el Cuerpo. Sin embargo, pese a la explotación, en ocasiones perciben cierta calidad de vida, en comparación con la situación que atravesaban en sus países de origen, por lo que a menudo no se sienten víctimas y llegan a creer incluso que la intervención policial les perjudica. De ahí la dificultad de culminar con éxito las investigaciones.

ABC Premium

Límite de sesiones alcanzadas

  • El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.

Volver a intentarABC Premium

Has superado el límite de sesiones

  • Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.

Sigue navegando

Artículo solo para suscriptores

 RSS de noticias de espana/cataluna

Noticias Relacionadas