Mayte Martín revalida su maestría

El ex consejero de Cultura, Juan Manuel Suárez Japón, recibió en su tierra el ‘Camarón de Oro’ Leer El ex consejero de Cultura, Juan Manuel Suárez Japón, recibió en su tierra el ‘Camarón de Oro’ Leer  

Festival: XXI Noche Flamenca Cerro de San Juan. Camarón de Oro a Juan Manuel Suárez Japón / Al cante: Mayte Martín y Rafael de Utrera / Al toque: José Gálvez y Pepe Fernández / Palmas: Dani Bonilla, Abel Harana y Juan Carlos Usero y Rafa Usero / Al baile: La Yunko, con Pepe de Pura y Moi de Morón (cante), y Luis Amador (guitarra) / Lugar y fecha: Lugar y fecha: Cerro de San Juan, de Coria del Río. 5 de julio de 2025

CALIFICACIÓN: **

Con esmero y dedicación festeja Coria del Río su festival flamenco, que encuentra en un elenco conciso, pero reconocido, la piedra angular de su programación, en la que se pudo explorar un abanico tipológico heterogéneo y, por consiguiente, del mayor interés ante un público de nota diez que disfrutó de la noche, dedicada y en homenaje a Juan Manuel Suárez Japón.

La apertura fue de lujo, con Mayte Martín, que reconformó su maestría. Una vez más fue imposible no caer rendido ante tal alarde de medios vocales, versatilidad, perfecto estilismo, variedad de paleta de registros y una madurez interpretativa que no coincide con lo habitual en sus coetáneas.

Martín encontró siempre el color justo con el que plasmar las variantes de su repertorio. Y si pareció más cómoda para el oyente que no la conoce -ya sea por volumen, color, control o articulación-, en la taranta con minera y levantica, y la soleá entre La Piriñaca y Joaniquín, también supo cargar de dramatismo y de intranquilo dolor las seguiriyas de Manuel Torre o Cagancho, al tiempo de encontrar siempre la expresión justa, cuyo denominador común diríamos que es la frescura y naturalidad del cante, la carencia de afectaciones o artificios, y la intencionalidad del fraseo.

No pasó desapercibida la labor del guitarrista jerezano José Gálvez, pero es que Mayte Martín juega en otra liga, ya que todo lo que ofreció, ora por tientos-tantos, alegrías y bulerías, lo ejecutó con gran delicadeza y una superior calidad de sonido flamenco. En suma, con una maestría que no admite comparación.

El segundo bloque lo protagonizó, con todo merecimiento, Juan Manuel Suárez Japón (Coria del Río, 1945), a quien el alcalde de la localidad, Modesto González, y el responsable de Cultura, Victoriano Cancelo, le impusieron el ‘Camarón de Oro’, insignia que lo distingue por ser un hijo ilustre de la tierra que no sólo ha gestionado y dado enfoques estratégicos a la política cultural de Andalucía, sino que su obra, como escritor y conferenciante, se sitúa en un universo muy beneficioso para el flamenco.

En tal sentido, Suárez Japón fue catedrático de Geografía Humana hasta 2015, diputado en el Parlamento de Andalucía (1986-1995) y consejero de Cultura y Medio Ambiente del Gobierno andaluz (1990-1994), bajo cuyo mandato se creó el Centro Andaluz de Flamenco y se editaron las obras completas de Antonio Mairena. Pero hay más, porque fue Rector Magnífico de la Universidad Internacional de Andalucía (mayo 2005 a octubre 2013), y aficionado comprometido con la cultura flamenca.

Presidió, a esta luz, el Congreso del Centenario de Antonio Mairena (2009) y el I Congreso Internacional de Flamenco (Sevilla, noviembre de 2011). Y autor de obras de temática flamenca como ‘Cristina Hoyos. Gracias a la vida’ (2006); ‘Sinelo Calorró:

Conversaciones con Manuel Morao’ (2014), con prólogo de Manolo Sanlúcar; ‘Confesión de parte’ (2016), o ‘Manolo Sanlúcar, la eterna huella de un genio’ (2025).

Y entre los muchos reconocimientos recordemos que, en noviembre de 2016, el Gobierno de Japón, en nombre del Emperador, le concedió la gran Orden del Sol Naciente, lugar de procedencia de la artista que protagonizó el tercer bloque de la noche: La Yunko.

La bailaora programada, La Yunko, premio El Desplante 2024 de La Unión que tanto revuelo formó en detrimento de la onubense María Canea, interpretó con ganas el taranto, y con nobleza y refinamiento las alegrías con bata de cola, a las que confirió igualmente fuerza y propósito, buscando un diseño completo y haciéndose notar con su prestancia escénica, merced a todo al trabajo del atrás, muy acertado con la verosimilitud y la caracterización de los diversos planos coreográficos.

La clausura correspondió a Rafael de Utrera, que, por encima de su veteranía y experiencia, destacó por su potencial canoro a más de por la jovialidad que imprimió a su propuesta, la proyección del sonido vocal y el inmaculado lirismo que impuso en la soleá apolá y alfarera, la taranta, alegrías y cantiñas, la vidalita con milonga, cantes ejecutados con voz de generoso volumen y bien timbrada.

Y es que el potencial canoro del utrerano brilló con toda la fuerza y convencimiento expresivo, luciendo eficacia y dando relieve a los momentos de gran contundencia y/o vivacidad, como en la seguiriya -el mejor cante de la noche- y las bulerías, a los que aportó incluso fantasía personal, sabiendo conjugar la belleza melódica con los giros de intensidad más vehemente, o siendo conmovedor en la dulzura con la pujanza rítmica, haciendo gala, por tanto, de un profundo conocimiento de su aparato vocal, evitando entrar en conflicto con los tercios que despareja su emisión vocal, pero llevando siempre a buen término cada fraseo e intención y dejando patente el excelente intérprete que es.

Las emociones y conexiones más profundas por perfectas quedaron, sin embargo, en los momentos especiales de Mayte Martín, la barcelonesa que acreditó el arte supremo de su maestría en una localidad donde el flamenco se acoge como un rito litúrgico, casi sagrado, sólo interrumpido por las lagunas escénicas debidas, al parecer, a la memoria sonora de la microfonía.

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