Del robo de cobre al accidente del túnel de Atocha: las nueve jornadas negras del transporte ferroviario de Óscar Puente

Entre fallos técnicos, el sistema de alta velocidad acumula una serie de crisis que han afectado a millones de españoles desde el inicio del mandato del ministro Leer Entre fallos técnicos, el sistema de alta velocidad acumula una serie de crisis que han afectado a millones de españoles desde el inicio del mandato del ministro Leer  

Lejanos parecen los días en los que el servicio de trenes de alta velocidad era «cómodo y fiable» y dejaba satisfechos a todos los viajeros. O al menos así lo recordaron las más de 15.000 personas afectadas por una caída de tensión en una catenaria entre Yeles y La Sagra (Toledo), que dejó atrapados durante horas a miles de pasajeros en varios trenes AVE entre Madrid, Toledo y Andalucía, sin ventilación adecuada, agua y comida suficiente y con temperaturas superiores a los 30 grados en el exterior. Además, sin información completa por parte de las operadoras.

En esta ocasión, el incidente comenzó con la interrupción de la circulación a las 20.30 horas este lunes, en pleno inicio de la operación salida de las vacaciones de julio. Fuentes del sector ferroviario atribuyen la causa de la falla a una caída física de la catenaria. La propia Adif reconoció la complejidad de la reparación e informó que la circulación se restablecería a las 8.45 horas. Aunque varios trenes se movilizaron con diversas paradas durante la madrugada, dos vehículos se mantuvieron detenidos en las vías con más de 300 pasajeros, uno a la altura del término municipal de Villaseca de la Sagra y el otro, vacío. En el primero viajaba una pasajera de 84 años que tuvo que ser trasladada al Hospital Universitario de Toledo por una insuficiencia respiratoria, pero fue dada de alta.

El servicio solo estuvo disponible en un sentido, por lo que el caos ferroviario causó un colapso en las vías que unen Madrid y Andalucía. Así, se tardó cerca de 15 horas en resolverse y al menos 23 trenes, con más de 2.000 afectados. Incluso, los trenes que debían salir en la mañana del martes lo hicieron si ninguna advertencia de que podían quedarse parados en medio del camino se vieron afectados por la falta de protocolos para estas situaciones.

A la situación de caos se une la falta de información. En el caso de Renfe, es más llamativa aún, ya que ayer, a primera hora de la mañana, envió un mensaje a los pasajeros con billete para el día 1 de julio con salida desde Sevilla en el que les informaba de que «con motivo de la celebración de la cumbre de la ONU en la ciudad de Sevilla, se están produciendo dificultades en el tráfico urbano, por lo que te rogamos que lo tengas en cuenta a la hora de planificar tu desplazamiento hasta la estación de Sevilla Santa Justa».

El mensaje enviado al teléfono móvil de los clientes de la compañía ferroviaria, remarca que se trata de «información oficial de Renfe». A pesar de que a la hora que remitió este mensaje el tráfico ferroviario estaba paralizado, la empresa no informó de ello en ningún momento a los pasajeros que debían viajar en sus trenes de alta velocidad.

En medio de la crisis y esta falta de información constante, los viajeros también denunciaron el silencio del Ejecutivo, especialmente recordaron al ministro de Transportes, Óscar Puente, generalmente muy activo en redes sociales (incluso durante su reciente permiso por paternidad). El ministro no hizo comentario alguno ayer, pese a las apelaciones directas, ante esta nueva jornada negra ferroviaria.

Con la de este arranque de julio, España ha encadenado su novena gran crisis ferroviaria en poco más de un año. Y es que el mandato del ministro de Transportes ha estado marcado por una sucesión de crisis ferroviarias, desde la serie de «colapsos» en el verano pasado hasta el último robo de cable de la línea de alta velocidad, del pasado mes de mayo, que paralizó también las conexiones entre la capital y Andalucía.

Con este incidente, España ha encadenado su novena gran crisis ferroviaria en menos de dos años. Y es que el mandato del ministro de Transportes ha estado marcado por una sucesión de crisis ferroviarias, desde la serie de «colapsos» en el verano pasado hasta el último robo de cable de la línea de alta velocidad que paralizó también las conexiones entre la capital y Andalucía.

Desde su gestión han existido problemas en esta gestión, pero el verano del 2024 fue una pesadilla para los españoles, y no solo por las altas temperaturas. Las imágenes con pasajeros encerrados en vagones o esperando horas en las estaciones no faltaron. Primero, en el servicio de alta velocidad en Alicante, Sevilla o en Chamartín se registraron averías masivas. Cerca de 500 personas permanecieron atrapadas por más de tres horas en medio del calor. Esta misma historia se repitió nuevamente en la estación de Santa Justa, en Sevilla, con otra avería que afectó la circulación en varias zonas.

Después, en septiembre del mismo año, la estación de Atocha permaneció interrumpida durante más de dos horas por una avería de la señalización que causó retrasos de hasta una hora. Nuevamente, los que sufrían demoras eran aquellos que iban camino a Sevilla, Puertollano y Toledo.

Con estos y otros incidentes locales, Renfe recibió cientas de reclamaciones este año, por lo que cambió el compromiso de puntualidad de 30 minutos hasta 90, lo que se traduce en que triplicó el tiempo de retraso que da derecho a la indemnización del 100% del billete pagado de media hora y media. En medio de estas crisis y las críticas de los usuarios, el ministro repetía que «el tren vive en España el mejor momento de su historia«.

Pero los episodios siguen. En octubre de 2024, un tren volcó en un tunel entre Chamartín y Atocha. Aunque iba sin pasajeros, dejó heridos a dos empleados de mantenimiento y, nuevamente, cerca de 8.000 pasajeros atrapados dentro de los vagones de otros convoyes que se dirigian hacia las estaciones. También se suman el bloqueo de las infraestructuras terrestres por el efecto de la dana que dejó víctimas y desaparecidos en la Comunidad Valenciana. Causó interrupciones en el servicio de los trenes de Renfe, especialmente en la comunidad afectada y conexiones con Madrid y Cataluña.

Ya en un nuevo año, un fallo informático inauguró el 2025 y provocó la interrupción en la circulación de los trenes Talgo Avril. Esta incidencia afectó a la comunicación y carga de software de los trenes y obligó a Renfe a suspender los servicios y reubicar a los pasajeros afectados el 1 de enero. Una nueva crisis en el 2025 fue la provocada por el apagón, en la que tuvieron que reubicar a más de 26.000 viajeros de los más de 40.000 afectados por la interrupción del servicio eléctrico. El octavo incidente que ocasionó el caos fue el robo de un cable en la red de Renfe en Toledo, que causó retrasos y suspeciones de trenes. Puente calificó este incidente como un «grave sabotaje».

Y finalmente, la novena crisis llega nuevamente en el verano. El primer día de julio, marcado ya por un nuevo incidente que no ofrece unas vacaciones en calma a los españoles. Sin contar estos grandes problemas, los viajeros denuncian que los servicios de alta velocidad han ido empeorando a lo largo de los años. Según el Ministerio de Transportes, al menos 100 accidentes fueron notificados a la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF), pero no se consideró oportuno realizar una investigación formal de la situación.

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